Extrema amenaza de ciberseguridad
El ADN puede hackear tu ordenador: la nueva frontera del cibercrimen pone en jaque la privacidad genética
Un estudio internacional destapa un riesgo insólito: el material genético puede ser manipulado para introducir virus informáticos. Las implicaciones para la sanidad, la privacidad y la bioética son tan reales como aterradoras.
Hasta ahora, los ciberataques afectaban a nuestros móviles, ordenadores, empresas o cuentas bancarias. Hoy, una nueva investigación alerta de que el siguiente blanco de los hackers podría ser lo más íntimo del ser humano: su material genético.
Una colaboración científica entre universidades del Reino Unido, Arabia Saudí y Pakistán ha publicado un exhaustivo informe titulado Cyber-Biosecurity Challenges in Next-Generation Sequencing: A Comprehensive Analysis of Emerging Threat Vectors (IEEE Access, 2025). El documento analiza por primera vez de forma integral los riesgos de ciberbioseguridad en las tecnologías de secuenciación de ADN, también conocidas como NGS (Next-Generation Sequencing).
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Estas tecnologías, que han revolucionado el diagnóstico médico, la oncología y la medicina personalizada, se están convirtiendo en puertas de entrada para ciberataques altamente sofisticados.
Cuando el ADN es el arma
Los investigadores han demostrado que es técnicamente posible escribir código malicioso en una cadena de ADN sintético. Al ser secuenciado en un laboratorio, este ADN aparentemente inocente activa comandos que pueden tomar el control del ordenador conectado a la máquina.
Este hallazgo —que parece sacado de una novela de espionaje— ha sido verificado experimentalmente y supone la primera demostración de que una molécula biológica puede ser utilizada para lanzar un ataque informático.
Pero el malware genético es solo el principio.
Las nuevas amenazas ciberbiológicas
El informe detalla una nueva taxonomía de ciberataques, específica para el mundo de la secuenciación genética. Entre las amenazas más preocupantes se encuentran:
- Ataques de reidentificación: incluso si los datos genéticos han sido “anonimizados”, los atacantes pueden cruzar fragmentos de ADN con bases de datos públicas —como las de genealogía o salud— para descubrir la identidad de una persona. Esto abre la puerta al chantaje, la discriminación genética o la violación de secretos médicos.
- Inferencia de enfermedades: a partir de fragmentos genéticos parciales, un atacante puede deducir si una persona tiene predisposición a enfermedades como el Alzheimer, ciertos tipos de cáncer o trastornos mentales. Esta información, combinada con metadatos médicos, podría tener consecuencias devastadoras en seguros, empleo o reputación.
- Ataques internos (insider threats): en muchos laboratorios, los empleados tienen acceso a muestras sin supervisión digital. Casos recientes como el de una investigadora en Sanofi-Aventis demuestran que empleados desleales pueden robar o manipular datos genéticos con fines económicos o ideológicos.
- Ransomware genético: igual que los virus informáticos que bloquean un ordenador hasta que se paga un rescate, ya se han documentado ataques (como el de Octapharma Plasma o Merck) donde se paralizó la infraestructura sanitaria. En un escenario extremo, un hospital que depende de NGS para diagnosticar cáncer podría quedarse sin acceso a sus datos de pacientes.
- Sabotaje científico: un atacante que introduzca errores en las secuencias genéticas de una investigación puede distorsionar los resultados, desacreditar a los científicos o favorecer a competidores extranjeros. Esto pone en riesgo tanto la verdad científica como la seguridad nacional.
- Ataques a plataformas cloud como BaseSpace de Illumina, ampliamente utilizada en Europa, pueden dar acceso a millones de perfiles genéticos almacenados en la nube.
¿Y Europa?
En países como España, donde cada vez más hospitales públicos y privados utilizan NGS para personalizar tratamientos oncológicos o estudiar enfermedades raras, las implicaciones son serias. “Los laboratorios están digitalizados, pero no ciberprotegidos”, explica una fuente del sector biomédico vasco. “Muchos equipos usan software vulnerable, conectado a redes internas sin cortafuegos o sin actualizaciones periódicas”.
Además, la investigación señala que los repositorios genéticos abiertos como NCBI o EMBL-EBI, que se usan en toda la Unión Europea, carecen de medidas básicas de seguridad: no exigen contraseñas seguras ni autenticación de doble factor. Esto convierte a estos sistemas en objetivos fáciles para actores maliciosos, incluidos servicios de inteligencia extranjeros o grupos ciberterroristas.
Llamamiento urgente
Los autores del estudio reclaman una colaboración inmediata entre expertos en biotecnología, ciberseguridad, bioética y derecho internacional. Su propuesta incluye desde sistemas de detección de anomalías con inteligencia artificial, hasta protocolos criptográficos para proteger las cadenas de datos genéticos.
El tiempo apremia. En palabras del profesor Asadullah Shaikh, coautor del informe:
“No proteger los datos genéticos es como dejar abierto el código fuente del ser humano. Y alguien, en algún lugar, ya está aprendiendo a reescribirlo.”
Un estudio internacional destapa un riesgo insólito: el material genético puede ser manipulado para introducir virus informáticos. Las implicaciones para la sanidad, la privacidad y la bioética son tan reales como aterradoras.
Hasta ahora, los ciberataques afectaban a nuestros móviles, ordenadores, empresas o cuentas bancarias. Hoy, una nueva investigación alerta de que el siguiente blanco de los hackers podría ser lo más íntimo del ser humano: su material genético.
Una colaboración científica entre universidades del Reino Unido, Arabia Saudí y Pakistán ha publicado un exhaustivo informe titulado Cyber-Biosecurity Challenges in Next-Generation Sequencing: A Comprehensive Analysis of Emerging Threat Vectors (IEEE Access, 2025). El documento analiza por primera vez de forma integral los riesgos de ciberbioseguridad en las tecnologías de secuenciación de ADN, también conocidas como NGS (Next-Generation Sequencing).
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Estas tecnologías, que han revolucionado el diagnóstico médico, la oncología y la medicina personalizada, se están convirtiendo en puertas de entrada para ciberataques altamente sofisticados.
Cuando el ADN es el arma
Los investigadores han demostrado que es técnicamente posible escribir código malicioso en una cadena de ADN sintético. Al ser secuenciado en un laboratorio, este ADN aparentemente inocente activa comandos que pueden tomar el control del ordenador conectado a la máquina.
Este hallazgo —que parece sacado de una novela de espionaje— ha sido verificado experimentalmente y supone la primera demostración de que una molécula biológica puede ser utilizada para lanzar un ataque informático.
Pero el malware genético es solo el principio.
Las nuevas amenazas ciberbiológicas
El informe detalla una nueva taxonomía de ciberataques, específica para el mundo de la secuenciación genética. Entre las amenazas más preocupantes se encuentran:
- Ataques de reidentificación: incluso si los datos genéticos han sido “anonimizados”, los atacantes pueden cruzar fragmentos de ADN con bases de datos públicas —como las de genealogía o salud— para descubrir la identidad de una persona. Esto abre la puerta al chantaje, la discriminación genética o la violación de secretos médicos.
- Inferencia de enfermedades: a partir de fragmentos genéticos parciales, un atacante puede deducir si una persona tiene predisposición a enfermedades como el Alzheimer, ciertos tipos de cáncer o trastornos mentales. Esta información, combinada con metadatos médicos, podría tener consecuencias devastadoras en seguros, empleo o reputación.
- Ataques internos (insider threats): en muchos laboratorios, los empleados tienen acceso a muestras sin supervisión digital. Casos recientes como el de una investigadora en Sanofi-Aventis demuestran que empleados desleales pueden robar o manipular datos genéticos con fines económicos o ideológicos.
- Ransomware genético: igual que los virus informáticos que bloquean un ordenador hasta que se paga un rescate, ya se han documentado ataques (como el de Octapharma Plasma o Merck) donde se paralizó la infraestructura sanitaria. En un escenario extremo, un hospital que depende de NGS para diagnosticar cáncer podría quedarse sin acceso a sus datos de pacientes.
- Sabotaje científico: un atacante que introduzca errores en las secuencias genéticas de una investigación puede distorsionar los resultados, desacreditar a los científicos o favorecer a competidores extranjeros. Esto pone en riesgo tanto la verdad científica como la seguridad nacional.
- Ataques a plataformas cloud como BaseSpace de Illumina, ampliamente utilizada en Europa, pueden dar acceso a millones de perfiles genéticos almacenados en la nube.
¿Y Europa?
En países como España, donde cada vez más hospitales públicos y privados utilizan NGS para personalizar tratamientos oncológicos o estudiar enfermedades raras, las implicaciones son serias. “Los laboratorios están digitalizados, pero no ciberprotegidos”, explica una fuente del sector biomédico vasco. “Muchos equipos usan software vulnerable, conectado a redes internas sin cortafuegos o sin actualizaciones periódicas”.
Además, la investigación señala que los repositorios genéticos abiertos como NCBI o EMBL-EBI, que se usan en toda la Unión Europea, carecen de medidas básicas de seguridad: no exigen contraseñas seguras ni autenticación de doble factor. Esto convierte a estos sistemas en objetivos fáciles para actores maliciosos, incluidos servicios de inteligencia extranjeros o grupos ciberterroristas.
Llamamiento urgente
Los autores del estudio reclaman una colaboración inmediata entre expertos en biotecnología, ciberseguridad, bioética y derecho internacional. Su propuesta incluye desde sistemas de detección de anomalías con inteligencia artificial, hasta protocolos criptográficos para proteger las cadenas de datos genéticos.
El tiempo apremia. En palabras del profesor Asadullah Shaikh, coautor del informe:
“No proteger los datos genéticos es como dejar abierto el código fuente del ser humano. Y alguien, en algún lugar, ya está aprendiendo a reescribirlo.”