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La Tribuna del País Vasco
Miércoles, 07 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

¡Váyase, Señor Sánchez!: Su fanatismo e idiocia pone a los ciudadanos en grave peligro

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Hace unos días, millones de españoles observaron con perplejidad cómo un apagón eléctrico dejaba al país a oscuras y a los ciudadanos indefensos. Hoy, el presidente del Gobierno, el tirano Pedro Sánchez, comparecía en el Congreso no para asumir responsabilidades, sino para hacer propaganda comunista. Pedro Sánchez no solo ha evitado ofrecer explicaciones convincentes sobre las causas del colapso energético, sino que ha utilizado la tribuna parlamentaria para defender, con la arrogancia propia de los fascistas como él, una política energética que ha colocado a España en una situación de extrema vulnerabilidad.

 

Lo más grave no ha sido su burdo tono autosatisfecho y prepotente ni su evasiva actitud, sino su desprecio absoluto a la energía nuclear, a la que ha tachado de forma implícita —y también explícita— como parte de una “gigantesca manipulación” orquestada por “lobistas pronucleares”. En lugar de reconocer que la dependencia casi exclusiva de las renovables intermitentes supone un riesgo estructural, Sánchez ha preferido criminalizar el debate técnico, convertirlo en ideología, y desacreditar a quienes, con argumentos científicos, llevan años advirtiendo sobre los peligros de abandonar una matriz energética diversificada.

 

Por mucho que insista un fanático extremista como Pedro Sánchez, la energía nuclear no es una fantasía reaccionaria ni un capricho de grandes corporaciones. Es, hoy por hoy, la única fuente capaz de generar electricidad de forma masiva, continua, segura y sin emisiones de CO2. Los países que lideran la lucha contra el "cambio climático" del que tanto farfulla el demagogo de la Moncloa, —Francia, Finlandia, incluso Japón tras Fukushima— están invirtiendo en nuevos reactores, al tiempo que revalúan el cierre de los existentes. Solo España, bajo el dogmatismo del Ejecutivo socialista, sigue aferrada a una visión romántica y tecnológicamente frágil de las denominadas "energías verdes".

 

¿Es esta la “transición ecológica justa” de la que tanto presume el Gobierno extremista de Pedro Sánchez? ¿Un modelo que deja a oscuras a hospitales, transportes, hogares y servicios críticos ante cualquier perturbación del sistema? ¿Una red que falla cuando más se necesita, pero que no admite crítica alguna porque está blindada por el dogma político?

 

Lo sucedido el 28 de abril no fue un incidente anecdótico: fue una advertencia. Y la respuesta de Pedro Sánchez no fue la de un estadista, sino la de un propagandista barato sin ningún sentido del deber. El negacionismo nuclear del Gobierno del PSOE no solo es un error estratégico: es un acto de irresponsabilidad nacional.

 

Quienes se empeñan en borrar del mix energético a la energía nuclear están condenando a España a un futuro de inseguridad, dependencia y apagones. Negarse a debatirlo, y acusar de “lobismo” a quien lo señala, es síntoma no solo de cobardía y debilidad intelectual, sino de un desprecio preocupante por el bienestar y la seguridad de los ciudadanos.


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