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Domingo, 11 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

El tecnototalitarismo que viene / Pasaportes digitales de salud y biocontrol: El cuerpo bajo vigilancia (X)

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La pandemia de Covid-19 no solo cambió nuestra relación con la salud pública, sino también con la tecnología. Entre las múltiples herramientas que surgieron, el pasaporte digital de salud fue una de las más controvertidas. Lo que comenzó como una medida temporal para facilitar los viajes o el acceso a eventos masivos, podría convertirse en una infraestructura permanente de control biopolítico. Este capítulo analiza el auge de los pasaportes sanitarios digitales y el riesgo de que se conviertan en instrumentos de discriminación, exclusión y vigilancia poblacional.

 

¿Qué son los pasaportes digitales de salud?

 

Son aplicaciones o certificados electrónicos que registran el estado de salud de una persona en relación con ciertos criterios biomédicos. Incluyen:

 

  • Pruebas PCR o antígenos.
  • Historial de vacunación.
  • Inmunidad natural o estado serológico.

 

Estos datos se vinculan a una identidad digital única, generalmente accesible mediante QR o autenticación biométrica, y son utilizados para decidir si una persona puede:

 

  • Volar o cruzar fronteras.
  • Entrar a espacios públicos o privados (restaurantes, conciertos, lugares de culto).
  • Acceder a servicios esenciales.

 

De la emergencia sanitaria al sistema permanente

 

Muchos gobiernos y empresas tecnológicas impulsaron estos sistemas con el argumento de contener la pandemia. Sin embargo, organizaciones como el World Economic Forum, la Unión Europea y fundaciones privadas han propuesto mantenerlos como parte de una nueva normalidad basada en la vigilancia preventiva.

 

Esto plantea un escenario donde la libertad de circulación, el acceso a servicios o incluso el empleo podrían depender de datos biomédicos en tiempo real.

 

Riesgos del biocontrol digital

 

1. Discriminación sanitaria

No todos tienen acceso igual a vacunas, tratamientos o pruebas. Convertir estos elementos en condiciones para ejercer derechos básicos puede reforzar desigualdades estructurales.

 

2. Privacidad médica comprometida

 

La centralización de información médica sensible en plataformas digitales abre la puerta a filtraciones, abusos y usos indebidos de los datos.

 

3. Normalización de la vigilancia corporal

 

El uso cotidiano de dispositivos que escanean nuestro estado de salud convierte al cuerpo en objeto de escrutinio permanente, vulnerando la autonomía sobre el propio organismo.

 

4. Condicionamiento de derechos

 

Hoy es la vacunación. Mañana podrían ser otros marcadores de salud o incluso características genéticas las que definan si uno puede trabajar, estudiar o viajar.

 

El modelo chino y el precedente autoritario

 

En China, los códigos de salud en apps como WeChat o Alipay fueron integrados con sistemas de geolocalización, cámaras y datos bancarios. Esto permitió un control total de los movimientos y actividades de los ciudadanos, con semáforos de riesgo que restringían automáticamente la movilidad de los “no aptos”.

 

Este modelo ha sido analizado por expertos como Shoshana Zuboff (autora de La era del capitalismo de vigilancia) como un ejemplo de fusión entre vigilancia biométrica, gobernanza algorítmica y control político.

 

¿Un futuro condicionado por el ADN?

 

Algunas iniciativas ya exploran vincular el estado de salud a datos genéticos, como en el caso del pass sanitaire génomique en estudio en algunos laboratorios franceses. Esto abre preguntas inquietantes:

 

  • ¿Podría negarse un seguro o un empleo a alguien por predisposición genética a ciertas enfermedades?

 

  • ¿Quién decide qué información genética es relevante?

 

  • ¿Quién protege al individuo frente al uso político o económico de sus datos biológicos?

 

Conclusión

 

Los pasaportes digitales de salud fueron concebidos como soluciones temporales en una situación extraordinaria. Pero su posible consolidación como herramienta permanente marca un salto cualitativo en el control social: del registro de conductas al control del cuerpo y la biología.

 

En una sociedad gobernada por datos, el peligro no es solo lo que sabemos sobre el otro, sino el poder de decidir quién es digno de circular, de trabajar, de existir públicamente según un perfil biomédico.

 

La gran pregunta es: ¿Estamos dispuestos a ceder el control sobre nuestros cuerpos y nuestra salud a algoritmos y plataformas que no podemos auditar ni elegir?

 

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