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Lunes, 12 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:
Autor de “El calibrador de estrellas. Aprendizajes chinos para Occidente en el siglo XXI”

Julio Ceballos: "El éxito de China revela nuestras carencias: improvisación, mediocridad, desincentivación del esfuerzo y miedo a competir"

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Julio Ceballos Rodríguez (Reinosa, 1979) es un abogado-economista, consultor de negocios, escritor y poeta español, especializado en internacionalización y estrategia de mercado con un enfoque particular en China. A lo largo de los últimos años, Ceballos ha desarrollado una carrera internacional que lo ha llevado a residir en países como Finlandia, Alemania, Austria, Reino Unido y, desde 2006, China, donde ha vivido principalmente en Shanghái. Su experiencia multicultural ha moldeado su perspectiva global y su capacidad para adaptarse a diversos entornos culturales y profesionales. Además de su labor profesional, es un apasionado del deporte y la montaña, actividades que cultiva en su tiempo libre.

 

Experto en internacionalización, estrategia de mercado y negociación comercial, con casi dos décadas de experiencia ayudando a empresas occidentales a establecerse y expandirse en el mercado chino, ha liderado proyectos estratégicos para marcas de consumo en diversas industrias y ha desempeñado roles clave en empresas como Pronovias, Pikolín y Food Delivery Brands (grupo matriz de Telepizza, Pizza Hut, Jeno’s Pizza y Apache Pizza), donde ha sido responsable de la compra en China de productos no alimentarios.

 

Además, Julio Ceballos colabora con escuelas de negocios y entidades institucionales, impartiendo formación sobre cómo hacer negocios en China y ofreciendo análisis sobre la actualidad geopolítica del país. Es miembro activo de la Red del Talento Cántabro C2030, donde coordina la sección en Asia, fomentando la conexión entre profesionales cántabros en el extranjero.

 

Como escritor, Ceballos ha publicado ensayos y poemarios que reflejan su profundo conocimiento de China y su habilidad para el análisis crítico. Su ensayo Observar el arroz crecer. Cómo habitar un mundo liderado por China (Ed. Ariel, Grupo Planeta) ha sido un éxito editorial, alcanzando su sexta edición y siendo considerado uno de los libros sobre China más vendidos en España en las últimas dos décadas.

 

Su obra más reciente es El calibrador de estrellas. Aprendizajes chinos para Occidente en el siglo XXI (Ed. Ariel), ofrece 18 claves para comprender las estrategias del gigante asiático y adaptarlas al contexto occidental, abordando temas como la meritocracia, la inversión en educación y la planificación estratégica a largo plazo. El libro se presenta el próximo 28 de mayo, a las 19,30 horas, en el Clud Cantábrico de San Sebastián.

 

En el ámbito poético, ha publicado Cuaderno de Shanghai, un poemario bilingüe que combina paisajes de Cantabria y China, y ha sido galardonado con premios como el José Hierro del Ayuntamiento de Santander y el de Ensayo de la Universidad de Helsinki.

 

¿Qué le llevó a escribir un ensayo tan ambicioso sobre el modelo chino?
 

Lo que me impulsó fue una necesidad estratégica y cierto sentido de la responsabilidad, tras el éxito de “Observar el arroz crecer”. Llevo 20 años desarrollando mercado en China y he visto cómo el país ha transitado al liderazgo global. Europa necesita despertar y aprender. Este libro, realidad, no trata sobre China, es un manual urgente para que Europa (y en especial España) recalibre sus herramientas, sus estrategias y no se quede atrás.

 

¿Se ha sentido incomprendido o criticado desde ambos lados?
 

En realidad, no, aunque mi miedo era ese porque escribir sobre China es caminar por la cuerda floja. Si la criticas, eres occidentalista. Si reconoces sus aciertos, te llaman prochino. Afortunadamente, este libro – como el primero – está funcionando bien y abundan las buenas críticas. Yo no escribí para agradar, sino para entender y hacer entender. He objetivizado mis análisis y mi relato para no defraudar ni resultar parcial.

 

¿Qué significa el título El calibrador de estrellas?
 

Es una metáfora para Europa. Así como los antiguos astrónomos chinos usaban ese instrumento para orientarse, hoy necesitamos recalibrar nuestra brújula estratégica. Y también es el nombre del poema más complejo jamás escrito: una metáfora de que hay muchas formas de resolver los desafíos actuales.

 

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¿Qué aspectos del modelo chino considera exportables para fortalecer las democracias occidentales?
 

Planificación a largo plazo, cultura del esfuerzo, meritocracia operativa, soberanía tecnológica y una educación entendida como infraestructura estratégica, no como gasto.

 

Usted ha dicho que “China no es parte del problema, sino parte de la solución”. ¿Podría desarrollar esa idea?
 

El problema es nuestro cortoplacismo, no China. Su éxito revela nuestras carencias: improvisación, mediocridad, desincentivación del esfuerzo y miedo a competir. Si dejamos de ver a China como amenaza y la tratamos como un espejo, China puede servirnos para rediseñar nuestra estrategia. Es un competidor, sin duda, pero también es un socio poderoso con el que podemos cooperar en múltiples aspectos y del que podemos aprender grandes lecciones.

 

¿Cuál es el mayor estereotipo que deberíamos desmontar los occidentales al pensar en China?
 

Que es solo una fábrica de bajo coste o un “milagro económico”. Es un país de planificación, estrategia, innovación y talento. La ignorancia sobre China nos debilita más que China misma. Nuestra mayor amenaza no es China, sino nuestra falta de brújula estratégica para hacer frente con competitividad a los desafíos que plantea y con compromisos a largo plazo para aprovechar las oportunidades que nos ofrece.

 

¿Qué lecciones prácticas podemos extraer de su cultura del esfuerzo y meritocracia?
 

Que el mérito no es elitismo, es supervivencia. Que premiar el talento y exigir resultados fortalece cualquier sistema, también el democrático. El futuro será de quienes lo diseñen y lo ejecuten, no de quienes se dediquen sólo a regular o a esperar a que el orden mundial vuelva a ser el del siglo XX. Eso no va a suceder.

 

¿Cree que Occidente está preparado para seleccionar líderes con más exigencia?
 

Hoy no. Pero si no lo hacemos pronto, quedaremos rezagados. En China se asciende por competencia, no por carisma vacío. Nosotros premiamos la simpatía, no la solvencia. Eso debe cambiar.

 

¿Qué papel juega la educación (y la lectura) en la proyección de China como superpotencia?
 

La educación es la columna vertebral de su proyecto de Estado. Es su mayor infraestructura. En China no es un derecho pasivo: es una ventaja competitiva, una responsabilidad colectiva. Su principal inversión de futuro. Nosotros la hemos banalizado.

 

¿Qué significa que el mundo ya está “achinado”?
 

Significa que el mundo se mueve al ritmo de Asia pues en esa región del mundo se concentra el crecimiento económico y demográfico de las próximas décadas. La potencia líder en esa región es China, que define los estándares, marca los precios y diseña las prioridades. Para una empresa occidental, esto implica adaptarse, cooperar y comprender esos códigos o morir de irrelevancia. Para Europa implica decidir qué rol relevante queremos jugar y cómo.

 

¿El liderazgo global chino implica pérdida de valores occidentales?
 

No necesariamente. Solo si renunciamos a ellos por miedo, por falta de capacidad de reacción, descohesión o falta de identidad. Podemos fortalecer con algunos de sus métodos y buenas prácticas nuestro sistema, sin renunciar a nuestros valores y principios rectores. La clave es competir con inteligencia, no con nostalgia.

 

¿Qué nos puede enseñar China sobre cómo adaptarse al cambio sin renunciar a su identidad?
 

Que la identidad no es algo que se guarda, es algo que se actualiza, se protege y se fomenta. China ha cambiado mil veces, pero sin perder su brújula. Eso es lo que debemos hacer: evolucionar sin desfigurarnos. Nuestro sistema democrático, liberal, multipartidista y democrático es el más potente y resiliente cuando es eficaz. Necesitamos recuperar parte de la eficacia perdida.

 

¿Cuál es el mayor reto para convivir con una China líder mundial?
 

No entenderla. Si no comprendemos su lógica, su pragmatismo, su modelo, acabaremos siempre reaccionando tarde. El reto es cultural, no solo económico o político. Vivir, convivir y sobrevivir en este siglo XXI nos obliga a mirar el mundo desde donde lo miran los chinos. Esa mirada se parece más a la de la mayoría de la humanidad, que a la de Occidente.

 

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