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Miércoles, 14 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:
Presenta “Vida y muerte de un jardín de papel”

Menchu Gutiérrez: "Todo es cambio y el cambio está ligado a la creación"

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Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) es novelista, traductora y poeta. ­­De­ su amplia obra poética destacan El ojo de Newton, La mano muerta cuenta el dinero de la vida, La mordedura blanca (Premio de Poesía Ricardo Molina 1989), Lo extraño, la raíz y el ensayo biográfico San Juan de la Cruz. También ha publicado obras como Latente (2002), Disección de una tormenta (2005), Detrás de la boca (2007), La niebla, tres veces (2011), El faro por dentro (2011), Decir la nieve (2011), Araña, cisne, caballo (2014), Siete pasos más tarde (2017), La mitad de la casa (2021) y, ahora mismo, Vida y muerte de un jardín de papel, obra de la que hablamos en esta conversación con la escritora.

 

La imagen del jardín en miniatura de Shen Fou es la puerta de entrada a su texto. ¿Cuándo supo que esa historia sería la semilla del suyo?

 

Pensar de qué modo se recompone un libro interrumpido por la muerte despierta la memoria, en este caso de un animal que destruye lo que habías plantado, y la idea de que no es posible rebelarse contra una fuerza que es independiente de ti.

 

¿Cómo se produjo en usted el paso de un libro sobre el jardín a un libro atravesado por la muerte? ¿Fue un tránsito abrupto o una lenta transformación?

 

Al principio, empecé a escribir dos libros en paralelo, muy lentamente, dependiendo de mi estado de ánimo, hasta que me di cuenta de que estaba escribiendo en ambos sobre las mismas cosas y comencé a no distinguirlos y a hacerlos dialogar entre sí.  Porque en el jardín, además de la vida, se escriben también la decadencia, el accidente y la muerte. 

 

¿Qué implicaciones tiene escribir un libro para alguien que ya no está? ¿Se transforma la escritura en invocación, conversación o despedida?

 

Son preguntas que me hago a lo largo del libro, aunque no se presenten siempre como tales. Es decir, que a veces creo invocar una presencia y otras veces hablar con la memoria frente a un espejo.

 

¿Cómo vivió la tensión entre el silencio del duelo y la necesidad de seguir escribiendo?

 

Es un sentimiento totalmente paradójico que nunca había experimentado. Fue la semilla plantada del libro la que me hizo continuar. De no haberme encontrado en medio de un jardín que era un regalo para mi madre, muy probablemente no hubiera escrito sobre este duelo.

 

¿Cambia la forma de escribir cuando se escribe desde la pérdida?

 

Las emociones moldean, configuran la escritura. Yo creo que, de alguna forma, escribimos siempre desde un vacío, por algo perdido o por algo que nos falta y que anhelamos.

 

¿Qué papel juegan las flores en este libro? ¿Son consuelo, símbolo, materia de resistencia o lenguaje alternativo?

 

Un poco de todo. Me gusta lo que acaba de decir de “lenguaje alternativo”. Es una forma bella y acertada de verlo. Las flores hablan su propio lenguaje y en este libro tienen en gran medida esa misión, la de comunicar toda una sintaxis de la emoción.

 

El libro está lleno de imágenes preciosas, pero también de ruina y descomposición. ¿Cree que el arte puede florecer en la devastación?

 

La devastación es la nada. En este libro se contemplan más, efectivamente, la ruina y la descomposición, y muy cerca de estas se empieza a fraguar la metamorfosis. Todo es cambio y el cambio está ligado a la creación.

 

Ha mencionado los jarrones, los herbarios, las alfombrasObjetos frágiles y a la vez llenos de memoria. ¿Diría que el libro está escrito también desde una arqueología de lo íntimo?

 

Sí, hay una indagación personal hacia la infancia, y diría que hacia la infancia de todas las cosas. Hay un deshacer el camino hasta llegar al vientre materno, ese momento en el que una madre y una hija, en este caso, conformaban una unidad.

 

¿Cómo se borda un jardín con palabras? ¿Cuáles son las herramientas del jardinero-escritor?

 

Yo pinté y dibujé mucho en mi juventud, y creo que he vuelto al pincel para pintar con las palabras en este libro. Pero también he utilizado otros sentidos. Es verdad que el jardín se puede bordar como un tapiz antiguo.

 

¿Qué flores o plantas del mundo literario le acompañaron durante la escritura? ¿Hubo lecturas concretas que le ayudaron a caminar este duelo?

 

He escrito mucho sobre la rosa, no sólo por su extraordinaria belleza y porque había muchos rosales en el jardín de mi infancia, sino porque es una belleza que implica un riesgo. Y es que en el libro la espina tiene un gran protagonismo. La espina es una aguja conectada a una jeringuilla cargada con el suero de la verdad. La lectura de Rilke o de Paul Celan, por ejemplo, acuden a mí como los mejores amigos que te acompañan en los momentos difíciles.

 

¿Podría compartirnos alguna página, imagen o idea que brotó inesperadamente mientras escribía entre las ruinasdel libro anterior?

 

La idea de que algunas fotografías antiguas que conservaba en una caja de cartón eran como los gusanos de seda que criábamos de niños en cajas de cartón agujereadas y que vivían una metamorfosis en su interior, del gusano, al capullo de seda y la mariposa. Me pareció que las fotografías, al abrir de nuevo la caja, habían sufrido otra clase de metamorfosis.

 

Si tuviera que ofrecer una flor simbólica a los lectores que hoy atraviesan un duelo, ¿cuál elegiría y por qué?

 

Creo que les invitaría a buscar la flor azul sobre la que escribieron los románticos. Esa que no sabemos si existe, que quizá está en todas partes o en ninguna.

 

¿Qué desea que quede en el lector después de adentrarse en este jardín de papel?

 

El deseo de plantar un jardín propio, de tierra o de papel, ambos realizan la fotosíntesis.

 

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