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Manuel Molares do Val
Viernes, 05 de Diciembre de 2014 Tiempo de lectura:

Pequeño Pablo, Pujol, Barcenas...

Pablo Manuel Iglesias Turrión, el Pequeño Pablo, que asegura que barrerá la corrupción cuando presida el gobierno español, defraudó al Estado exigiendo que le pagaran en negro, sin IVA ni facturas, en la televisión que emitía su programa “La Tuerka”. 

 

Lo denuncia su exsocio Enrique Riobóo, dueño del Canal 33, que resalta que lo importante no es la cantidad defraudada, sino la disposición al fraude del nuevo líder político. 

 

Atentos, porque quien empieza así suele robar cantidades gigantescas cuando tiene acceso a grandes capitales. 

 

Ese es el peligro del pequeño delincuente que sube en la escala social, económica o política.

 

Es un axiona. Una ley de vida. Ni Jordi Pujol, ni Luis Bárcenas, ni los sindicalistas como Juan Lanzas o los alcaldes corruptos robaban mucho cuando aún administraban poco presupuesto. 

 

Al principio se arreglaban defraudando poco más que calderilla como hacía presuntamente el Pequeño Pablo en el Canal 33 con lo que le pagaban los sangrientos regímenes de Irán y Venezuela para que les hiciera propaganda

 

Hay quien quiere restarle importancia a las corruptelas de estos nuevos líderes, pero la experiencia enseña que quienes no son limpios cuando empiezan serán mucho más sucios cuando alcancen lo que buscan. 

 

Es como la mafia universitaria de la endogamia y el nepotismo de la que han salido los líderes de Podemos como Íñigo Errejón, el número dos: forman un club privado de señoritos, sociedad de socorros mutuos cerrada a quienes no son como ellos y sostenida con los impuestos que nos chupan. 

 

Quienes empiezan viviendo en la inmoralidad, como estos nuevos políticos, terminan extendiéndola allá donde estén. 

 

Esta gente, corrupta con el dinero y los puestos de trabajo más habituales, además de arruinar el país con sus ideas fasciocomunistas, asaltará nuestras casas, literalmente, para robarle hasta las huchas de barro a nuestros niños.

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