La gran batalla entre el socialismo globalista y el conservadurismo patriótico se dirime en Rumanía, Polonia y Portugal
Este domingo se juega mucho más que tres elecciones nacionales. En Bucarest, Varsovia y Lisboa, los votantes tienen en sus manos el rumbo de una Europa dividida entre el proyecto globalista socialista y la resistencia conservadora y soberanista.
En Rumanía, George Simion llega a la segunda vuelta presidencial con viento a favor. Su 40,9% en la primera ronda frente al 20,9% del centrista Nicușor Dan lo convierte en favorito para conquistar el Palacio Cotroceni. Pero detrás de estos números late una historia más profunda: el hastío de los rumanos con un sistema que anuló las elecciones de 2024 por "injerencia rusa", dejando al descubierto las costuras de una democracia frágil.
El líder de AUR ha conseguido lo que parecía imposible: unir bajo su bandera a una sociedad fragmentada. Su mensaje anti-élites y pro-soberanía resuena en un país cansado de ser tratado como provincia de Bruselas. La dimisión del primer ministro Marcel Ciolacu tras el fiasco electoral ha dejado el gobierno en manos de un interino sin músculo parlamentario, una metáfora perfecta del colapso del establishment tradicional.
La minoría húngara puede ser la llave. Viktor Orbán ya ha movido ficha: "Los rumanos pueden contar con los húngaros en su lucha por la cristiandad y la soberanía". Si Simion gana, promete convertir las políticas del primer ministro húngaro en "política de Estado".
En Polonia, Rafal Trzaskowski parte como favorito con algo más del 30% en las encuestas, pero lejos del 50% que evitaría una segunda vuelta en junio. El alcalde de la capital representa la continuidad del proyecto europeísta de Donald Tusk, aunque su campaña ha perdido fuelle en las últimas semanas.
Su rival, el historiador Karol Nawrocki del partido Ley y Justicia, ha recibido un espaldarazo inesperado: el respaldo de Donald Trump. A cinco puntos de Trzaskowski, Nawrocki encarna la resistencia patriótica en un país orgulloso de su independencia. La sorpresa puede venir de Slawomir Mentzen, el candidato de Confederación que arrasa en TikTok y seduce a los jóvenes.
Con 30 millones de polacos llamados a las urnas, la partida está abierta. Una victoria de Trzaskowski allanarían el camino a Tusk; un triunfo soberanista complicaría los planes del actual primer ministro.
En Portugal, la tercera elección en tres años reproduce el mismo guión: la Alianza Democrática de Montenegro lidera las encuestas con un 32%, pero sin mayoría absoluta. El verdadero protagonista es el partido de nueva derecha CHEGA, que ha crecido hasta rozar el 20% de intención de voto.
André Ventura mantiene el pulso al establishment: "Si quieres un cambio, no votes por las mismas personas de siempre". Pero Montenegro sigue negándose a pactar con los patriotas, condenando al país a la ingobernabilidad. El presidente Marcelo Rebelo de Sousa ya ha advertido: no habrá más elecciones en doce meses.
Estas tres citas electorales dibujan el mapa de una Europa en disputa. Simion cuenta con el apoyo explícito de Marine Le Pen y Giorgia Meloni. Nawrocki tiene el guiño de Trump. Ventura representa la alternativa que crece en un país atrapado por el corsé del bipartidismo socialista de izquierda y derecha.
Los resultados de este domingo pueden reforzar el eje soberanista que ya conecta Roma, Budapest y, posiblemente, Bucarest. O pueden servir de cortafuegos para un proyecto europeo cada vez más cuestionado por sus propios ciudadanos.
En cualquier caso, una cosa es segura: Europa ya no será la misma después de este 18 de mayo.
Este domingo se juega mucho más que tres elecciones nacionales. En Bucarest, Varsovia y Lisboa, los votantes tienen en sus manos el rumbo de una Europa dividida entre el proyecto globalista socialista y la resistencia conservadora y soberanista.
En Rumanía, George Simion llega a la segunda vuelta presidencial con viento a favor. Su 40,9% en la primera ronda frente al 20,9% del centrista Nicușor Dan lo convierte en favorito para conquistar el Palacio Cotroceni. Pero detrás de estos números late una historia más profunda: el hastío de los rumanos con un sistema que anuló las elecciones de 2024 por "injerencia rusa", dejando al descubierto las costuras de una democracia frágil.
El líder de AUR ha conseguido lo que parecía imposible: unir bajo su bandera a una sociedad fragmentada. Su mensaje anti-élites y pro-soberanía resuena en un país cansado de ser tratado como provincia de Bruselas. La dimisión del primer ministro Marcel Ciolacu tras el fiasco electoral ha dejado el gobierno en manos de un interino sin músculo parlamentario, una metáfora perfecta del colapso del establishment tradicional.
La minoría húngara puede ser la llave. Viktor Orbán ya ha movido ficha: "Los rumanos pueden contar con los húngaros en su lucha por la cristiandad y la soberanía". Si Simion gana, promete convertir las políticas del primer ministro húngaro en "política de Estado".
En Polonia, Rafal Trzaskowski parte como favorito con algo más del 30% en las encuestas, pero lejos del 50% que evitaría una segunda vuelta en junio. El alcalde de la capital representa la continuidad del proyecto europeísta de Donald Tusk, aunque su campaña ha perdido fuelle en las últimas semanas.
Su rival, el historiador Karol Nawrocki del partido Ley y Justicia, ha recibido un espaldarazo inesperado: el respaldo de Donald Trump. A cinco puntos de Trzaskowski, Nawrocki encarna la resistencia patriótica en un país orgulloso de su independencia. La sorpresa puede venir de Slawomir Mentzen, el candidato de Confederación que arrasa en TikTok y seduce a los jóvenes.
Con 30 millones de polacos llamados a las urnas, la partida está abierta. Una victoria de Trzaskowski allanarían el camino a Tusk; un triunfo soberanista complicaría los planes del actual primer ministro.
En Portugal, la tercera elección en tres años reproduce el mismo guión: la Alianza Democrática de Montenegro lidera las encuestas con un 32%, pero sin mayoría absoluta. El verdadero protagonista es el partido de nueva derecha CHEGA, que ha crecido hasta rozar el 20% de intención de voto.
André Ventura mantiene el pulso al establishment: "Si quieres un cambio, no votes por las mismas personas de siempre". Pero Montenegro sigue negándose a pactar con los patriotas, condenando al país a la ingobernabilidad. El presidente Marcelo Rebelo de Sousa ya ha advertido: no habrá más elecciones en doce meses.
Estas tres citas electorales dibujan el mapa de una Europa en disputa. Simion cuenta con el apoyo explícito de Marine Le Pen y Giorgia Meloni. Nawrocki tiene el guiño de Trump. Ventura representa la alternativa que crece en un país atrapado por el corsé del bipartidismo socialista de izquierda y derecha.
Los resultados de este domingo pueden reforzar el eje soberanista que ya conecta Roma, Budapest y, posiblemente, Bucarest. O pueden servir de cortafuegos para un proyecto europeo cada vez más cuestionado por sus propios ciudadanos.
En cualquier caso, una cosa es segura: Europa ya no será la misma después de este 18 de mayo.