Prohibición programada: El algoritmo que decide por ti
![[Img #28094]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/05_2025/6921_cbbbbbb.jpg)
Durante siglos, la libertad individual ha estado ligada a la capacidad de elegir: entre alternativas políticas, estilos de vida, ideas, productos o comportamientos. Pero en el nuevo ecosistema digital, esa libertad se encuentra cada vez más condicionada por algoritmos invisibles que limitan, bloquean o guían nuestras decisiones sin que lo advirtamos del todo. Bienvenidos al régimen de la prohibición programada: un sistema en el que la inteligencia artificial no solo predice, sino que anticipa y restringe la conducta humana.
¿Qué es la prohibición programada?
Se trata de mecanismos automatizados que impiden ciertas acciones o decisiones basándose en cálculos algorítmicos. No se requiere una ley ni una orden humana. Es el sistema, entrenado con millones de datos, el que filtra, deniega o castiga en tiempo real. Algunos ejemplos:
-
Redes sociales que eliminan o censuran contenido antes de ser publicado.
-
Plataformas bancarias que bloquean transacciones por “riesgo” de fraude, moralidad o reputación.
-
Sistemas de movilidad que limitan trayectos según perfil energético, social o sanitario.
-
Aplicaciones escolares que impiden el acceso a contenidos "no educativos" mediante IA.
El resultado es un mundo donde no hay sanción explícita, pero sí una exclusión automatizada, que impide actuar más allá del marco tolerado por el código.
El algoritmo como árbitro moral
Las plataformas digitales ya no son neutrales: configuran el campo de lo posible. Mediante mecanismos de reputación, vetos automatizados y sugerencias forzadas, moldean el comportamiento sin necesidad de coerción visible. Algunos ejemplos:
-
Un usuario con baja puntuación no puede alquilar un coche ni hospedarse en ciertas plataformas.
-
Un periodista crítico es desmonetizado sin explicación.
-
Un ciudadano compra determinados libros y sus recomendaciones cambian, sus anuncios se adaptan y sus movimientos quedan restringidos por "prevención".
Lo más inquietante es que no hay proceso deliberativo, ni apelación, ni espacio público que revise estas decisiones.
Del "puedes" al "debes": gobernanza algorítmica del deseo
Este sistema no solo prohíbe lo indeseable: también induce lo deseable. La IA no se limita a limitar conductas, sino que diseña el entorno de decisiones, eliminando caminos no previstos o menos rentables para el sistema. Esto conduce a:
-
Homogeneización del comportamiento: todos ven, consumen y piensan lo mismo.
-
Alineación moral forzada: lo políticamente correcto es lo único accesible.
-
Automatización de la obediencia: no se necesita represión, basta con rediseñar la interfaz.
Casos reales y advertencias tempranas
-
En Canadá, plataformas de pagos han congelado fondos de donantes a protestas sociales bajo supuestos de “riesgo reputacional”.
-
En España, sistemas escolares con IA bloquean términos de búsqueda considerados impropios, sin permitir debate pedagógico.
-
En China, ciertos movimientos de ciudadanos pueden ser denegados automáticamente por "conducta sospechosa previa", sin orden judicial.
Expertos como Cathy O’Neil (Weapons of Math Destruction) o Shoshana Zuboff han advertido que estas tecnologías crean formas de castigo preventivo, donde la conducta aceptable ya no se decide en el espacio público, sino en el código cerrado de una empresa o gobierno.
Conclusión
La prohibición programada representa un nuevo tipo de régimen: no totalitario en su forma clásica, pero sí profundamente tecnocrático, donde la libertad se convierte en una ilusión operativa. Todo parece funcionar —mientras no te desvíes del patrón.
Es el algoritmo, y no la ley, el que regula nuestras elecciones. Y lo hace sin dar explicaciones, sin admitir excepciones y sin aceptar resistencia.
La gran pregunta de este tiempo no es solo si nos espían o nos manipulan, sino si nos dejarán seguir eligiendo.
Durante siglos, la libertad individual ha estado ligada a la capacidad de elegir: entre alternativas políticas, estilos de vida, ideas, productos o comportamientos. Pero en el nuevo ecosistema digital, esa libertad se encuentra cada vez más condicionada por algoritmos invisibles que limitan, bloquean o guían nuestras decisiones sin que lo advirtamos del todo. Bienvenidos al régimen de la prohibición programada: un sistema en el que la inteligencia artificial no solo predice, sino que anticipa y restringe la conducta humana.
¿Qué es la prohibición programada?
Se trata de mecanismos automatizados que impiden ciertas acciones o decisiones basándose en cálculos algorítmicos. No se requiere una ley ni una orden humana. Es el sistema, entrenado con millones de datos, el que filtra, deniega o castiga en tiempo real. Algunos ejemplos:
-
Redes sociales que eliminan o censuran contenido antes de ser publicado.
-
Plataformas bancarias que bloquean transacciones por “riesgo” de fraude, moralidad o reputación.
-
Sistemas de movilidad que limitan trayectos según perfil energético, social o sanitario.
-
Aplicaciones escolares que impiden el acceso a contenidos "no educativos" mediante IA.
El resultado es un mundo donde no hay sanción explícita, pero sí una exclusión automatizada, que impide actuar más allá del marco tolerado por el código.
El algoritmo como árbitro moral
Las plataformas digitales ya no son neutrales: configuran el campo de lo posible. Mediante mecanismos de reputación, vetos automatizados y sugerencias forzadas, moldean el comportamiento sin necesidad de coerción visible. Algunos ejemplos:
-
Un usuario con baja puntuación no puede alquilar un coche ni hospedarse en ciertas plataformas.
-
Un periodista crítico es desmonetizado sin explicación.
-
Un ciudadano compra determinados libros y sus recomendaciones cambian, sus anuncios se adaptan y sus movimientos quedan restringidos por "prevención".
Lo más inquietante es que no hay proceso deliberativo, ni apelación, ni espacio público que revise estas decisiones.
Del "puedes" al "debes": gobernanza algorítmica del deseo
Este sistema no solo prohíbe lo indeseable: también induce lo deseable. La IA no se limita a limitar conductas, sino que diseña el entorno de decisiones, eliminando caminos no previstos o menos rentables para el sistema. Esto conduce a:
-
Homogeneización del comportamiento: todos ven, consumen y piensan lo mismo.
-
Alineación moral forzada: lo políticamente correcto es lo único accesible.
-
Automatización de la obediencia: no se necesita represión, basta con rediseñar la interfaz.
Casos reales y advertencias tempranas
-
En Canadá, plataformas de pagos han congelado fondos de donantes a protestas sociales bajo supuestos de “riesgo reputacional”.
-
En España, sistemas escolares con IA bloquean términos de búsqueda considerados impropios, sin permitir debate pedagógico.
-
En China, ciertos movimientos de ciudadanos pueden ser denegados automáticamente por "conducta sospechosa previa", sin orden judicial.
Expertos como Cathy O’Neil (Weapons of Math Destruction) o Shoshana Zuboff han advertido que estas tecnologías crean formas de castigo preventivo, donde la conducta aceptable ya no se decide en el espacio público, sino en el código cerrado de una empresa o gobierno.
Conclusión
La prohibición programada representa un nuevo tipo de régimen: no totalitario en su forma clásica, pero sí profundamente tecnocrático, donde la libertad se convierte en una ilusión operativa. Todo parece funcionar —mientras no te desvíes del patrón.
Es el algoritmo, y no la ley, el que regula nuestras elecciones. Y lo hace sin dar explicaciones, sin admitir excepciones y sin aceptar resistencia.
La gran pregunta de este tiempo no es solo si nos espían o nos manipulan, sino si nos dejarán seguir eligiendo.