Islamismo: La ceguera voluntaria de las élites europeas
Europa está siendo infiltrada. No con ejércitos ni cañones, sino con discursos amables, subvenciones comunitarias y una estrategia de infiltración que los Hermanos Musulmanes han perfeccionado durante décadas. Y mientras esto sucede, una pregunta resulta inevitable: ¿Dónde estaban las élites liberales europeas? La respuesta es tan dura como simple: mirando hacia otro lado.
Durante años, responsables políticos, comisarios europeos y altos funcionarios han preferido abrazar la comodidad de un multiculturalismo ingenuo antes que enfrentar el hecho de que algunas de las organizaciones a las que financiaban bajo el pretexto de la "inclusión" y los "derechos humanos" servían como caballo de Troya de un proyecto ideológico islamista.
Los datos son irrefutables. Islamic Relief Worldwide, ENAR, FEMYSO, Musulmanes de Francia: nombres que se repiten en los informes de inteligencia y que reciben millones en subvenciones públicas. Mientras tanto, la Unión Europea financia proyectos como el "Corán europeo" con presupuestos millonarios, sin medir las consecuencias culturales y políticas.
No se trata de conspiraciones ni de fobias. Se trata de hechos. De documentos oficiales. De redes asociativas que actúan con una doble agenda. De predicadores digitales que adoctrinan a jóvenes europeos en el odio a la laicidad, al Estado de Derecho y a las libertades que tanto costó conquistar. Se trata de una ofensiva ideológica organizada, sistemática, respaldada por potencias extranjeras y aplaudida, por acción u omisión, por una parte del aparato institucional y político europeo.
Las elites han fallado. Por miedo al estigma, por comodidad burocrática o por cálculo electoral. Han traicionado su misión de proteger el modelo civilizacional europeo, basado en la democracia, la igualdad de sexos y la libertad individual. En su lugar, han entregado espacios claves de poder cultural, educativo y social a organizaciones que aspiran, sin ocultarlo, a sustituir los valores europeos por los de la sharia.
Aquí no hay odio sino una advertencia. Europa está a tiempo de reaccionar. Pero para hacerlo, debe mirar de frente a su enemigo interno. Debe cortar los flujos de dinero, establecer límites legales claros, exigir transparencia a toda ONG que reciba fondos, y sobre todo, abandonar de una vez por todas la lógica absurda del apaciguamiento socialdemócrata.
Si nuestras élites no están dispuestas a defender Europa, será el pueblo quien tendrá que hacerlo.
Europa está siendo infiltrada. No con ejércitos ni cañones, sino con discursos amables, subvenciones comunitarias y una estrategia de infiltración que los Hermanos Musulmanes han perfeccionado durante décadas. Y mientras esto sucede, una pregunta resulta inevitable: ¿Dónde estaban las élites liberales europeas? La respuesta es tan dura como simple: mirando hacia otro lado.
Durante años, responsables políticos, comisarios europeos y altos funcionarios han preferido abrazar la comodidad de un multiculturalismo ingenuo antes que enfrentar el hecho de que algunas de las organizaciones a las que financiaban bajo el pretexto de la "inclusión" y los "derechos humanos" servían como caballo de Troya de un proyecto ideológico islamista.
Los datos son irrefutables. Islamic Relief Worldwide, ENAR, FEMYSO, Musulmanes de Francia: nombres que se repiten en los informes de inteligencia y que reciben millones en subvenciones públicas. Mientras tanto, la Unión Europea financia proyectos como el "Corán europeo" con presupuestos millonarios, sin medir las consecuencias culturales y políticas.
No se trata de conspiraciones ni de fobias. Se trata de hechos. De documentos oficiales. De redes asociativas que actúan con una doble agenda. De predicadores digitales que adoctrinan a jóvenes europeos en el odio a la laicidad, al Estado de Derecho y a las libertades que tanto costó conquistar. Se trata de una ofensiva ideológica organizada, sistemática, respaldada por potencias extranjeras y aplaudida, por acción u omisión, por una parte del aparato institucional y político europeo.
Las elites han fallado. Por miedo al estigma, por comodidad burocrática o por cálculo electoral. Han traicionado su misión de proteger el modelo civilizacional europeo, basado en la democracia, la igualdad de sexos y la libertad individual. En su lugar, han entregado espacios claves de poder cultural, educativo y social a organizaciones que aspiran, sin ocultarlo, a sustituir los valores europeos por los de la sharia.
Aquí no hay odio sino una advertencia. Europa está a tiempo de reaccionar. Pero para hacerlo, debe mirar de frente a su enemigo interno. Debe cortar los flujos de dinero, establecer límites legales claros, exigir transparencia a toda ONG que reciba fondos, y sobre todo, abandonar de una vez por todas la lógica absurda del apaciguamiento socialdemócrata.
Si nuestras élites no están dispuestas a defender Europa, será el pueblo quien tendrá que hacerlo.