Estudio en "Nature"
Hallazgo sin precedentes en la Bahía de Vizcaya: antecesores de los vascos crearon los primeros talleres humanos con huesos de ballena, hace 20.000 años
Un equipo internacional de arqueólogos y científicos acaba de desenterrar una historia olvidada durante milenios: hace más de 20.000 años, los habitantes prehistóricos de la actual Bahía de Vizcaya no solo caminaban junto al mar, sino que recolectaban los restos de ballenas varadas para convertir sus huesos en herramientas y armas. La investigación, publicada en Nature Communications, revela la evidencia más antigua conocida del trabajo humano con huesos de cetáceos.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia de la investigación (en inglés) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Utilizando técnicas de vanguardia como la espectrometría de masas (ZooMS) y el análisis de isótopos estables, los investigadores han identificado restos óseos de al menos seis especies distintas de ballenas, incluyendo la ballena azul, la gris, la franca y el cachalote. Estos huesos fueron trabajados con una habilidad sorprendente para crear puntas de proyectil, astiles y otros útiles, lo que demuestra una temprana adaptación de los grupos humanos a los recursos del litoral.
“Estamos ante una revolución en el conocimiento de las culturas del Magdaleniense”, señala Jean-Marc Pétillon, coautor del estudio. “Estos grupos no solo conocían a las ballenas; las integraban activamente en su vida cotidiana”.
Los hallazgos provienen de más de 20 yacimientos entre Asturias, Cantabria y el suroeste de Francia, con especial atención al caso de la cueva de Santa Catalina (Vizcaya), donde se hallaron 90 fragmentos óseos de ballena con signos de fracturación humana, posiblemente para extraer grasa o aceite. “Imaginemos —explica uno de los autores— a los cazadores-recolectores transportando costillas de ballena por acantilados escarpados para aprovechar su contenido energético. No lo hacían por casualidad, sino porque sabían el valor de ese material”.
El estudio también documenta un auge en la utilización de huesos de ballena entre hace 17.500 y 16.000 años, seguido de un declive abrupto. ¿Qué ocurrió? ¿Cambio climático, pérdida de rutas de intercambio o simple abandono cultural? Las preguntas siguen abiertas.
Más allá del hallazgo arqueológico, la investigación arroja luz sobre la ecología marina del Paleolítico, revelando una riqueza de cetáceos que hoy apenas sobrevive. “Estas ballenas vivieron en aguas más frías, tal vez similares a las del Ártico actual. Su diversidad y abundancia nos habla de un Atlántico Norte mucho más vital que el que conocemos hoy”, concluyen los autores.
Un equipo internacional de arqueólogos y científicos acaba de desenterrar una historia olvidada durante milenios: hace más de 20.000 años, los habitantes prehistóricos de la actual Bahía de Vizcaya no solo caminaban junto al mar, sino que recolectaban los restos de ballenas varadas para convertir sus huesos en herramientas y armas. La investigación, publicada en Nature Communications, revela la evidencia más antigua conocida del trabajo humano con huesos de cetáceos.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia de la investigación (en inglés) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Utilizando técnicas de vanguardia como la espectrometría de masas (ZooMS) y el análisis de isótopos estables, los investigadores han identificado restos óseos de al menos seis especies distintas de ballenas, incluyendo la ballena azul, la gris, la franca y el cachalote. Estos huesos fueron trabajados con una habilidad sorprendente para crear puntas de proyectil, astiles y otros útiles, lo que demuestra una temprana adaptación de los grupos humanos a los recursos del litoral.
“Estamos ante una revolución en el conocimiento de las culturas del Magdaleniense”, señala Jean-Marc Pétillon, coautor del estudio. “Estos grupos no solo conocían a las ballenas; las integraban activamente en su vida cotidiana”.
Los hallazgos provienen de más de 20 yacimientos entre Asturias, Cantabria y el suroeste de Francia, con especial atención al caso de la cueva de Santa Catalina (Vizcaya), donde se hallaron 90 fragmentos óseos de ballena con signos de fracturación humana, posiblemente para extraer grasa o aceite. “Imaginemos —explica uno de los autores— a los cazadores-recolectores transportando costillas de ballena por acantilados escarpados para aprovechar su contenido energético. No lo hacían por casualidad, sino porque sabían el valor de ese material”.
El estudio también documenta un auge en la utilización de huesos de ballena entre hace 17.500 y 16.000 años, seguido de un declive abrupto. ¿Qué ocurrió? ¿Cambio climático, pérdida de rutas de intercambio o simple abandono cultural? Las preguntas siguen abiertas.
Más allá del hallazgo arqueológico, la investigación arroja luz sobre la ecología marina del Paleolítico, revelando una riqueza de cetáceos que hoy apenas sobrevive. “Estas ballenas vivieron en aguas más frías, tal vez similares a las del Ártico actual. Su diversidad y abundancia nos habla de un Atlántico Norte mucho más vital que el que conocemos hoy”, concluyen los autores.