Nueva investigación
El peligro invisible: Científicos alertan sobre una amenaza oculta en la órbita de Venus
En el silencio cósmico que separa a Venus de la Tierra, una amenaza potencial avanza inadvertida. Un equipo de astrofísicos encabezado por Valerio Carruba (UNESP, Brasil) ha revelado la existencia probable de una vasta población de asteroides que comparten órbita con Venus y que, debido a su posición y características orbitales, podrían representar un riesgo de colisión con nuestro planeta.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio (en inglés) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
El estudio, publicado el 23 de mayo en la revista Astronomy & Astrophysics, se titula de forma inquietante: “La amenaza invisible”. Utilizando modelos semi-analíticos y simulaciones a largo plazo, los investigadores han demostrado que existen condiciones dinámicas ideales para que una amplia familia de asteroides co-orbitales de Venus —es decir, que giran alrededor del Sol en sincronía con este planeta— pasen cerca de la Tierra, algunos incluso a distancias inferiores a 75.000 kilómetros.
Aunque actualmente solo se conocen 20 asteroides co-orbitales de Venus, la mayoría con órbitas excéntricas que los acercan eventualmente a la Tierra, los científicos advierten que esta cifra podría ser solo la punta del iceberg. La mayoría de estos cuerpos celestes permanecen ocultos para los telescopios terrestres debido a limitaciones técnicas y a su cercanía al Sol en el cielo.
Pero lo alarmante es esto: al menos tres de los asteroides ya identificados (2020 SB, 524522 y 2020 CL1) tienen tamaños que oscilan entre 300 y 400 metros de diámetro y podrían liberar, en caso de impacto, una energía de hasta 4 millones de toneladas de TNT —suficiente para destruir una ciudad entera o generar un tsunami si impactaran en el mar.
“Estamos ante una amenaza potencialmente devastadora que no podemos ver con facilidad desde la Tierra”, afirman los autores. “Las simulaciones muestran que existe una franja orbital estable, con baja excentricidad, desde la cual estos asteroides podrían iniciar encuentros peligrosos con nuestro planeta a lo largo de los próximos 12.000 años”.
Para complicar aún más la situación, el equipo confirma que el observatorio terrestre más prometedor, el Vera C. Rubin en Chile, tiene una capacidad limitada para detectar objetos con baja excentricidad y cercanos al Sol. Estos cuerpos suelen aparecer brevemente al amanecer o al anochecer y requieren condiciones de observación óptimas. “Existe un sesgo observacional claro: detectamos más fácilmente los asteroides que se acercan mucho a la Tierra, pero no necesariamente los que podrían representar una amenaza real”, añade Carruba.
La solución, según el estudio, pasa por mirar desde otra perspectiva. Literalmente. Los autores sugieren que futuras misiones espaciales deberían incluir telescopios en órbita alrededor de Venus o en sus puntos de Lagrange, que podrían vigilar de forma más efectiva esta peligrosa zona ciega. Misiones como la propuesta CROWN, que plantea una constelación de telescopios desde órbitas venusianas, podrían revolucionar la vigilancia del sistema solar interior.
Mientras tanto, la advertencia está lanzada. En las profundidades del espacio interior, ocultos por la geometría orbital y las limitaciones tecnológicas, los "fantasmas de Venus" podrían estar esperando su momento.
En el silencio cósmico que separa a Venus de la Tierra, una amenaza potencial avanza inadvertida. Un equipo de astrofísicos encabezado por Valerio Carruba (UNESP, Brasil) ha revelado la existencia probable de una vasta población de asteroides que comparten órbita con Venus y que, debido a su posición y características orbitales, podrían representar un riesgo de colisión con nuestro planeta.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio (en inglés) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
El estudio, publicado el 23 de mayo en la revista Astronomy & Astrophysics, se titula de forma inquietante: “La amenaza invisible”. Utilizando modelos semi-analíticos y simulaciones a largo plazo, los investigadores han demostrado que existen condiciones dinámicas ideales para que una amplia familia de asteroides co-orbitales de Venus —es decir, que giran alrededor del Sol en sincronía con este planeta— pasen cerca de la Tierra, algunos incluso a distancias inferiores a 75.000 kilómetros.
Aunque actualmente solo se conocen 20 asteroides co-orbitales de Venus, la mayoría con órbitas excéntricas que los acercan eventualmente a la Tierra, los científicos advierten que esta cifra podría ser solo la punta del iceberg. La mayoría de estos cuerpos celestes permanecen ocultos para los telescopios terrestres debido a limitaciones técnicas y a su cercanía al Sol en el cielo.
Pero lo alarmante es esto: al menos tres de los asteroides ya identificados (2020 SB, 524522 y 2020 CL1) tienen tamaños que oscilan entre 300 y 400 metros de diámetro y podrían liberar, en caso de impacto, una energía de hasta 4 millones de toneladas de TNT —suficiente para destruir una ciudad entera o generar un tsunami si impactaran en el mar.
“Estamos ante una amenaza potencialmente devastadora que no podemos ver con facilidad desde la Tierra”, afirman los autores. “Las simulaciones muestran que existe una franja orbital estable, con baja excentricidad, desde la cual estos asteroides podrían iniciar encuentros peligrosos con nuestro planeta a lo largo de los próximos 12.000 años”.
Para complicar aún más la situación, el equipo confirma que el observatorio terrestre más prometedor, el Vera C. Rubin en Chile, tiene una capacidad limitada para detectar objetos con baja excentricidad y cercanos al Sol. Estos cuerpos suelen aparecer brevemente al amanecer o al anochecer y requieren condiciones de observación óptimas. “Existe un sesgo observacional claro: detectamos más fácilmente los asteroides que se acercan mucho a la Tierra, pero no necesariamente los que podrían representar una amenaza real”, añade Carruba.
La solución, según el estudio, pasa por mirar desde otra perspectiva. Literalmente. Los autores sugieren que futuras misiones espaciales deberían incluir telescopios en órbita alrededor de Venus o en sus puntos de Lagrange, que podrían vigilar de forma más efectiva esta peligrosa zona ciega. Misiones como la propuesta CROWN, que plantea una constelación de telescopios desde órbitas venusianas, podrían revolucionar la vigilancia del sistema solar interior.
Mientras tanto, la advertencia está lanzada. En las profundidades del espacio interior, ocultos por la geometría orbital y las limitaciones tecnológicas, los "fantasmas de Venus" podrían estar esperando su momento.