Miedo
Angustia es miedo a lo desconocido. Terror es miedo muy intenso, a menudo causado por una amenaza o peligro real o percibido. Cuando el miedo es irracional se convierte en fobia. El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. El pánico es una reacción colectiva muy temida, a pesar de no ser la más frecuente que se puede definir como el miedo colectivo intenso, sentido por todos los individuos de una población. Hubo y hay grupos, poderes fácticos, situaciones que son capaces de gestionar la existencia y consecuencias del miedo.
El país de los vascos fue durante décadas el centro neurálgico del miedo patrio. El nacionalismo, al igual que en otros tiempos la Iglesia Católica, supo gestionar el miedo. El instrumento era la violencia política. La no aceptación de los principios fundamentales para la construcción nacional de una nación vasca con Estado suponía ser señalado como enemigo del pueblo vasco y atenerse a las consecuencias.
Diciembre de 1994. Goyo Ordoñez y yo celebramos una comida en un restaurante de Alsasua. A mí me acompañan mis escoltas. A Goyo un conductor de su confianza. En el transcurso de la reunión me cuenta que está siendo víctima de acoso por parte de los radicales. Han asesinado a tres personas que le daban información sobre la relación entre narcotráfico y terrorismo. Está convencido que él será el siguiente de la macabra lista. Lo que ha descubierto se lo ha hecho llegar al Fiscal de la Audiencia Luis Navajas. Le insto a que pida un servicio de protección como tenemos muchos de los dirigentes políticos que residimos en Euskadi. Me dice que sólo servirá para que en vez de uno sean tres los asesinados por ETA. Nada más regresar a Vitoria pongo tales hechos en conocimiento del Consejero de Interior del Gobierno Vasco. Atutxa me dice que hay un protocolo para adjudicar escoltas y que comienza con la petición expresa del partido político al que pertenece la presunta víctima del miedo. A Goyo lo asesina ETA en enero de 1995.
Febrero de 1995. Un militar miembro del servicio de inteligencia español me visita en mi domicilio. Me comunica con detalle que antes que a Ordoñez, ETA había preparado mi asesinato en el hospital Santiago dónde acudía todos los días por mi trabajo. Me libré por unas vacaciones en que me trasladé a Londres. No me encontraron dónde había planeado el atentado. Sufro un terrible ataque de miedo que me hace permanecer una temporada en mi domicilio. Alguien experto me explica que el miedo puede vencerse. Pero si no es así, se convierte en una patología mental que obliga a cambiar la residencia para buscar un refugio que disipe tal emoción paralizante. Logro vencer al miedo y la cura actúa como una vacuna. Nunca más volveré a tener miedo... a nada. Me convierto en una persona que ha superado una de las fórmulas que como un día la Iglesia usó para someter voluntades. Debo renunciar a mi libertad. Durante doce años sufro un servicio de seguridad muy duro, pero muy profesional que me hace ser un reo en libertad vigilada y en continuas intentonas para ser eliminado. Ser disidente es un precio que conlleva la pena de muerte. Mi padre está convencido que será mi destino. No obstante me dice: "espero que cumplas con tu deber". Mis progenitores, familia, compañeros de trabajo, amigos, que conocen que vivo amenazado son uno de esos colectivos a los que la violencia del terrorismo ha inculcado pánico.
Resisto todos los envites del terrorismo. Soy un soldado de la lucha contra la doctrina del terrorismo. Gano elecciones y no les perdono sus métodos. En el campo de futbol dónde juega el Alavés, la grada de los radicales, en cada partido grita: "Mosquera muérete. Mosquera pinpanpun". Son los gritos habituales que me señalan para que ETA me ejecute. Aguanto y practico la autodefensa. Un día sufro una crisis de ansiedad. Me diagnostican una depresión crónica. De tanto aguantar el vendaval, me he roto por dentro. La mayor satisfacción la tengo al ser nombrado por su Majestad El Rey de España miembro de la Real Orden de víctimas del terrorismo.
Por cierto, conjugando deporte y Corona. En enero del año 2000 hube de organizar la fase final de la Copa de baloncesto en el recinto que luego será Buesa Arena. Mi máxima preocupación era la seguridad. Cualquier acto que reunía público era objetivo potencial del terrorismo. Lo resolví gracias a una indicación. El equipo de baloncesto europeo más protegido era el Macabi de Tel-Aviv. Y así puse a la policia vasca en contacto con el Mosad. No era ni la primera ni la última vez que los israelitas nos prestaron un gran servicio en algo que son expertos fiables. ETA y sus acólitos no pudieron convertir el evento en noticia de las páginas de los sucesos.
El terrorismo fue una enfermedad social que generó miedo, pánico, cambios de conductas individuales, angustia a ser víctima colateral. Pero lo peor de estas fechas es la manipulación, el mito del conflicto, el perdón a los asesinos con su incorporación casi con honores a la vida civil, la transformación de la verdad en novelas como Patria. Se trata de justificar lo ocurrido. Se trata de alcanzar los objetivos de aquella denominada "lucha armada" del nacionalismo radical. Se trata de olvidar a las víctimas y a los exiliados. Se trata de que las nuevas generaciones asuman que el terrorismo de ETA y sus acólitos no fue más que otra contienda Carlista. Y ahora son imprescindibles para mantener el sanchismo y están a punto de hacerse con los Gobiernos en las instituciones del poder democrático en la Comunidad Vasca y Navarra. Lo malo es que no sólo se destroza la verdad, es que se confunden los motivos, se entierra a las víctimas y se ensalza a los matones y sus gurús.
A mí nadie me engaña. Yo estaba allí. Intentaron cerrarme la boca y quitarme la pluma estilográfica. Hasta puede que me señalen como un "abuelo cebolleta". Pero como dijo Blas Otero, nos queda la palabra...
Angustia es miedo a lo desconocido. Terror es miedo muy intenso, a menudo causado por una amenaza o peligro real o percibido. Cuando el miedo es irracional se convierte en fobia. El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente o futuro. El pánico es una reacción colectiva muy temida, a pesar de no ser la más frecuente que se puede definir como el miedo colectivo intenso, sentido por todos los individuos de una población. Hubo y hay grupos, poderes fácticos, situaciones que son capaces de gestionar la existencia y consecuencias del miedo.
El país de los vascos fue durante décadas el centro neurálgico del miedo patrio. El nacionalismo, al igual que en otros tiempos la Iglesia Católica, supo gestionar el miedo. El instrumento era la violencia política. La no aceptación de los principios fundamentales para la construcción nacional de una nación vasca con Estado suponía ser señalado como enemigo del pueblo vasco y atenerse a las consecuencias.
Diciembre de 1994. Goyo Ordoñez y yo celebramos una comida en un restaurante de Alsasua. A mí me acompañan mis escoltas. A Goyo un conductor de su confianza. En el transcurso de la reunión me cuenta que está siendo víctima de acoso por parte de los radicales. Han asesinado a tres personas que le daban información sobre la relación entre narcotráfico y terrorismo. Está convencido que él será el siguiente de la macabra lista. Lo que ha descubierto se lo ha hecho llegar al Fiscal de la Audiencia Luis Navajas. Le insto a que pida un servicio de protección como tenemos muchos de los dirigentes políticos que residimos en Euskadi. Me dice que sólo servirá para que en vez de uno sean tres los asesinados por ETA. Nada más regresar a Vitoria pongo tales hechos en conocimiento del Consejero de Interior del Gobierno Vasco. Atutxa me dice que hay un protocolo para adjudicar escoltas y que comienza con la petición expresa del partido político al que pertenece la presunta víctima del miedo. A Goyo lo asesina ETA en enero de 1995.
Febrero de 1995. Un militar miembro del servicio de inteligencia español me visita en mi domicilio. Me comunica con detalle que antes que a Ordoñez, ETA había preparado mi asesinato en el hospital Santiago dónde acudía todos los días por mi trabajo. Me libré por unas vacaciones en que me trasladé a Londres. No me encontraron dónde había planeado el atentado. Sufro un terrible ataque de miedo que me hace permanecer una temporada en mi domicilio. Alguien experto me explica que el miedo puede vencerse. Pero si no es así, se convierte en una patología mental que obliga a cambiar la residencia para buscar un refugio que disipe tal emoción paralizante. Logro vencer al miedo y la cura actúa como una vacuna. Nunca más volveré a tener miedo... a nada. Me convierto en una persona que ha superado una de las fórmulas que como un día la Iglesia usó para someter voluntades. Debo renunciar a mi libertad. Durante doce años sufro un servicio de seguridad muy duro, pero muy profesional que me hace ser un reo en libertad vigilada y en continuas intentonas para ser eliminado. Ser disidente es un precio que conlleva la pena de muerte. Mi padre está convencido que será mi destino. No obstante me dice: "espero que cumplas con tu deber". Mis progenitores, familia, compañeros de trabajo, amigos, que conocen que vivo amenazado son uno de esos colectivos a los que la violencia del terrorismo ha inculcado pánico.
Resisto todos los envites del terrorismo. Soy un soldado de la lucha contra la doctrina del terrorismo. Gano elecciones y no les perdono sus métodos. En el campo de futbol dónde juega el Alavés, la grada de los radicales, en cada partido grita: "Mosquera muérete. Mosquera pinpanpun". Son los gritos habituales que me señalan para que ETA me ejecute. Aguanto y practico la autodefensa. Un día sufro una crisis de ansiedad. Me diagnostican una depresión crónica. De tanto aguantar el vendaval, me he roto por dentro. La mayor satisfacción la tengo al ser nombrado por su Majestad El Rey de España miembro de la Real Orden de víctimas del terrorismo.
Por cierto, conjugando deporte y Corona. En enero del año 2000 hube de organizar la fase final de la Copa de baloncesto en el recinto que luego será Buesa Arena. Mi máxima preocupación era la seguridad. Cualquier acto que reunía público era objetivo potencial del terrorismo. Lo resolví gracias a una indicación. El equipo de baloncesto europeo más protegido era el Macabi de Tel-Aviv. Y así puse a la policia vasca en contacto con el Mosad. No era ni la primera ni la última vez que los israelitas nos prestaron un gran servicio en algo que son expertos fiables. ETA y sus acólitos no pudieron convertir el evento en noticia de las páginas de los sucesos.
El terrorismo fue una enfermedad social que generó miedo, pánico, cambios de conductas individuales, angustia a ser víctima colateral. Pero lo peor de estas fechas es la manipulación, el mito del conflicto, el perdón a los asesinos con su incorporación casi con honores a la vida civil, la transformación de la verdad en novelas como Patria. Se trata de justificar lo ocurrido. Se trata de alcanzar los objetivos de aquella denominada "lucha armada" del nacionalismo radical. Se trata de olvidar a las víctimas y a los exiliados. Se trata de que las nuevas generaciones asuman que el terrorismo de ETA y sus acólitos no fue más que otra contienda Carlista. Y ahora son imprescindibles para mantener el sanchismo y están a punto de hacerse con los Gobiernos en las instituciones del poder democrático en la Comunidad Vasca y Navarra. Lo malo es que no sólo se destroza la verdad, es que se confunden los motivos, se entierra a las víctimas y se ensalza a los matones y sus gurús.
A mí nadie me engaña. Yo estaba allí. Intentaron cerrarme la boca y quitarme la pluma estilográfica. Hasta puede que me señalen como un "abuelo cebolleta". Pero como dijo Blas Otero, nos queda la palabra...