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Martes, 03 de Junio de 2025 Tiempo de lectura:

La Banda de Alcasec: Crónica de la red criminal digital que sacudió los cimientos del Estado

[Img #28255]El niño prodigio que hackeó al Estado

 

En las calles del barrio de Ventas, en Madrid, vivía José Luis Huertas Rubio con su madre y su abuela. Un joven de raíces humildes, criado sin figura paterna, que a los 15 años ya burlaba la seguridad de Bicimad, el servicio de alquiler de bicicletas del Ayuntamiento de Madrid. Era apenas el primer acorde de una sinfonía criminal que resonaría en los pasillos del poder durante años.

 

"Es un cerebro prodigio", decían quienes conocían a aquel adolescente que se hacía llamar 'Alcasec'. A los 19 años, había logrado algo que ningún otro hacker español había conseguido: remover los cimientos digitales de empresas multinacionales y del propio Estado. Su historia no es solo la de un joven talentoso que se desvió del camino correcto. Es la crónica de cómo se gestó la organización criminal digital más sofisticada de España.

 

Los primeros golpes: De Robin Hood a criminal

 

La carrera delictiva de Alcasec comenzó con la inocencia aparente de un adolescente rebelde. HBO, Glovo, Mediaset, Burger King, la EMT... todas cayeron ante sus habilidades. En HBO creó 141.000 cuentas fraudulentas que repartió entre sus amigos para acceder gratis al servicio durante 14 días. En Burger King ofreció menús gratuitos a sus seguidores en redes sociales. En la EMT hackeó las pantallas para que apareciera su firma en las calles de Madrid: "hacked by Alcasec".

 

"Lo veía como un juego", confesaría años después en su canal de YouTube, con un arrepentimiento que ya llegaba demasiado tarde.

 

Pero el juego se tornó serio cuando el Estado entró en su punto de mira. La Policía Nacional, el Consejo General del Poder Judicial, la DGT, la Agencia Tributaria... ningún sistema parecía estar a salvo de sus intrusiones.

 

El salto cualitativo: Udyat, el ojo que todo lo ve

 

En octubre de 2022, apenas quince días después de salir del centro de menores donde cumplía condena, Alcasec ejecutó el golpe que cambiaría todo. Obtuvo las claves de acceso de dos funcionarios judiciales y se infiltró en el Punto Neutro Judicial del CGPJ, la red que conecta los órganos judiciales con otras administraciones.

 

En dos asaltos digitales, los días 18 y 20 de octubre de 2022, extrajo los datos bancarios de más de 575.000 contribuyentes españoles. Era información de un valor incalculable: nombres, DNI, direcciones, saldos bancarios, movimientos financieros. La médula del sistema tributario español había sido violada.

 

Pero Alcasec no era un hacker cualquiera. Había evolucionado. Con esos datos robados construyó "Udyat - El ojo de Horus", una plataforma comercial que vendía información personal con una sofisticación empresarial que rivalizaba con Amazon o Netflix. Su infraestructura incluía:

 

  • Almacenamiento en la nube en servidores suizos

 

  • Bot de atención al cliente en redes sociales

 

  • Segmentación de datos por perfiles demográficos

 

  • Sistema de facturación en criptomonedas

 

  • Una base de datos que, según él mismo admitió, contenía información del 90% de los españoles.
  •  

"Empezó con una tontería y al final es una monstruosidad lo que ha salido de ahí", reconoció en el podcast Club 113, con la cara cubierta de negro, sellando su propia sentencia.

 

La red se expande: El reclutamiento

 

Alcasec no trabajaba solo. Había reclutado a otros jóvenes hackers bajo alias como @Aurex, @billete, @pijo, @luisflexy. A.M., conocido como Aurex, nacido en Melilla en 2000, se jactaba en los mensajes interceptados: "Tengo muchísimos DNI". "Yo también he estafao a gente jajaj", reconocía. "Porque yo sé de hacking y dumpeo cuentas de Spotify y Netflix".

 

La Policía Nacional los definió como una "organización criminal" que se relacionaba a través de Telegram e Instagram, donde tenían "miles de seguidores". Sus ciberataques habían evolucionado hacia operaciones "sofisticadas" contra instituciones y empresas "estratégicas".

 

El padrino: Francisco Martínez, el blindaje legal

 

Pero el elemento que transformó a esta banda juvenil de hackers en una amenaza para la seguridad nacional fue la incorporación de Francisco Martínez Vázquez, exsecretario de Estado de Seguridad durante el gobierno de Mariano Rajoy.

 

La relación comenzó cuando Martínez ejerció como abogado defensor de Alcasec en sus primeras causas, cuando el hacker aún era menor de edad. Lo que empezó como una relación profesional convencional evolucionó hacia algo mucho más siniestro.

 

Según la investigación judicial, Martínez proporcionó a la red criminal algo que ningún hacker puede conseguir por sí solo: legitimidad institucional. Su función, según la jueza María Tardón, "abarcaría el diseño y la operación del blindaje legal, patrimonial e institucional que permitiría a los miembros técnicos del grupo, en especial a José Luis Huertas, operar con continuidad, anonimato y una legitimidad aparente".

 

Martínez ayudó a Alcasec a constituir dos sociedades por 1.500 euros. Estas empresas sirvieron para blanquear los beneficios de la actividad criminal, que ascendían a 1.866.175 euros documentados, además de 32.943 bitcoins encontrados en dispositivos del hacker.

 

Los clientes: narcotraficantes y mafias

 

Los datos robados no se vendían al mejor postor cualquiera. La investigación policial reveló que entre los compradores se encontraban dos organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico: "Los Miami" y la banda liderada por Antonio M., alias "Niño Skin".

 

Los Miami, cuya banda fue oficialmente desarticulada en 2011 con la detención de los hermanos Álvaro y Artemio López Tardón, habían resurgido. En enero de 2023 se enfrentaron a un juicio con 90 acusados, evidenciando la magnitud de su red delictiva. Ahora habían encontrado en Alcasec una fuente de información de valor incalculable.

 

Antonio M., "Niño Skin", líder de una facción de los desaparecidos Ultras Sur del Real Madrid, acumulaba unos 30 antecedentes policiales, incluyendo tres presuntos intentos de homicidio. Su historial incluía secuestros, asaltos y tráfico de drogas.

 

Desde 2022, estas organizaciones habían tenido acceso a los datos de casi 130.000 agentes de la Policía Nacional, información que utilizaban para extorsionar a los policías encargados de investigarlos. Los chats interceptados mostraban cómo miembros de estas organizaciones solicitaban información específica a Alcasec sobre agentes de la Policía Nacional e incluso de la Guardia Civil.

 

Era el círculo perfecto: los criminales compraban información sobre los policías que los perseguían, mientras los policías no sabían que sus datos personales, los de sus familias, estaban en manos de quienes debían arrestar.

 

El pequeño Nicolás: Una sociedad de beneficio mutuo

 

En este entramado también aparecía Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el famoso "Pequeño Nicolás". Los informes policiales revelaron una colaboración estrecha entre ambos jóvenes. Según estos documentos, el "Pequeño Nicolás" pagó 30.000 euros para que psicólogos hicieran informes positivos sobre Alcasec y así pudiera salir del centro de menores.

 

Alcasec daba una versión más cruda de esta relación: afirmaba que Nicolás le pidió acceso a información sobre personas influyentes, incluyendo políticos como Isabel Díaz Ayuso y empresarios. La amistad se deterioró cuando el hacker se dio cuenta de que el único interés del "Pequeño Nicolás" en él era económico.

 

La vida de lujo: El éxito del crimen

 

Con los beneficios de su actividad criminal, Alcasec llevaba una vida de lujos impropia de alguien de su edad y sin trabajo declarado. Hacía viajes caros, vestía marcas exclusivas, frecuentaba reservados en discotecas y conducía vehículos de alta gama que superaban los 200.000 euros.

 

Su operativa de lavado de dinero era sofisticada: utilizaba servicios "mezcladores-mixers" de criptomonedas que impedían el rastreo al romper el vínculo entre los fondos y el destinatario. Entre diciembre de 2021 y febrero de 2022 recibió notificaciones de criptomonedas por valor de 365.000 euros.

 

Para sus más de 100.000 seguidores en redes sociales, Alcasec era un auténtico héroe, un Robin Hood digital que desafiaba al sistema. Lo que no sabían era que su ídolo había construido un imperio criminal que amenazaba la seguridad nacional.

 

La amenaza estratégica: Más allá del dinero

 

La Policía Nacional no exageraba cuando definió la organización como "una amenaza estructural con capacidad de desestabilización económica y estratégica". Según la jueza Tardón, el grupo "ha evolucionado desde un esquema tradicional de ciberdelincuencia hacia una red de inteligencia criminal privada y transnacional, con capacidad de intervención en sectores estratégicos y con objetivos que trascienden el mero beneficio económico".

 

La organización había conseguido que instituciones públicas fueran vulneradas sin darse cuenta, convirtiendo sus bases de datos en un supermercado online de información confidencial. Habían accedido a:

  • Sistemas educativos
  • Registro civil
  • Registros de mascotas
  • Abonos de transporte
  • Registros telefónicos
  • Plataformas de facturación de compañías eléctricas
  • Bases de datos policiales
  • Información judicial clasificada

 

La caída: Operación Borraska

 

La arrogancia fue su perdición. En medio de una investigación muy seria que afectaba a la médula del sistema judicial, Alcasec decidió dar una entrevista para el podcast Club 113, que tenía 237.000 suscriptores. "Alcasec tiene todos los datos de ti y lo sabes", se tituló el capítulo.

 

Fue su sentencia. Con la cara cubierta de negro, explicó que había construido una base de datos que almacenaba información privada del 90% de los españoles. Gracias a esa confesión, la Comisaría General de Información de la Policía Nacional pudo terminar de atar cabos.

 

El 27 de mayo de 2025, la Operación Borraska desmanteló la red. José Luis Huertas 'Alcasec', Francisco Martínez, Adrián Molina y el youtuber Álvaro Martín (detenido en Andorra) fueron arrestados. La jueza María Tardón ordenó prisión provisional para los tres primeros.

 

Epílogo: El precio de la inteligencia sin valores

 

Durante el registro en casa de Alcasec, los agentes derribaron la puerta y abrieron las paredes buscando cables o conexiones ocultas. Allí vivían su madre y su abuela, el núcleo familiar que lo había criado. "Yo estaba durmiendo, tiraron la puerta abajo, entró un tío con una pistola en la habitación 'al suelo, al suelo'", relataba él mismo en TikTok.

 

La historia de la banda de Alcasec es la crónica de cómo la inteligencia sin valores puede convertirse en una amenaza para toda una sociedad. Un joven prodigio que pudo haber sido el futuro de la ciberseguridad española se convirtió en su mayor pesadilla. Un exalto cargo del Estado que debía proteger la seguridad nacional acabó vendiéndola al mejor postor.

 

En sus dispositivos se encontraron los restos de un imperio digital que había puesto en peligro la intimidad de millones de españoles y la seguridad del Estado. Los datos de 130.000 policías en manos de narcotraficantes. Los secretos del Poder Judicial expuestos en el mercado negro. La información más sensible del país convertida en mercancía.

 

"Se le preguntó a la CIA y la CIA dijo que sí, que les interesaba mi perfil", presumía Alcasec en sus vídeos. Tal vez fuera cierto. Pero su talento, en lugar de servir a su país, había servido para herirlo de muerte.

 

La banda de Alcasec ha caído, pero las heridas que infligió al sistema de seguridad español tardarán años en cicatrizar. Y en algún lugar, otros jóvenes prodigiosos están decidiendo qué camino tomar con su inteligencia.

 

La pregunta que queda flotando en el aire es inquietante: ¿cuántos otros Alcasec hay ahí fuera, y del lado de quién estarán?

 

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