La identidad maketa
![[Img #28367]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/06_2025/5153_portada.jpg)
Esta caricatura, como las dos anteriores que salieron en sendos anteriores artículos de esta serie, corresponde al periódico Euzkadi que, como ya está dicho, ejerció de órgano del PNV entre 1913 y 1937, editándose desde Bilbao, núcleo originario y principal del nacionalismo vasco desde el principio hasta hoy. En la sede central del partido, edificada en el solar que ocupaba la casa natal de Sabino Arana, en la Sabin Etxea, se deciden en la actualidad muchas de las principales cuestiones que afectan a la vida política española. Sin ir más lejos, de allí surgió el apoyo decisivo que hizo que el 1 de junio de 2018, mediante una moción de censura, cayera el gobierno de Mariano Rajoy y saliera elegido presidente Pedro Sánchez, del mismo modo que ahora, en 2025, tras los escándalos continuados del gobierno y el partido de este último, se podría decidir igualmente tumbar el gobierno actual. A Alberto Núñez Feijóo solo le harían falta cuatro votos para conseguirlo, según el mismo afirma. Lo que no dice es que para esa suma salga tiene que contar sí o sí con los de Vox, claro (que a veces parece que no están, cuando Feijóo hace las cuentas, pero vaya que si están). El caso es que, si a Núñez Feijóo solo le faltan 4 votos para presentar la moción de censura que toda la nación española pide en un clamor para sacarnos del marasmo político y social en el que nos encontramos, el PNV tiene 5 escaños en el actual Congreso de los Diputados, con lo cual las cuentas saldrían.
Pero vayamos a la caricatura. Salió en el Euzkadi de 29 de abril de 1919, firmada por el dibujante Bon. Y ahí está representado el maketo clásico, el que con su presencia hizo prender la llama del nacionalismo en Bilbao. Quizá sea el único documento gráfico donde ese que llamamos maketo clásico aparece en todo su esplendor. Se dirige a dos autóctonos. Las diferencias están sobre todo en las cabezas, porque los cuerpos están vestidos de modo parecido. Sí se aprecia quizás más corpulencia en los autóctonos, frente a la estrechez de cuerpo del maketo. Pero es en las cabezas donde están las diferencias. La del maketo es ancha, tocada con la gorra de visera que se conoce como de tipo gavroche. Las cabezas de los autóctonos, en cambio, son alargadas, con las narices también alargadas. Las caras también son distintas, porque a los maketos ya hemos visto en viñetas anteriores que se les tiende a presentar con la barba de varios días, sin afeitar.
La leyenda al pie se titula “De fuera vendrá…”, calcada del título de una obra de teatro de Sabino Arana, que no se recoge en sus Obras Completas, ni siquiera en su segunda edición de 1980, sino que fue rescatada del archivo de Salamanca por José Luis de la Granja. Son dos las obras de teatro que firmó el fundador del nacionalismo vasco. Esta, aparecida originalmente entre los años 1897 y 1898, y editada luego, con estudio introductorio de José Luis de la Granja y prólogo de Javier Corcuera, dentro de un libro titulado Sabino Arana Goiri: “De fuera vendrá…”, por el editor Haranburu de San Sebastián en 1982, y luego está Libe, que apareció originalmente en Bilbao en 1903. La diferencia entre ambas, aparte de los argumentos y de los contextos (De fuera vendrá… es coetánea al autor, en cambio Libe está ubicada en el medievo), reside en la aparición del término maketo y derivados. En De fuera vendrá… aparecen maketo y derivados, mientras que en Libe ya no hay ninguna aparición. Esta cuestión la constaté hace tiempo en mis trabajos, como consta en mi libro Sabino Arana: padre del supremacismo vasco, al advertir que a partir de 1898 Sabino Arana dejó drásticamente de utilizar el término “maketo” en sus escritos. Yo lo atribuí entonces a su pacto con Ramón de la Sota, que empezó a financiarle a partir de entonces y a prestarle apoyo logístico gracias al cual, entre otros hechos, está la consecución del acta de diputado provincial para Sabino Arana a partir de ese año 1898.
En De fuera vendrá… aparece exactamente siete veces el término “maketo” y una su derivado “maketazo”.
Volvamos de nuevo a la caricatura y al texto que hay en su pie. Dice lo siguiente, después del título: “–Ya lo sabís: o sus hacéis de la Casa del Pueblo o nos vamos ahura mismo al patrono a exigir que sus eche por dinidas. –¿Dinidá nos vas a enseñar tú a nosotros con tus Casas de Pueblos, en casa y pueblo nuestros? Bien asosiados estamos en la Agrupasión los metalúrgicos vascos, sin cotisar pa los políticos… Y pocas inusentadas, ¿eh? con nosotros!”.
Estamos ante el clásico maketo socialista, afiliado en el socialismo vasco, fundado en Bilbao en 1886, antes, por tanto, de la aparición del nacionalismo vasco, y al que los autóctonos le reprochan afiliarse a una Casa del Pueblo donde el sindicato está conectado con el partido, del mismo modo que la acción sindical con la política, como si en el ámbito nacionalista no ocurriera lo mismo, desde 1911 cuando aparece Solidaridad de Trabajadores Vascos, ELA-STV, conectado también con el nacionalismo político. Al maketo se le atribuye en ese diálogo un habla típica de pueblo como vimos en la caricatura del que llegaba con la maleta y el hatillo a la estación de tren de Bilbao que da a la Plaza Circular. Y a los autóctonos se les atribuye el típico seseo que estudia Jon Juaristi en “El chimbo expiatorio”.
Mi primer libro lo titulé La identidad maketa y fue editado por el mismo editor, Luis Haranburu, que vimos que editó el libro citado antes sobre la obra de Sabino Arana De fuera vendrá… Fue en 2006 y la editorial se llamaba entonces Hiria, de San Sebastián. Después el libro obtuvo una subvención que permitió reimprimirlo, parece ser, y el editor entonces, sin consultarme nada, aprovechó para cambiarle el título y le puso La identidad mestiza. Es el mismo libro, con la misma portada y con dos títulos distintos. ¿Alguien ha visto cosa igual? En la red de Bibliotecas Públicas vascas hay dos ejemplares de La identidad maketa, uno en la biblioteca de Abadiño y otro en el Depósito del Gobierno Vasco. En cambio, de La identidad mestiza hay doce: en las bibliotecas de Vitoria, Irún, San Sebastián, Amorebieta, Portugalete, Zamudio, cinco ejemplares repartidos en bibliotecas de Bilbao y luego el ejemplar del depósito legal.
Está claro que el término maketo no gusta. Ni siquiera al propio editor que me editó el libro. Está asumida la carga denigratoria que le quiso imprimir el nacionalismo vasco. Cuando lo mejor del caso sería enarbolar el término como bandera de combate. Pero no hay forma.
Cuando escribí La identidad maketa pensaba que el maketo modélico había que encontrarlo en el ámbito del socialismo vasco, que fue en quien se proyectó políticamente de manera principal o única. Y así fue que le dediqué un capítulo a Indalecio Prieto colocándolo como el maketo a seguir. Pero fue un error. Indalecio Prieto es a día de hoy el modelo de todo lo que yo no quiero ser.
Tengo que confesar que cuando escribí el libro no había leído todavía la obra de Sabino Arana. Me movía por pura intuición, por lo que yo entendía que era un maketo en función de cómo me había llegado a mí el término procedente de los distintos ambientes vascos en los que me movía.
Tengo que decir también que cuando leí por primera vez a Sabino Arana, sus obras completas, no salía de mi asombro ante lo que leía. Allí estaba todo. Allí estaba el origen de todo. Es por eso que ahora tendría que escribir o reescribir aquel libro de otro modo completamente distinto.
Tampoco conocía entonces la cultura fuerista o éuskara, donde se recogen todos los tópicos de la cultura vasca que luego el nacionalismo explotó a su beneficio soltando el lastre ideológico de esa ideología que no le gustaba, pero que era el nuclear de la misma, a saber: pensar que el eusquera era la lengua que hablaban los primeros íberos (la teoría del vasco-iberismo), junto con la autoatribución de ser lo vasco lo español genuino, y, de ahí, considerar al País Vasco o Euskal Herria como la patria chica y a España como la patria grande. Ambos puntos fueron extirpados radicalmente por el nacionalismo, que se quedó con todo lo demás.
De la cultura fuerista o éuskara nunca más se supo.
Con esos dos elementos, las obras de Sabino Arana por un lado y la cultura éuskara que le precedió por otro, yo pude ya construir los fundamentos de una nueva forma de entender la historia política vasca y a partir de ahí empecé a pensar en la forma de encajar al maketo en ella. Ya no podría ser un maketo socialista de ninguna de las maneras, tendría que ser un maketo fuerista. Pero de estos casi no hay ningún ejemplar al que buscar como antecedente en la historia política vasca. Qué se le va a hacer. Me tendría que poner a mí mismo. Y eso haré cuando me ponga a ello.
“La identidad maketa” fue también el título de un artículo firmado por José María Ruiz Soroa en El Correo, de fecha 18 de octubre de 2010. Fue un lunes. En mi departamento de la Universidad hubo quien me felicitó por dicho artículo donde se hablaba de mi libro del mismo título y de lo que había publicado hasta entonces. Fue porque había conocido a José María Ruiz Soroa en una cena donde coincidimos y le di a conocer lo que yo venía publicando en libros y revistas especializadas. Fue cuando alguien también me animó a escribir yo directamente sobre el tema y enviarlo a El Correo.
El 3 de noviembre de 2010 salió mi primer artículo en El Correo, titulado “Lectura maketa de Sabino Arana”.
Esta caricatura, como las dos anteriores que salieron en sendos anteriores artículos de esta serie, corresponde al periódico Euzkadi que, como ya está dicho, ejerció de órgano del PNV entre 1913 y 1937, editándose desde Bilbao, núcleo originario y principal del nacionalismo vasco desde el principio hasta hoy. En la sede central del partido, edificada en el solar que ocupaba la casa natal de Sabino Arana, en la Sabin Etxea, se deciden en la actualidad muchas de las principales cuestiones que afectan a la vida política española. Sin ir más lejos, de allí surgió el apoyo decisivo que hizo que el 1 de junio de 2018, mediante una moción de censura, cayera el gobierno de Mariano Rajoy y saliera elegido presidente Pedro Sánchez, del mismo modo que ahora, en 2025, tras los escándalos continuados del gobierno y el partido de este último, se podría decidir igualmente tumbar el gobierno actual. A Alberto Núñez Feijóo solo le harían falta cuatro votos para conseguirlo, según el mismo afirma. Lo que no dice es que para esa suma salga tiene que contar sí o sí con los de Vox, claro (que a veces parece que no están, cuando Feijóo hace las cuentas, pero vaya que si están). El caso es que, si a Núñez Feijóo solo le faltan 4 votos para presentar la moción de censura que toda la nación española pide en un clamor para sacarnos del marasmo político y social en el que nos encontramos, el PNV tiene 5 escaños en el actual Congreso de los Diputados, con lo cual las cuentas saldrían.
Pero vayamos a la caricatura. Salió en el Euzkadi de 29 de abril de 1919, firmada por el dibujante Bon. Y ahí está representado el maketo clásico, el que con su presencia hizo prender la llama del nacionalismo en Bilbao. Quizá sea el único documento gráfico donde ese que llamamos maketo clásico aparece en todo su esplendor. Se dirige a dos autóctonos. Las diferencias están sobre todo en las cabezas, porque los cuerpos están vestidos de modo parecido. Sí se aprecia quizás más corpulencia en los autóctonos, frente a la estrechez de cuerpo del maketo. Pero es en las cabezas donde están las diferencias. La del maketo es ancha, tocada con la gorra de visera que se conoce como de tipo gavroche. Las cabezas de los autóctonos, en cambio, son alargadas, con las narices también alargadas. Las caras también son distintas, porque a los maketos ya hemos visto en viñetas anteriores que se les tiende a presentar con la barba de varios días, sin afeitar.
La leyenda al pie se titula “De fuera vendrá…”, calcada del título de una obra de teatro de Sabino Arana, que no se recoge en sus Obras Completas, ni siquiera en su segunda edición de 1980, sino que fue rescatada del archivo de Salamanca por José Luis de la Granja. Son dos las obras de teatro que firmó el fundador del nacionalismo vasco. Esta, aparecida originalmente entre los años 1897 y 1898, y editada luego, con estudio introductorio de José Luis de la Granja y prólogo de Javier Corcuera, dentro de un libro titulado Sabino Arana Goiri: “De fuera vendrá…”, por el editor Haranburu de San Sebastián en 1982, y luego está Libe, que apareció originalmente en Bilbao en 1903. La diferencia entre ambas, aparte de los argumentos y de los contextos (De fuera vendrá… es coetánea al autor, en cambio Libe está ubicada en el medievo), reside en la aparición del término maketo y derivados. En De fuera vendrá… aparecen maketo y derivados, mientras que en Libe ya no hay ninguna aparición. Esta cuestión la constaté hace tiempo en mis trabajos, como consta en mi libro Sabino Arana: padre del supremacismo vasco, al advertir que a partir de 1898 Sabino Arana dejó drásticamente de utilizar el término “maketo” en sus escritos. Yo lo atribuí entonces a su pacto con Ramón de la Sota, que empezó a financiarle a partir de entonces y a prestarle apoyo logístico gracias al cual, entre otros hechos, está la consecución del acta de diputado provincial para Sabino Arana a partir de ese año 1898.
En De fuera vendrá… aparece exactamente siete veces el término “maketo” y una su derivado “maketazo”.
Volvamos de nuevo a la caricatura y al texto que hay en su pie. Dice lo siguiente, después del título: “–Ya lo sabís: o sus hacéis de la Casa del Pueblo o nos vamos ahura mismo al patrono a exigir que sus eche por dinidas. –¿Dinidá nos vas a enseñar tú a nosotros con tus Casas de Pueblos, en casa y pueblo nuestros? Bien asosiados estamos en la Agrupasión los metalúrgicos vascos, sin cotisar pa los políticos… Y pocas inusentadas, ¿eh? con nosotros!”.
Estamos ante el clásico maketo socialista, afiliado en el socialismo vasco, fundado en Bilbao en 1886, antes, por tanto, de la aparición del nacionalismo vasco, y al que los autóctonos le reprochan afiliarse a una Casa del Pueblo donde el sindicato está conectado con el partido, del mismo modo que la acción sindical con la política, como si en el ámbito nacionalista no ocurriera lo mismo, desde 1911 cuando aparece Solidaridad de Trabajadores Vascos, ELA-STV, conectado también con el nacionalismo político. Al maketo se le atribuye en ese diálogo un habla típica de pueblo como vimos en la caricatura del que llegaba con la maleta y el hatillo a la estación de tren de Bilbao que da a la Plaza Circular. Y a los autóctonos se les atribuye el típico seseo que estudia Jon Juaristi en “El chimbo expiatorio”.
Mi primer libro lo titulé La identidad maketa y fue editado por el mismo editor, Luis Haranburu, que vimos que editó el libro citado antes sobre la obra de Sabino Arana De fuera vendrá… Fue en 2006 y la editorial se llamaba entonces Hiria, de San Sebastián. Después el libro obtuvo una subvención que permitió reimprimirlo, parece ser, y el editor entonces, sin consultarme nada, aprovechó para cambiarle el título y le puso La identidad mestiza. Es el mismo libro, con la misma portada y con dos títulos distintos. ¿Alguien ha visto cosa igual? En la red de Bibliotecas Públicas vascas hay dos ejemplares de La identidad maketa, uno en la biblioteca de Abadiño y otro en el Depósito del Gobierno Vasco. En cambio, de La identidad mestiza hay doce: en las bibliotecas de Vitoria, Irún, San Sebastián, Amorebieta, Portugalete, Zamudio, cinco ejemplares repartidos en bibliotecas de Bilbao y luego el ejemplar del depósito legal.
Está claro que el término maketo no gusta. Ni siquiera al propio editor que me editó el libro. Está asumida la carga denigratoria que le quiso imprimir el nacionalismo vasco. Cuando lo mejor del caso sería enarbolar el término como bandera de combate. Pero no hay forma.
Cuando escribí La identidad maketa pensaba que el maketo modélico había que encontrarlo en el ámbito del socialismo vasco, que fue en quien se proyectó políticamente de manera principal o única. Y así fue que le dediqué un capítulo a Indalecio Prieto colocándolo como el maketo a seguir. Pero fue un error. Indalecio Prieto es a día de hoy el modelo de todo lo que yo no quiero ser.
Tengo que confesar que cuando escribí el libro no había leído todavía la obra de Sabino Arana. Me movía por pura intuición, por lo que yo entendía que era un maketo en función de cómo me había llegado a mí el término procedente de los distintos ambientes vascos en los que me movía.
Tengo que decir también que cuando leí por primera vez a Sabino Arana, sus obras completas, no salía de mi asombro ante lo que leía. Allí estaba todo. Allí estaba el origen de todo. Es por eso que ahora tendría que escribir o reescribir aquel libro de otro modo completamente distinto.
Tampoco conocía entonces la cultura fuerista o éuskara, donde se recogen todos los tópicos de la cultura vasca que luego el nacionalismo explotó a su beneficio soltando el lastre ideológico de esa ideología que no le gustaba, pero que era el nuclear de la misma, a saber: pensar que el eusquera era la lengua que hablaban los primeros íberos (la teoría del vasco-iberismo), junto con la autoatribución de ser lo vasco lo español genuino, y, de ahí, considerar al País Vasco o Euskal Herria como la patria chica y a España como la patria grande. Ambos puntos fueron extirpados radicalmente por el nacionalismo, que se quedó con todo lo demás.
De la cultura fuerista o éuskara nunca más se supo.
Con esos dos elementos, las obras de Sabino Arana por un lado y la cultura éuskara que le precedió por otro, yo pude ya construir los fundamentos de una nueva forma de entender la historia política vasca y a partir de ahí empecé a pensar en la forma de encajar al maketo en ella. Ya no podría ser un maketo socialista de ninguna de las maneras, tendría que ser un maketo fuerista. Pero de estos casi no hay ningún ejemplar al que buscar como antecedente en la historia política vasca. Qué se le va a hacer. Me tendría que poner a mí mismo. Y eso haré cuando me ponga a ello.
“La identidad maketa” fue también el título de un artículo firmado por José María Ruiz Soroa en El Correo, de fecha 18 de octubre de 2010. Fue un lunes. En mi departamento de la Universidad hubo quien me felicitó por dicho artículo donde se hablaba de mi libro del mismo título y de lo que había publicado hasta entonces. Fue porque había conocido a José María Ruiz Soroa en una cena donde coincidimos y le di a conocer lo que yo venía publicando en libros y revistas especializadas. Fue cuando alguien también me animó a escribir yo directamente sobre el tema y enviarlo a El Correo.
El 3 de noviembre de 2010 salió mi primer artículo en El Correo, titulado “Lectura maketa de Sabino Arana”.