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Domingo, 22 de Junio de 2025 Tiempo de lectura:
Localizado en Ircio (Burgos)

Un viaje sentimental por el Museo del Ferrocarril III Generaciones

[Img #28377]Ircio (Miranda de Ebro) — El silbato del tren no se escucha en esta pequeña localidad burgalesa, pero su eco resuena todavía entre las vigas de madera y las paredes de ladrillo del edificio que alberga el Museo del Ferrocarril III Generaciones. Aquí, donde el tiempo parece haberse detenido, más de 15.000 piezas guardan celosamente la memoria de una época en la que el hierro sobre hierro era sinónimo de progreso y esperanza.

 

La historia comienza en 1984, con un gesto aparentemente sencillo que terminaría convirtiéndose en una odisea familiar de cuatro décadas. Julio García Ruiz, ferroviario de oficio y alma, decidió regalar a su hijo Julio Armando su modesta colección personal con motivo de su boda: cuarenta o cincuenta piezas relacionadas con el mundo del ferrocarril, entre libros, fotografías, faroles y miniaturas que cabían cómodamente en una habitación. Nadie podía imaginar entonces que, con el tiempo, ese puñado de objetos acabría convirtiéndose en una de las colecciones ferroviarias más importantes de España.

 

"El ferrocarril ha sido mi herencia, mi pasión y mi profesión", confiesa Julio Armando García Mendoza, ahora custodio de este tesoro acumulado pieza a pieza, año tras año. Sus ojos se iluminan al recordar cómo, siendo apenas un niño, su padre lo llevaba a la reserva de máquinas de vapor de Alsasua, donde lo subía a las imponentes locomotoras "Montaña", "Mikado" o "Confederación". "Recuerdo con mucho agrado y nostalgia" aquellos momentos, dice, mientras señala algunas fotografías de su infancia que decoran una de las vitrinas.

 

El museo actual es el resultado de una progresión casi orgánica. Lo que empezó en una habitación familiar pronto requirió un local de 60 metros cuadrados, que a su vez se quedó pequeño ante el crecimiento imparable de la colección. Finalmente, en 2020, la familia García-Dulanto tomó la decisión definitiva: construir un edificio específico en Ircio, la pedanía mirandesa que respiró durante décadas el vapor y el carbón de las locomotoras que convertían esta zona en uno de los enclaves ferroviarios más importantes del norte de España.

 

La elección de este emplazamiento no es casual. Miranda de Ebro y su entorno vivieron una transformación radical con la llegada del ferrocarril en 1862. La inauguración de las líneas Tudela-Bilbao y Madrid-Irún marcó un punto de inflexión que convirtió a la ciudad en uno de los mayores nudos ferroviarios de España. "La propia ciudad y el conjunto de su zona de influencia tiene unas reminiscencias y unos recuerdos personales hondamente marcados", explican los promotores del museo, conscientes de que están preservando no solo objetos, sino memorias colectivas.

 

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La absorción de la Compañía del Ferrocarril de Tudela a Bilbao por parte de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España consolidó este protagonismo. Durante más de un siglo, la vida social y laboral de Miranda giró en torno a las vías, los andenes y el sonido rítmico de las ruedas sobre los rieles.

 

Hoy, el recorrido por las diferentes salas del museo es, en palabras de su promotor, "una experiencia de retorno al pasado". Entre faroles de señalización, antiguas máquinas expendedoras de billetes, herramientas de vía, uniformes desgastados por el uso y cientos de fotografías que documentan la evolución tecnológica del ferrocarril, se respira la nostalgia de una época en la que viajar en tren era toda una aventura.

 

Pero Julio García Mendoza y su familia no se han limitado a coleccionar. Durante décadas han organizado actividades culturales que han convertido el proyecto en un referente nacional. Las Semanas Culturales Ferroviarias de Miranda de Ebro, los memoriales dedicados a Julio García Ruiz, las exposiciones temáticas y la edición de obras especializadas como El Nudo Ferroviario de Miranda de Ebro y 150 Años de Ferrocarril en Miranda han mantenido viva la llama de la pasión ferroviaria.

 

El momento cumbre llegó en 2012, con la conmemoración del 150 aniversario de la llegada del ferrocarril a Miranda. La organización de trenes especiales compuestos por históricos coches de madera tipo "Costa" —retirados de circulación en 1970— remolcados por una elegante locomotora de vapor entre Miranda y Alsasua, congregó a multitudes y devolvió temporalmente a las vías el romance de los viajes de antaño.

 

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El nombre del museo no es solo una denominación: es una declaración de principios y un compromiso familiar que se extiende hacia el futuro. Julio García Ruiz representa la primera generación, la del ferroviario que sembró en su hijo el amor por los raíles. Julio Armando García Mendoza encarna la segunda, la del hijo que convirtió una herencia sentimental en un proyecto cultural de primer orden. Y Rodrigo, su hijo, representa la tercera generación, el futuro custodio de este legado que su abuelo jamás imaginó que alcanzaría tales dimensiones.

 

"Aquí estoy junto al resto del personal que forma parte de esta esforzada iniciativa cultural", dice García Mendoza con la satisfacción del deber cumplido. Siempre a su lado, "Charo", su esposa, ha sido testigo y cómplice de esta aventura de décadas, brindando "su permanente apoyo" en cada etapa del proyecto.

 

Hoy, cuando los trenes de alta velocidad han revolucionado el concepto de viaje ferroviario y la tecnología digital ha transformado hasta los sistemas de señalización más básicos, el Museo del Ferrocarril III Generaciones se erige como un santuario donde el pasado dialoga con el presente. Cada objeto expuesto cuenta una historia, cada fotografía evoca una época, cada herramienta recuerda a los hombres y mujeres que hicieron posible que España se conectara a través de dos raíles paralelos.

 

En Ircio, pedanía que un día escuchó lejanamente el resoplido de las máquinas de vapor, la familia García-Dulanto ha logrado que el eco de tres generaciones resuene para las que están por venir. Porque, como dice su impulsor, "el ferrocarril ha sido y sigue siendo mi vida", y gracias a su empeño, también seguirá siendo parte de la memoria colectiva de todos aquellos que visiten este rincón burgalés donde el tiempo se mide no en horas, sino en silbatos, campanas y el eterno traqueteo de los trenes que ya no pasan, pero que nunca se van del todo.

 

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El Museo del Ferrocarril III Generaciones se encuentra abierto al público en Ircio, pedanía de Miranda de Ebro (Burgos). Las visitas deben reservarse con antelación.

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