Como dice nuestro compañero y magnífico escritor Winston Galt, bajo la sonrisa inalterable del tirano Pedro Sánchez se esconde un retrato que pocos quieren mirar de frente. No es solo el semblante de un político hábil en salvar su imagen mientras el país se resquebraja; es el retrato moral de una España que paga, calla y envejece mientras el poder se mantiene joven y lustroso, ajeno al sufrimiento común.

Los indultos a sus socios golpistas, los pactos oscuros con proetarras, el uso personalista del BOE, la colonización de instituciones, los contratos públicos convertidos en botín, la manipulación de jueces y fiscales, la coacción ideológica en escuelas y medios… Todo ello conforma un cuadro siniestro, lleno de grietas, aunque barnizado cada día para brillar ante las cámaras cómplices.

Pero el verdadero retrato de España somos nosotros: autónomos que no llegan a fin de mes, jóvenes que emigran porque aquí el futuro se les niega, familias que sostienen con su sudor un Estado cada vez más gigantesco, caro e ineficaz. Somos quienes pagamos la fiesta mientras los dueños del cuadro se reparten cargos y contratos.

Por eso decimos basta.

Hacemos un llamamiento a una huelga general, pacífica pero firme, para que toda España detenga su pulso durante un día:

• Para que este Gobierno de miserables entienda que no hay PIB sin trabajadores, sin comerciantes, sin agricultores, sin transportistas ni pequeños empresarios.

• Para que las grandes centrales sindicales, tantas veces al servicio del poder, recuerden cuál es su verdadera misión y se unan a la protesta.

• Para que las asociaciones civiles, desde los colegios profesionales hasta las plataformas de autónomos, digan alto y claro: no más expolio, no más privilegios a costa del contribuyente.

Queremos un país donde el dinero público no sirva para apuntalar carreras políticas ni alimentar redes clientelares. Queremos una España donde el esfuerzo sea respetado, la ley sea igual para todos, y el mérito valga más que el carné del Partido Socialista.

Hoy el retrato de Dorian Sánchez sigue aparentando salud, mientras la nación que sostiene el lienzo acumula arrugas, deudas y desengaños. Solo parando podemos obligar a mirar la verdad: que sin nosotros, sin los que madrugan, producen y pagan, el poder no es nada.

España merece parar. España necesita parar. Para volver a empezar, vandalizada por casi una década de despropósitos tiránicos socialistas, pero con un mínimo de dignidad.