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Domingo, 20 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:
Estudio de Abraham Loeb

¿Es 3I/ATLAS un silencioso visitante alienígena que viene a por nosotros?

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El 1 de julio de 2025, cuando la mayoría de la humanidad celebraba el verano sin sospechar nada, los telescopios del Sistema de Alerta de Último Momento para Asteroides Terrestres detectaron algo extraordinario. No era una roca espacial ordinaria ni un cometa perdido. Era 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar jamás observado cruzando nuestro sistema solar, y portaba consigo un secreto que podría redefinir nuestra comprensión del cosmos y nuestro lugar en él.

 

Ahora, apenas semanas después, un equipo de científicos liderado por el debatido astrofísico Abraham Loeb de la Universidad de Harvard ha publicado un análisis que helará la sangre a cualquiera: 3I/ATLAS podría no ser natural. Podría ser una nave espacial alienígena. Y según los cálculos más escalofriantes, podría estar viniendo directamente hacia nosotros.

 

Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502

 

La hipótesis que nadie quiere considerar

 

"Las consecuencias, si la hipótesis resulta ser correcta, podrían ser potencialmente nefastas para la humanidad", escriben los autores en su inquietante estudio. No es alarmismo barato. Es ciencia fría, calculada con la precisión de quien ha dedicado décadas a desentrañar los misterios del universo.

 

La idea no surge de la fantasía. Surge de anomalías estadísticamente imposibles que convierten a 3I/ATLAS en el objeto más sospechoso que jamás haya visitado nuestro vecindario cósmico.

 

Las señales de alarma

 

Imaginen por un momento que son espías galácticos diseñando la aproximación perfecta a un sistema solar habitado. ¿Cómo lo harían?

 

Primero, elegirían una trayectoria que les diera acceso a los planetas clave con el mínimo esfuerzo. 3I/ATLAS viaja en el plano eclíptico—donde orbitan todos nuestros planetas—pero en dirección retrógrada. Esto lo convierte en prácticamente imposible de interceptar para nuestras naves, pero le permite a él acercarse a Venus, Marte y Júpiter con una facilidad desconcertante.

 

Segundo, llegarían desde una dirección que dificultara su detección temprana. 3I/ATLAS apareció desde la dirección del centro galáctico, una región tan brillante que enmascaró su aproximación hasta que ya era demasiado tarde para que pudiéramos hacer algo al respecto.

 

Tercero, elegirían el momento perfecto para maniobras furtivas. El 29 de octubre de 2025, cuando 3I/ATLAS alcance su punto más cercano al Sol, estará completamente oculto de la Tierra por nuestra propia estrella. El momento perfecto para lo que los científicos llaman una "maniobra Solar Oberth inversa"—la estrategia óptima para frenar una nave interestelar y quedarse en nuestro sistema solar.

 

La probabilidad de que todas estas características se den por casualidad es de menos del 0.005%. En términos humanos: prácticamente imposible.

 

El tamaño del problema

 

Si 3I/ATLAS fuera un asteroide natural, tendría unos 20 kilómetros de diámetro—un gigante cósmico. El problema es que objetos de ese tamaño son extraordinariamente raros en el espacio interestelar. Su visita sería como ganar la lotería cósmica varias veces seguidas.

 

Si fuera un cometa, deberíamos ver la característica cola de gas y polvo que se desprende cuando el hielo se sublima cerca del Sol. Pero 3I/ATLAS no muestra ninguna actividad cometaria. Permanece silencioso, oscuro, deliberadamente discreto.

 

La ventana de oportunidad mortal

 

Los cálculos más perturbadores del estudio se centran en las fechas. Si 3I/ATLAS realmente planea interceptar la Tierra, el momento óptimo sería entre el 21 de noviembre y el 5 de diciembre de 2025.

 

Apenas dentro de unos meses.

 

Los científicos han modelado exhaustivamente las maniobras necesarias para que el objeto cambie de curso hacia nuestro planeta. No requeriría tecnología imposible—apenas el equivalente a un misil balístico intercontinental en términos de velocidad de cambio. Para una civilización capaz de viajar entre las estrellas, sería trivial.

 

El eco de Oumuamua

 

Esta no es la primera vez que los científicos sospechan de un visitante interestelar. En 2017, el misterioso objeto 1I/'Oumuamua mostró una aceleración inexplicable que desafió todas las explicaciones naturales conocidas. Abraham Loeb, uno de los autores del nuevo estudio, fue crucificado por la comunidad científica cuando sugirió que podría haber sido artificial.

 

Ahora, con 3I/ATLAS, las anomalías son aún más pronunciadas y las implicaciones más aterradoras.

 

La estrategia del Bosque Oscuro

 

¿Por qué una civilización alienígena querría acercarse sigilosamente? Los autores invocan la terrorífica "Hipótesis del Bosque Oscuro"—una solución a la Paradoja de Fermi que sugiere que el universo está lleno de civilizaciones que permanecen ocultas porque revelarse significa la muerte—.

 

En un cosmos donde la supervivencia depende del sigilo, cualquier civilización detectada debe ser eliminada antes de que se convierta en una amenaza. Si 3I/ATLAS es realmente una sonda o nave alienígena, su misión podría no ser el contacto pacífico que Hollywood nos ha enseñado a esperar.

 

Las pruebas que se avecinan

 

La hipótesis es verificable. En las próximas semanas y meses, nuestros telescopios estarán vigilando cada movimiento de 3I/ATLAS. Cualquier desviación de una trayectoria puramente gravitacional, cualquier aceleración inexplicable, cualquier cambio de curso confirmará lo que algunos científicos ya sospechan en silencio.

 

Los investigadores han calculado exactamente qué aceleraciones no gravitacionales serían necesarias para interceptar diferentes planetas. Para Júpiter, el gigante gaseoso que podría servir como base de operaciones perfecta, las cifras son inquietantemente específicas: 5.9 × 10⁻⁵ unidades astronómicas por día al cuadrado.

 

Si los instrumentos detectan precisamente esa aceleración, no habrá más dudas.

 

El silencio ensordecedor

 

Quizás lo más perturbador del informe es su tono deliberadamente medido. Los autores enfatizan repetidamente que esto es "largamente un ejercicio pedagógico" y que "con mucho, el resultado más probable será que 3I/ATLAS es un objeto interestelar completamente natural".

 

Pero entre líneas se lee una urgencia contenida. Cuando científicos de la talla de Abraham Loeb dedican semanas a modelar exhaustivamente las capacidades militares de un objeto extraterrestre, cuando calculan ventanas de intercepción terrestre con precisión de días, cuando publican mapas detallados de maniobras de combate espacial, no lo hacen por diversión académica.

 

Lo hacen porque los datos los han llevado a una conclusión que prefieren no contemplar.

 

Una cuenta regresiva cósmica

 

Mientras escribo estas líneas, 3I/ATLAS se precipita hacia su cita con el Sol a más de 60 kilómetros por segundo. En poco más de tres meses, alcanzará el perihelio y desaparecerá tras nuestra estrella, oculto de nuestros ojos en el momento exacto en que podría ejecutar la maniobra que lo convertiría de visitante en invasor.

 

La humanidad tiene hasta noviembre para descifrar las verdaderas intenciones de nuestro visitante silencioso. Para entonces, si los cálculos más sombríos son correctos, podría ser demasiado tarde para cualquier cosa excepto mirar hacia el cielo nocturno y preguntarnos si ese punto de luz que se acerca es el heraldo de una nueva era o el presagio de nuestro fin.

 

En el cosmos, como en la vida, a veces el silencio es más aterrador que cualquier grito.


 

El estudio completo "Is the Interstellar Object 3I/ATLAS Alien Technology?" está disponible en arXiv y representa uno de los análisis más exhaustivos jamás realizados sobre las capacidades militares potenciales de un visitante interestelar. Los autores enfatizan que, aunque consideran la explicación natural como la más probable, las anomalías observadas justifican una investigación rigurosa de todas las posibilidades, por inquietantes que sean.

 

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