Negocian lo suyo con lo de los demás
En eso consiste desde siempre pactar. Es el modelo desde que existe el Estado de las Autonomías. Ese Estado plurinacional que un verano señaló Pujol reinterpretando determinados contenidos de la Constitución de 1978. No era necesario modificarla. Bastaba con otra lectura cargada de posibilismo. España no era más que una de las naciones del Estado cuasi federal que compartía soberanía con Cataluña, el País Vasco y Galicia. Había superado hasta la interpretación del discurso que pronunció en el Congreso Mundial Vasco Herrero de Miñón cuando desarrolló su teoría de los "FRAGMENTOS DE ESTADO".
Tuvimos que soportar esos DERECHOS HISTORICOS de ciertos territorios. Tuvimos que soportar el CONCIERTO ECONOMICO de los vascos. Tuvimos que soportar la gestión de la deuda de los catalanes. Tuvimos que sufrir la progresiva desaparición del Estado en Cataluña y Euskadi. Y ahora... hasta la unidad de caja para la Seguridad Social quedará al albur del pacto entre el sanchismo y el nacionalismo.
Al menos hay alguien que más allá de las descalificaciones toma la iniciativa. Moreno anuncia que hablará con Page y Barbón para hacer "una alianza por la igualdad de España" tras el 'cupo catalán'.
No soporto que sigan dando carta de naturaleza progresista y socialista personajes como María Jesús Montero. Charlatana de feria. Paciente para unidad de grandes quemados por su constante tempestad de movimientos en los que siempre termina poniendo sus manos en el fuego. De médico a médico le pregunto. ¿Tal conducta física y verbal es natural o se debe alguna otra cuestión no confesable?.
Pero por encima de síntomas o signos preocupantes hay un trasfondo ideológico. ¿Cómo se puede ser socialista y justificar con entusiasmo la España invertebrada, desigual, dónde se incrementan los privilegios y desequilibrios con los viejos principios de la igualdad y solidaridad? Y lo más sorprendente. Embustes para justificar el poder, la continuidad del régimen sanchista, la sospecha fundada de corrupción extendida como subcultura al uso ante la perplejidad de los españoles que a ciertas edades vuelven a sentir la presencia de aquel denostado franquismo que imponía la inversión de los ahorros campesinos castellanos, extremeños y galaicos como energía para desarrollar la industria en Cataluña, Vascongadas y Asturias.
Mi condición de español, universitario y ex representante de la soberanía popular me permiten señalar al menos tres motivos objetivos de indignación. Que una minoría imponga credos secesionistas a una mayoría. La UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑA no es negociable. Somos nación desde 1492.
Que la obscenidad del poder para unos miserables mandarines no sólo vulnere el Derecho Constitucional vigente, es que avanza en la fractura del Estado Nacional por la osadía de unos pocos, la cobardía de unos muchos y la indignidad manifiesta de esas clases dirigentes a las que sólo les importa recibir privilegios en sueldos, mordidas, negocios y pomposos privilegios. Me gustaría que sin complejos de culpabilidad o inferioridad, imitáramos a otras Naciones en las que desde la escuela se enseña dignidad de identidad nacional. Pero aquí hay otra controversia. Lo hacen los nacionalistas y les avergüenza a los españolistas.
He sido testigo muy a mi pesar. Tuve que indagar durante dos años a qué colegio iba a enviar a mis dos hijos en Vitoria. Quería que les enseñaran la verdad, el orgullo de ser españoles, el idioma hispano y los derechos fundamentales que son semilla para ejercer una ciudadanía decente. No quería un adoctrinamiento a inventario del mito al servicio de un presunto pueblo vasco oprimido, diferente, violento, que en nombre del mito justifica la muerte.
Me lo advirtieron. Los partidos nacionales se disputaban formar mayorías con los nacionalistas catalanes. Eran los guardianes del seny. Simplemente esperaban las nueces que iban cayendo del árbol que mecía el vendaval contencioso Estado español con Euskadi. Y ahora que ya no está presente ETA descubrimos como el nacionalismo catalán pretendía lo mismo que los vascos pero a la sombra de aquel tiempo en que tocaba a los gudaris abertzales ser la vanguardia del conflicto hacia la independencia.
Además, ni siquiera es cuestión de recursos públicos. Estos sirven para afianzar un nivel de vida supremo que compre voluntades egoístas, insolidarias y perversas que llegan a la conclusión de como lo invertido en bienestar catalán o vasco hace pedagogía de nacionalismo. Y es que aun resuena en mi cabeza aquel grito impúdico de ¡España nos roba!.
Es que todo lo que no sea avanzar hacia la independencia no es útil al objetivo de constituir dos naciones diferentes a España pero comercialmente cliente preferente en sus relaciones con nuestra economía.
Termino. No sólo hay que evitar la rapiña a los derechos económicos de todos los españoles, es que debemos poner en las Instituciones Públicas a quienes defiendan los valores patrios de ser español sin complejos.
En eso consiste desde siempre pactar. Es el modelo desde que existe el Estado de las Autonomías. Ese Estado plurinacional que un verano señaló Pujol reinterpretando determinados contenidos de la Constitución de 1978. No era necesario modificarla. Bastaba con otra lectura cargada de posibilismo. España no era más que una de las naciones del Estado cuasi federal que compartía soberanía con Cataluña, el País Vasco y Galicia. Había superado hasta la interpretación del discurso que pronunció en el Congreso Mundial Vasco Herrero de Miñón cuando desarrolló su teoría de los "FRAGMENTOS DE ESTADO".
Tuvimos que soportar esos DERECHOS HISTORICOS de ciertos territorios. Tuvimos que soportar el CONCIERTO ECONOMICO de los vascos. Tuvimos que soportar la gestión de la deuda de los catalanes. Tuvimos que sufrir la progresiva desaparición del Estado en Cataluña y Euskadi. Y ahora... hasta la unidad de caja para la Seguridad Social quedará al albur del pacto entre el sanchismo y el nacionalismo.
Al menos hay alguien que más allá de las descalificaciones toma la iniciativa. Moreno anuncia que hablará con Page y Barbón para hacer "una alianza por la igualdad de España" tras el 'cupo catalán'.
No soporto que sigan dando carta de naturaleza progresista y socialista personajes como María Jesús Montero. Charlatana de feria. Paciente para unidad de grandes quemados por su constante tempestad de movimientos en los que siempre termina poniendo sus manos en el fuego. De médico a médico le pregunto. ¿Tal conducta física y verbal es natural o se debe alguna otra cuestión no confesable?.
Pero por encima de síntomas o signos preocupantes hay un trasfondo ideológico. ¿Cómo se puede ser socialista y justificar con entusiasmo la España invertebrada, desigual, dónde se incrementan los privilegios y desequilibrios con los viejos principios de la igualdad y solidaridad? Y lo más sorprendente. Embustes para justificar el poder, la continuidad del régimen sanchista, la sospecha fundada de corrupción extendida como subcultura al uso ante la perplejidad de los españoles que a ciertas edades vuelven a sentir la presencia de aquel denostado franquismo que imponía la inversión de los ahorros campesinos castellanos, extremeños y galaicos como energía para desarrollar la industria en Cataluña, Vascongadas y Asturias.
Mi condición de español, universitario y ex representante de la soberanía popular me permiten señalar al menos tres motivos objetivos de indignación. Que una minoría imponga credos secesionistas a una mayoría. La UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑA no es negociable. Somos nación desde 1492.
Que la obscenidad del poder para unos miserables mandarines no sólo vulnere el Derecho Constitucional vigente, es que avanza en la fractura del Estado Nacional por la osadía de unos pocos, la cobardía de unos muchos y la indignidad manifiesta de esas clases dirigentes a las que sólo les importa recibir privilegios en sueldos, mordidas, negocios y pomposos privilegios. Me gustaría que sin complejos de culpabilidad o inferioridad, imitáramos a otras Naciones en las que desde la escuela se enseña dignidad de identidad nacional. Pero aquí hay otra controversia. Lo hacen los nacionalistas y les avergüenza a los españolistas.
He sido testigo muy a mi pesar. Tuve que indagar durante dos años a qué colegio iba a enviar a mis dos hijos en Vitoria. Quería que les enseñaran la verdad, el orgullo de ser españoles, el idioma hispano y los derechos fundamentales que son semilla para ejercer una ciudadanía decente. No quería un adoctrinamiento a inventario del mito al servicio de un presunto pueblo vasco oprimido, diferente, violento, que en nombre del mito justifica la muerte.
Me lo advirtieron. Los partidos nacionales se disputaban formar mayorías con los nacionalistas catalanes. Eran los guardianes del seny. Simplemente esperaban las nueces que iban cayendo del árbol que mecía el vendaval contencioso Estado español con Euskadi. Y ahora que ya no está presente ETA descubrimos como el nacionalismo catalán pretendía lo mismo que los vascos pero a la sombra de aquel tiempo en que tocaba a los gudaris abertzales ser la vanguardia del conflicto hacia la independencia.
Además, ni siquiera es cuestión de recursos públicos. Estos sirven para afianzar un nivel de vida supremo que compre voluntades egoístas, insolidarias y perversas que llegan a la conclusión de como lo invertido en bienestar catalán o vasco hace pedagogía de nacionalismo. Y es que aun resuena en mi cabeza aquel grito impúdico de ¡España nos roba!.
Es que todo lo que no sea avanzar hacia la independencia no es útil al objetivo de constituir dos naciones diferentes a España pero comercialmente cliente preferente en sus relaciones con nuestra economía.
Termino. No sólo hay que evitar la rapiña a los derechos económicos de todos los españoles, es que debemos poner en las Instituciones Públicas a quienes defiendan los valores patrios de ser español sin complejos.