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Todo lo que debe saber sobre Sanseito, el nuevo partido soberanista que ha irrumpido en Japón con excelentes resultados electorales
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Sanseito (参政党), traducido como “Partido de Participación Política”, es una de las irrupciones políticas más sorprendentes de Japón en los últimos años. Fundado en 2020 como un movimiento ciudadano surgido en YouTube bajo el liderazgo de Sohei Kamiya, se presenta como una alternativa para quienes están desencantados con los partidos tradicionales y promueve la idea de “hacer política desde cero” con base en comunidades locales. En apenas cinco años, ha pasado de ser una fuerza marginal a lograr un avance espectacular en las elecciones para la Cámara Alta de julio de 2025, donde consiguió 15 escaños —14 más que en 2022—, debilitando la mayoría del gobernante Partido Liberal Democrático.
Su ideología combina nacionalismo, populismo digital y un discurso ultraconservador. Bajo el lema “Japanese First”, Sanseito aboga por restricciones drásticas a la inmigración, la eliminación de prestaciones sociales para extranjeros, recortes de políticas de igualdad de género y un refuerzo de la natalidad japonesa. En materia constitucional, defiende una revisión radical: una nueva carta magna donde el emperador recupere un rol soberano y los derechos individuales se subordinen al interés nacional. El partido también es conocido por su rechazo a las vacunas, su difusión de teorías críticas sobre élites globales y el Covid-19, y por las acusaciones de antisemitismo dirigidas a su líder, quien ha sido criticado por discursos sobre “capital judío” y otras afirmaciones polémicas.
El éxito de Sanseito tiene varias claves. La primera es el descontento social y económico: inflación, estancamiento salarial y una sensación generalizada de que el sistema político tradicional no responde a las necesidades del ciudadano común. La segunda es su poderosa estrategia digital: su canal de YouTube supera los 400.000 suscriptores y ha logrado conectar con un electorado joven, harto de la política convencional. La tercera es su mensaje emocionalmente cargado, que apela a la identidad nacional y al rechazo de la globalización, ofreciendo respuestas simples a problemas complejos.
Aunque su influencia real aún es limitada por su escasa presencia en la Cámara Baja, el ascenso de Sanseito ha introducido un elemento disruptivo en la política japonesa. Sus críticos alertan de los riesgos de polarización y del avance de un discurso xenófobo y conspirativo, mientras sus defensores lo ven como un soplo de aire fresco frente a una élite política envejecida. Su futuro dependerá de si consigue consolidarse en elecciones locales y ampliar su representación, pero ya ha dejado claro que el malestar social en Japón tiene un nuevo rostro político.
Sanseito (参政党), traducido como “Partido de Participación Política”, es una de las irrupciones políticas más sorprendentes de Japón en los últimos años. Fundado en 2020 como un movimiento ciudadano surgido en YouTube bajo el liderazgo de Sohei Kamiya, se presenta como una alternativa para quienes están desencantados con los partidos tradicionales y promueve la idea de “hacer política desde cero” con base en comunidades locales. En apenas cinco años, ha pasado de ser una fuerza marginal a lograr un avance espectacular en las elecciones para la Cámara Alta de julio de 2025, donde consiguió 15 escaños —14 más que en 2022—, debilitando la mayoría del gobernante Partido Liberal Democrático.
Su ideología combina nacionalismo, populismo digital y un discurso ultraconservador. Bajo el lema “Japanese First”, Sanseito aboga por restricciones drásticas a la inmigración, la eliminación de prestaciones sociales para extranjeros, recortes de políticas de igualdad de género y un refuerzo de la natalidad japonesa. En materia constitucional, defiende una revisión radical: una nueva carta magna donde el emperador recupere un rol soberano y los derechos individuales se subordinen al interés nacional. El partido también es conocido por su rechazo a las vacunas, su difusión de teorías críticas sobre élites globales y el Covid-19, y por las acusaciones de antisemitismo dirigidas a su líder, quien ha sido criticado por discursos sobre “capital judío” y otras afirmaciones polémicas.
El éxito de Sanseito tiene varias claves. La primera es el descontento social y económico: inflación, estancamiento salarial y una sensación generalizada de que el sistema político tradicional no responde a las necesidades del ciudadano común. La segunda es su poderosa estrategia digital: su canal de YouTube supera los 400.000 suscriptores y ha logrado conectar con un electorado joven, harto de la política convencional. La tercera es su mensaje emocionalmente cargado, que apela a la identidad nacional y al rechazo de la globalización, ofreciendo respuestas simples a problemas complejos.
Aunque su influencia real aún es limitada por su escasa presencia en la Cámara Baja, el ascenso de Sanseito ha introducido un elemento disruptivo en la política japonesa. Sus críticos alertan de los riesgos de polarización y del avance de un discurso xenófobo y conspirativo, mientras sus defensores lo ven como un soplo de aire fresco frente a una élite política envejecida. Su futuro dependerá de si consigue consolidarse en elecciones locales y ampliar su representación, pero ya ha dejado claro que el malestar social en Japón tiene un nuevo rostro político.