En un hito administrativo digno de estudio en las mejores escuelas de kafkaología, el Boletín Oficial del Estado ha anunciado hoy el nombramiento de don Jorge Pérez Naharro como Director del Gabinete del Director del Gabinete del Presidente del Gobierno. No, no es un error de redacción ni un trabalenguas gubernamental: es el cargo oficial. Un nuevo escalón en la ya intrincada escalera del organigrama estatal socialista.

Según la Orden PJC/843/2025, el Ministerio de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes ha considerado indispensable cubrir este importantísimo cargo, cuya mera existencia parece justificar su necesidad por el simple hecho de estar contemplado en algún recóndito artículo de la Ley 50/1997.

Mientras la clase media desaparece, la juventud huye del país y los ciudadanos son extorsionados por las haciendas públicas, el Estado, en manos de Pedro Sánchez, ha encontrado el hueco presupuestario (y el humor negro) para añadir un nuevo funcionario de alto nivel cuya función exacta, por supuesto, será "coordinar la coordinación del coordinador", asegurando que el Director del Gabinete del Presidente no tenga que agobiarse pensando por sí mismo.

En resumen: el contribuyente español —ese personaje de ficción que aún cree en la eficiencia del Estado— financiará con gusto el sueldo, el coche oficial, el despacho climatizado y las dietas de una figura clave en el sostenimiento de nuestra democracia: el Director del Gabinete del Director del Gabinete. Porque si algo no nos falta en este país, es gente que dirija al que dirige al que dirige.