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Jueves, 07 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:
Un artículo de Jennifer Bilekx

La verdadera naturaleza de la industria del género

La industria del género no es simplemente un escándalo médico, un problema de derechos de las mujeres ni un fenómeno cultural. Opera como una máquina lucrativa, no como una lucha ideológica o emocional. Enmarcarla como un problema médico, un contagio social o un conflicto de género simplifica excesivamente el problema, ignorando cómo ambos sexos se ven atrapados en una sofisticada campaña tecnológica de ventas. Esta campaña, respaldada por influyentes intereses comerciales, normaliza la mercantilización de la biología reproductiva, como se observa en la transformación de la transexualidad en transgenerismo, especialmente entre los jóvenes.

 

El movimiento LGBTQI+ moderno promueve nuevas estructuras familiares facilitadas por la tecnología, a la vez que redefine el sexo como un espectro de experiencias placenteras, desvinculadas de la intimidad, la reproducción y la responsabilidad. Esto se evidencia en los desfiles del Orgullo, las horas de cuentos de drag queens y la integración de estos temas en los medios de comunicación y la educación infantil en las culturas occidentales.

 

 

Una sociedad que oculta el sexo biológico mediante la tecnología, los productos farmacéuticos, el lenguaje y los cambios legales corre el riesgo de socavar la reproducción humana. Es importante preguntarse por qué ocurre esto. Este cambio podría contribuir a objetivos como la reducción de la población o el desarrollo de métodos de reproducción artificial, como la ectogénesis, que sigue siendo inviable para los humanos, pero que actualmente se considera el santo grial de la investigación en reproducción tecnológica. En 2022, los científicos crearon un embrión sintético de ratón con cerebro y corazón latente utilizando células madre, sin necesidad de óvulos ni espermatozoides.

 

La industria del género, que abarca la ideología de género y el transgenerismo, comercializa los sistemas reproductivos humanos como partes fragmentadas, en consonancia con los avances en tecnologías reproductivas como la gestación subrogada, la FIV, los bancos de esperma, la recolección de óvulos y el cribado genético. Estas industrias, que ya generan miles de millones de dólares en ingresos y están en vías de crecimiento, allanan el camino para la ectogénesis y las configuraciones genéticas multiparentales. El movimiento LGB, antaño arraigado en los derechos civiles, se ha convertido en una poderosa fuerza que promueve un modelo familiar de alta tecnología, desvinculado de las normas biológicas y de las familias tal como las entendemos actualmente, mediante la incorporación de la TQI+ y la ideología de género (marketing).

 

Replanteando la lucha

 

La lucha no se centra en los derechos de las personas trans versus los derechos de las mujeres, ni en la lucha entre hombres y mujeres, sino en la lucha entre la reproducción biológica y la reproducción tecnológica. El concepto corporativo de lo trans promueve una biología humana fragmentada, transformando la percepción de la binariedad sexual mediante medios legales y tecnológicos. Debatir en el marco de los conflictos de género distrae la atención de las industrias que se lucran con la destrucción de los sistemas reproductivos de las personas jóvenes y la erosión del reconocimiento del sexo biológico.

 

 

La ideología de género no se trata de la expresión personal, la vestimenta ni la libertad. Los hombres con vestidos o las mujeres con camisas de franela siguen siendo reconocibles según su sexo biológico. El verdadero problema es la mercantilización de las características sexuales a través de la ley, la tecnología y la industria farmacéutica, que normaliza industrias extractivas como la gestación subrogada, la FIV y la ingeniería genética. Reconocer el sexo biológico es esencial para la supervivencia humana, a menos que la reproducción natural se vuelva obsoleta. Las características sexuales sintéticas, a diferencia del estilo personal, reducen los sistemas reproductivos a mercancías, amenazando la privacidad, la dignidad y la seguridad.

 

Un llamado a la claridad

 

Este es un problema material que afecta a toda la sociedad, no un conflicto de derechos colectivos. Replantear la industria del género como una empresa con fines de lucro, en lugar de un movimiento de derechos humanos, es crucial para romper el ciclo de confusión y abordar su impacto en la biología humana y los vínculos sociales.

 

Traducción: Carlos X. Blanco

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