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Jueves, 07 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:
Una nueva guerra batalla tecnológica se libra entre laboratorios, salas blancas y líneas de código

La nueva guerra fría

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Prólogo: El momento DeepSeek

 

Era el 27 de enero de 2025 cuando los mercados globales perdieron más de un billón de dólares en una sola jornada. No había sido una guerra, ni una crisis financiera, ni un desastre natural. El culpable era una startup china de apenas dos años llamada DeepSeek, cuyo modelo de inteligencia artificial R1 había demostrado que podía rivalizar con ChatGPT gastando una fracción de los recursos que invierten las gigantes tecnológicas estadounidenses.

 

En las oficinas de la ciudad de Hangzhou, donde DeppSeek tiene su sede, Liang Wenfeng, el fundador de 39 años con aspecto de estudiante de posgrado, observaba las pantallas con la misma tranquilidad que había mostrado cuando decidió apostar el futuro de su empresa en una tecnología que muchos consideraban imposible. Sus empleados lo llamaban lǎo bǎn —jefe en chino—, pero había algo en su forma de trabajar que desafiaba todas las jerarquías tradicionales de la industria tecnológica china.

 

La historia de DeepSeek no comenzó con intenciones grandiosas. Liang había acumulado chips Nvidia A100 para su fondo de inversión cuantitativo High-Flyer, y cuando los reguladores chinos preguntaron por qué necesitaba tanta potencia de cómputo, las autoridades decidieron no intervenir. Esa decisión, aparentemente menor, resultó crucial: cuando Estados Unidos prohibió la exportación de esos chips a China en 2022, DeepSeek ya tenía la infraestructura necesaria para su breakthrough tecnológico.

 

"DeepSeek R1 es uno de los avances más impresionantes que he visto jamás, y como código abierto, un regalo profundo para el mundo", escribió Marc Andreessen, el legendario capitalista de riesgo de Silicon Valley, en una publicación que se viralizó instantáneamente.

 

Pero la historia de DeepSeek es solo la punta visible de un iceberg que se extiende por laboratorios secretos, salas blancas esterilizadas y códigos fuente protegidos por secretos de estado. Es la historia de la nueva guerra fría tecnológica, donde el campo de batalla no son las trincheras, sino los nanómetros.

 

Capítulo 1: El hombre de los 500 patentes

 

Para entender cómo China logró burlar años de sanciones estadounidenses, hay que conocer la historia de Liang Mong Song, un ingeniero taiwanés de 70 años cuyo nombre se susurra con reverencia en los círculos de semiconductores de Asia.

 

Físicamente, Liang no es un hombre imponente. De complexión delgada y estilo reservado, puede parecer tímido, incluso nervioso, en las reuniones. Pero quienes trabajaron con él aprendieron rápidamente a no confundir su silencio reflexivo con timidez. Una vez que procesaba los puntos más delicados de una discusión, disparaba preguntas precisas y difíciles de responder sobre arquitectura de modelos, costos de computación y las complejidades técnicas más profundas.

 

La carrera de Liang se lee como una novela de espionaje industrial. Nacido en Taiwán, obtuvo su doctorado en ingeniería eléctrica en UC Berkeley bajo la tutela de Chenming Calvin Hu. Después de trabajar en AMD en el desarrollo de los procesadores K6 y K7, regresó a Taiwán en 1992 para unirse a TSMC, donde se convertiría en una de las figuras más influyentes de la industria.

 

"Era un científico e ingeniero muy talentoso", recuerda Richard L. Thurston, un ex ejecutivo de TSMC que trabajó con Liang. "Tenía una memoria excelente y era metódico. No hay científico o ingeniero más inteligente que él. Es realmente una de las mentes más brillantes que he visto en semiconductores".

 

En TSMC, Liang acumuló casi 500 patentes y participó en el desarrollo de las tecnologías de fabricación más avanzadas de cada generación. En 2003, cuando TSMC saltó a la prominencia con un método revolucionario para usar cobre de baja resistencia en conexiones para fabricar chips más pequeños, Liang ocupó el segundo lugar en la lista de ingenieros responsables, solo detrás de su jefe de entonces, Chiang Shang-yi.

 

Pero en 2005, cuando Morris Chang nombró a Rick Tsai para sucederlo como CEO, Liang esperaba ser promovido a vicepresidente de I+D. No ocurrió. La rabia de Liang por ser pasado por alto sería el catalizador que cambiaría el equilibrio tecnológico mundial.

 

En febrero de 2009, Liang abandonó TSMC. Después de un período como profesor en la Universidad Nacional Tsinghua, Samsung lo cortejó con una oferta irresistible: un salario de 4 millones de dólares anuales, equivalente a tres años de su sueldo en TSMC, más un contrato para llevar consigo a más de 20 empleados de su antiguo departamento de ingeniería.

 

El caso judicial que siguió marcó un precedente histórico. TSMC demandó a Liang por filtrar secretos industriales, incluyendo tecnología de proceso de 28nm. Un informe analítico comisionado por TSMC mostró que los chips de Samsung de 45, 32 y 28nm habían utilizado tecnologías similares a las de TSMC. En 2015, Liang perdió el juicio y se le prohibió trabajar para Samsung hasta finales de ese año.

 

Pero su historia estaba lejos de terminar.

 

Capítulo 2: El enigma de los 7 nanómetros

 

El 29 de agosto de 2023, mientras la Secretaria de Comercio estadounidense Gina Raimondo visitaba Pekín para discutir las tensiones tecnológicas entre ambos países, Huawei anunció silenciosamente el lanzamiento del Mate 60 Pro. No fue casualidad. El timing era un mensaje calculado de desafío.

 

Cuando los expertos de TechInsights desmontaron el teléfono, encontraron algo que no debería haber existido: un chip Kirin 9000s de 7 nanómetros, fabricado por SMIC (Semiconductor Manufacturing International Corporation), la empresa china de semiconductores. Según todas las proyecciones occidentales, China no debería haber podido fabricar tecnología tan avanzada bajo las sanciones estadounidenses.

 

"Esto representa un gran golpe para todos los antiguos proveedores tecnológicos de Huawei, principalmente empresas estadounidenses", declaró Paul Triolo, el líder de política tecnológica en Albright Stonebridge Group. "La importancia geopolítica ha sido demostrar que es posible diseñar completamente [sin tecnología estadounidense]".

 

El secreto estaba en la ingeniería. Mientras que las empresas occidentales habían migrado a máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV) para fabricar chips de 7nm, SMIC había logrado el mismo resultado usando tecnología de litografía ultravioleta profunda (DUV) más antigua, pero disponible.

 

"SMIC contrató a cientos de ingenieros de TSMC atrayéndolos con paquetes de compensación muy grandes. Si robaron propiedad intelectual o no, no se puede probar", explicó Woz Ahmed, director gerente de la consultora Chilli Ventures y ex director de estrategia de Imagination Technologies.

 

La clave había sido Liang Mong Song, quien se había unido a SMIC como co-CEO en 2017 con un salario inicial de solo 200,000 dólares anuales. "En teoría, usar DUV puede llevar al límite de 7nm, pero el rendimiento y la performance pueden no ser excelentes en ese límite", explicó Ahmed. "La densidad de transistores, potencia y características de velocidad de los chips de 7nm fabricados por diferentes productores pueden variar ampliamente".

 

El proceso era menos eficiente que usar EUV: requería múltiples capas de máscaras, llevando a tres o incluso cuatro rondas de grabado para un chip de 7nm, mientras que las máquinas EUV podían poner patrones de chips en una superficie de oblea exponiéndola a la luz solo una vez. Pero funcionaba.

 

"Las fuentes de la industria dentro de China sugieren que el rendimiento está en el rango del 70% y mejorando, lo que usualmente es el caso con este tipo de esfuerzos para empujar equipos existentes más allá de lo que fueron diseñados para hacer", reveló Paul Triolo a EE Times.

 

Sin embargo, los límites pronto se hicieron evidentes. Cuando Huawei lanzó el Mate 70 en noviembre de 2024, TechInsights descubrió que el nuevo chip Kirin 9020 mostraba solo una "mejora incremental" sobre su predecesor y había sido fabricado usando el mismo proceso de 7nm. "Los hallazgos sugieren que Huawei puede estar encontrando dificultades para lograr nuevos avances en la fabricación de chips", concluyó el análisis.

 

China había alcanzado un techo tecnológico, al menos temporalmente.

 

Capítulo 3: Espías en salas blancas

 

La guerra tecnológica no se libra solo en laboratorios y fábricas. Se libra en universidades, conferencias académicas y hasta en aplicaciones de citas donde ingenieros solitarios pueden ser seducidos para revelar secretos que valen miles de millones.

 

"China roba entre 200 mil y 600 mil millones de dólares en propiedad intelectual estadounidense cada año", estimó en 2021 Michael Orlando, Director Interino del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad. "El FBI está abriendo un nuevo caso de contrainteligencia relacionado con China cada 10 horas".

 

Taiwán, separado de China continental por solo 110 millas de agua, se ha convertido en el epicentro de esta guerra silenciosa. La isla controla el 92% de la capacidad mundial de fabricación de semiconductores más avanzados, y sus ingenieros talentosos son el premio más codiciado.

 

Según un informe de Reuters de 2022, el gobierno taiwanés estaba investigando alrededor de 100 empresas chinas sospechosas de reclutar ilegalmente ingenieros de semiconductores, cortejándolos con salarios de dos a tres veces sus ingresos existentes, con la implicación de que divulgarían secretos comerciales.

 

Los métodos son sofisticados. En 2024, las autoridades taiwanesas acusaron a ocho empresas chinas de tecnología, incluyendo al gigante de equipos de chips Naura Technology Group, de reclutar ilegalmente talento de la isla. La investigación incluyó redadas en 30 ubicaciones y el interrogatorio de 65 individuos en cuatro ciudades.

 

"Los espías económicos que roban o filtran secretos tecnológicos a China continental, Hong Kong y Macao enfrentarán hasta 12 años de cárcel y multas de hasta 100 millones de dólares taiwaneses", estableció la nueva ley anti-espionaje de Taiwán.

 

Pero el espionaje va más allá del reclutamiento directo. En Europa, ASML, el monopolio holandés que fabrica las máquinas de litografía más avanzadas del mundo, enfrenta "miles de incidentes de seguridad cada año" con varios intentos exitosos de infiltración china en el registro público.

 

"Las máquinas EUV de ASML son una de las piezas de equipo más sofisticadas y precisas en la manufactura moderna de semiconductores", explica un informe de investigación. "Cada máquina EUV consiste en más de 100,000 componentes individuales, incluyendo 3,000 cables, 40,000 pernos y 2 kilómetros de tubería. Una vez completamente ensamblada, la máquina es aproximadamente del tamaño de un autobús pequeño y pesa entre 150 y 180 toneladas".

 

El valor de una sola máquina EUV supera los 200 millones de dólares, y la lista de espera para obtener una puede extenderse por años. China ha sido completamente excluida de esta tecnología desde 2020, pero eso no ha detenido sus intentos de obtenerla por otros medios.

 

Capítulo 4: La economía de la desesperación

 

Mientras Washington celebraba el aparente éxito de sus sanciones, los datos contaban una historia diferente. China controla actualmente el 24% de la capacidad global de chips "maduros" (50-180 nm), pero se proyecta que alcance el 50% para 2030 gracias a subsidios masivos estatales.

 

"Beijing ha invertido aproximadamente 150 mil millones de dólares en su industria de semiconductores, incluyendo instalaciones de investigación y desarrollo desde 2015", más que cualquier otra economía. "No hace mucho se pensaba que SMIC necesitaría siete años para alcanzar a los líderes tecnológicos occidentales actuales. Pero SMIC y Huawei Technologies Co. han progresado rápidamente".

 

Las sanciones, diseñadas para estrangular la industria china de chips, han producido un efecto paradójico: han forzado la innovación a través de la restricción. "Las restricciones han llevado a China a implementar un esfuerzo respaldado por el gobierno para mejorar la autosuficiencia del país", reconoció un análisis del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

 

El enfoque chino es diferente al occidental. Mientras que empresas como Nvidia gastan decenas de miles de millones en centros de datos masivos y los chips más avanzados, DeepSeek demostró que se podían lograr resultados similares con menos de 6 millones de dólares y chips H800 de menor capacidad.

 

"Al lograr resultados de vanguardia con menos recursos, DeepSeek destaca el potencial de la innovación eficiente sobre la escala pura, marcando un punto de inflexión en la carrera de IA", observó Wei Sun, analista de la industria.

 

Esta filosofía de "innovación frugal" se ha extendido por toda la industria china. En marzo de 2025, un equipo de investigadores de la Universidad de Pekín anunció que habían usado nuevos materiales para romper los límites de rendimiento de chips, permitiendo a China "cambiar de carril en la carrera de semiconductores evitando completamente los obstáculos basados en silicio". El equipo, liderado por el profesor de química Peng Hailin, dijo que su transistor 2D podía operar 40% más rápido que los dispositivos de 3 nanómetros de TSMC mientras consumía 10% menos energía.

 

Capítulo 5: El juego de las tierras raras

 

Mientras Estados Unidos apretaba el cerco tecnológico, China jugaba sus propias cartas. En julio de 2023, Pekín restringió sus exportaciones de galio y germanio, metales clave ampliamente utilizados en semiconductores y vehículos eléctricos. China controla el 80% de la capacidad mundial de refinado de tierras raras, minerales esenciales para armamento de alta tecnología, así como baterías, pantallas y muchos otros productos de alta tecnología.

 

"China ha usado ya su monopolio existente de suministro de tierras raras para extorsionar a Japón en 2010, cuando detuvo las exportaciones de elementos de tierras raras debido a un conflicto territorial", recordó un análisis geopolítico.

 

Las empresas estadounidenses sintieron inmediatamente el impacto. Nvidia perdió casi 600 mil millones de dólares en valor de mercado después de que el modelo de IA chino pusiera en duda la supremacía de las empresas tecnológicas estadounidenses. Google (Alphabet) y Microsoft vieron caer sus precios de acciones un 4.03% y un 2.14% respectivamente.

 

Pero China también mostró pragmatismo estratégico. Beijing eximió silenciosamente de aranceles algunos semiconductores fabricados en Estados Unidos, en un intento de proteger a sus principales empresas tecnológicas de una amarga confrontación comercial con el presidente Donald Trump. Los aranceles sobre al menos ocho clasificaciones de microchips fabricados en Estados Unidos se redujeron a cero, en lugar de la tasa arancelaria de represalia del 125% que Beijing había impuesto sobre todos los demás bienes estadounidenses.

 

"Aranceles más altos sobre estos bienes habrían arriesgado una reacción significativa contra la propia industria tecnológica de China, así como sus ambiciones de romper su dependencia de bienes importados", algo que Beijing considera un "mal necesario" a corto plazo, explicó Nick Marro, economista principal para Asia en The Economist Intelligence Unit.

 

Capítulo 6: Los transfugas del silicio

 

En noviembre de 2020, una carta filtrada sacudió la industria china de semiconductores. Liang Mong Song, el co-CEO de SMIC, anunció su renuncia tras quejarse de que no fue consultado sobre la decisión de SMIC de traer a Chiang Shang-yi, su antiguo jefe en TSMC, como vicepresidente.

 

"Me sentí consternado y desconcertado por esto, ya que no tenía conocimiento previo de ello. Sentí profundamente que ya no era respetado ni confiable", escribió Liang en su carta de renuncia, que fue publicada en medios estatales chinos.

 

La crisis fue resuelta cuando SMIC elevó el salario de Liang a 1.53 millones de dólares y le otorgó un apartamento. Pero el incidente reveló las tensiones internas en el esfuerzo chino por lograr la autosuficiencia tecnológica.

 

"Después de que Liang llegó a SMIC, la empresa china mejoró el rendimiento de su producción en masa y redujo el tamaño de sus chips como TSMC y Samsung habían hecho antes", según ejecutivos de la industria. En 298 días, Liang mejoró significativamente la tasa de rendimiento del proceso de 14nm de SMIC del 3% a más del 95%, convirtiendo a SMIC en el sexto mayor fabricante del mundo después de TSMC, UMC, Samsung, Global Foundry e Intel.

 

La historia de Liang ilustra un fenómeno más amplio: la migración de talento entre las principales potencias tecnológicas. "SMIC contrató a cientos de ingenieros de TSMC atrayéndolos con paquetes de compensación muy grandes", pero también representa algo más profundo: la forma en que las ambiciones personales y los desaires profesionales pueden alterar el equilibrio geopolítico global.

 

"Desde que se unió a SMIC, Liang debe haber ya preparado para la probabilidad de que un día se convertiría en enemigo de los jugadores de la industria de chips en Taiwán y Estados Unidos", observó Julian Kuo, ex miembro del Yuan Legislativo y comentarista de alto perfil.

 

Capítulo 7: Los límites de la guerra tecnológica

 

A medida que 2025 avanza, tanto Estados Unidos como China se enfrentan a los límites de sus estrategias respectivas. Las restricciones expansivas de controles de exportación lanzadas en diciembre de 2024 y enero de 2025 comprometen a los sectores de semiconductores e inteligencia artificial de Estados Unidos y China a niveles mucho más altos de desacoplamiento.

 

"Ya China ha intensificado los controles en áreas que golpearán duramente a las empresas estadounidenses, incluyendo la prohibición de la exportación de los minerales críticos galio, germanio y antimonio", en una escalada de toma y daca que tiene consecuencias desconocidas y el potencial de interrumpir aún más las cadenas de suministro.

 

Para las empresas tecnológicas estadounidenses, las implicaciones son profundas. "No está claro cómo los líderes tecnológicos estadounidenses reemplazarán los miles de millones de dólares en ingresos perdidos de China, mientras más y más equipos estadounidenses son reemplazados por equipos chinos o equipos de Japón y otros países".

 

Algunas empresas ya han recortado presupuestos y despedido personal. "Tener el mercado más grande cada vez más difícil de acceder mientras los competidores obtienen ventajas importantes cuestiona la viabilidad a largo plazo de la fabricación de herramientas de semiconductores estadounidenses en particular".

 

Mientras tanto, la industria china de IA ha entrado en una nueva fase de competencia intensa. DeepSeek ha acelerado rápidamente la adopción de IA en toda la sociedad china. Las gigantes tecnológicas chinas han lanzado una oleada de modelos de IA gratuitos y de código abierto. Las startups están bajo presión de abandonar la investigación fundamental mientras los inversores priorizan aplicaciones prácticas.

 

"Los inversores en China ahora serían cautelosos de respaldar empresas de IA más pequeñas que aún se enfocan en modelos fundamentales, ya que la tecnología de DeepSeek hace que sea más difícil para ellos competir", dijo un inversor familiarizado con el ecosistema. "Unas pocas empresas seguirán siendo 'serias' sobre el avance de modelos de IA, pero la mayoría de las otras se enfocarán en construir aplicaciones, servicios, agentes. Ahí es donde fluirá la inversión".

 

Epílogo: El coste de la guerra

 

En un laboratorio esterilizado de Hangzhou, Liang Wenfeng continúa supervisando el desarrollo del sucesor de DeepSeek R1. La empresa está acelerando el lanzamiento del R2, originalmente planeado para principios del pasadomes de  mayo, pero ahora programado para salir "lo más pronto posible". El nuevo modelo promete mejor codificación y la capacidad de razonar en idiomas más allá del inglés.

 

A 1.200 kilómetros de distancia, en las instalaciones de SMIC en Shanghai, los ingenieros trabajan las 24 horas para mejorar los rendimientos de sus procesos de 7nm. Saben que han alcanzado un techo tecnológico, pero también saben que la historia de la tecnología está llena de saltos cuánticos inesperados.

 

La nueva guerra fría tecnológica no tiene ganadores claros, solo costos crecientes. Estados Unidos gasta decenas de miles de millones en subsidios para traer de vuelta la manufactura de chips, mientras China invierte cantidades similares en investigación y desarrollo autóctono. Europa intenta navegar entre ambas superpotencias, protegiendo sus propios secretos tecnológicos mientras mantiene el acceso a los mercados globales.

 

"Los semiconductores son críticos tanto para nuestra defensa nacional como para la vida cotidiana estadounidense", explica Emily Howell, experta en política tecnológica. "El problema es que un puñado de países en el este de Asia —Taiwán, Corea del Sur, Japón y China— dominan la industria de semiconductores y la cadena de suministro. Estados Unidos actualmente carece de la infraestructura, capacidad y experiencia para compensar una pérdida de acceso a la manufactura asiática de semiconductores".

 

Mientras tanto, en las universidades de Berkeley y Stanford, jóvenes investigadores chinos consideran si regresar a casa después de completar sus doctorados. Sus decisiones, multiplicadas por miles, determinarán el futuro del liderazgo tecnológico global.

 

La guerra silenciosa continúa, librada en nanómetros y gigabytes, en patentes y algoritmos. No hay líneas de frente visibles, pero las implicaciones son tan profundas como cualquier conflicto militar. El ganador no será determinado por la superioridad de las armas, sino por la superioridad de las ideas y la capacidad de implementarlas a escala.

 

En este nuevo tipo de guerra fría, el botín no son territorios o recursos naturales, sino algo mucho más valioso: el futuro mismo de la civilización tecnológica. Y como toda guerra, tendrá un costo que se medirá no solo en billones de dólares, sino en las oportunidades perdidas de colaboración que podrían haber beneficiado a toda la humanidad.

 

La pregunta que permanece no es quién ganará esta guerra, sino si alguna vez podrá terminar realmente. Porque en el mundo interconectado del siglo XXI, la autosuficiencia tecnológica total puede ser no solo imposible, sino contraproducente. La historia de la tecnología es la historia de la colaboración humana. Su futuro depende de si podemos encontrar una manera de competir sin destruir los fundamentos mismos de esa colaboración.


 

Fuentes principales de este reportaje:

  • Entrevistas con ejecutivos de la industria tecnológica (anónimos por razones de seguridad).
  • Análisis de TechInsights sobre chips de Huawei y SMIC
  • Documentos judiciales de casos de espionaje industrial en Taiwán y Estados Unidos.
  • Informes de los Centros de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS)
  • Investigaciones del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad de Estados Unidos.
  • Análisis de mercado de empresas como Counterpoint Research y Canalys.
  • Documentos regulatorios de SMIC y otras empresas cotizadas.

 

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