Un artículo de Diego Fusaro
Japón recuerda las bombas atómicas
Ataque atómico sobre Japón
Estos días, Japón conmemora el octogésimo aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Un acto horrendo e inhumano, que debe recordarse siempre.
El lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fue el acto final de la Segunda Guerra Mundial y, a la vez, el primero de la Guerra Fría. Lo que debe destacarse no es solo el hecho de que fue un acto "postoccidental", porque por primera vez en la historia occidental se legitimó abiertamente el exterminio de individuos reconocidos como inocentes (mujeres, ancianos, niños), sino también la total falta de arrepentimiento colectivo y compasión por el crimen cometido, que ni siquiera se definió como un "crimen", sino como un acto legítimo de guerra o, desde otra perspectiva, un "mal necesario" (contra un Japón ya derrotado e impotente).
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— Letras Inquietas (@let_inquietas) May 10, 2022
El origen de la actual fundación de la monarquía universal de las estrellas reside, a nivel de la historia mundial, en la escandalosa absolución del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, en ese inadmisible desequilibrio de culpabilidad en virtud del cual, la justificable condena de los campos de concentración y los gulags no fue seguida por una condena similar de las dos bombas atómicas y, con ellas, de la práctica del bombardeo como tal. El resultado de esta asimetría evaluativa es, además, bien conocido: como un «mal necesario», el bombardeo legalizado puede volver a practicarse, como lo atestiguan los acontecimientos de Vietnam (1965), Yugoslavia (1999), Irak (1991 y 2003) y Libia (2011).

Estos días, Japón conmemora el octogésimo aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Un acto horrendo e inhumano, que debe recordarse siempre.
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