Autor de "La construcción de la América Hispánica"
Cesáreo Jarabo: "La Academia de la Historia tendría que pedir perdón a España por permitir el triunfo de la leyenda negra"
![[Img #28695]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/08_2025/929_cesareo.jpeg)
Cesáreo Jarabo Jordán (Gascueña, Cuenca, 1953) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de numerosos trabajos históricos, ha abordado a lo largo de los años temas tan diversos como Los Campamentos del Frente de Juventudes —su tesis de licenciatura—, la figura de Omar Ben Hafsún en la novela histórica El primero de los insurgentes, o la Primera República en El cantonalismo.
Hispanista convencido, se ha adentrado en el estudio de los momentos de esplendor del Imperio español, así como en las causas de su decadencia y descomposición. Entre sus obras destacan 1898. Un hito en la gran traición y El final del Imperio de España en América, donde analiza el desastre de 1898 y sus implicaciones históricas. También ha publicado El aprendiz de Quijote, un ensayo en torno a la célebre obra cervantina.
Su actividad se extiende al ámbito audiovisual, con una prolífica serie de vídeos en YouTube —bajo el título “Pensamiento hispánico”— en los que disecciona los elementos que conforman la génesis y evolución de la Hispanidad. Colaborador habitual en diversas publicaciones digitales, imparte conferencias y participa en debates en canales hispanistas, siempre con el objetivo de profundizar en la historia y el legado cultural del mundo hispano.
En esta entrevista, conversamos con él sobre su más reciente trabajo, La construcción de la América Hispánica, un exhaustivo compendio que analiza con detalle la génesis de la Hispanidad y su proyección humanística en el mundo.
Usted es una persona bastante conocida y referencial en el elenco de personalidades que se dedican desde hace un lustro a difundir los valores de la hispanidad y su origen, desarrollo civilizatorio y derrumbe, sus causas y procesos. El libro que presentamos hoy ante nuestros lectores contiene una documentación y datos de tal envergadura que a mi parecer es un libro de consulta, con cierto sentido enciclopédico. ¿Qué le ha inspirado a usted el escribir una obra que implica muchas horas de estudio y recopilación?
La composición de este libro, casi casi, podemos decir que ha sido casual. Ha sido como el que encuentra algo que no buscaba. Pero claro, encontrar algo que no se busca no deja de ser producto del trabajo, de la investigación.
Es el caso que estoy en grupo de amigos de las historia que funciona en Internet bajo el nombre de “España en la Historia”. Es ahí donde el coordinador me dijo un día que por qué no escribía algo sobre Diego García de Paredes. Lo hice, y a partir de ahí cada semana aporté un nuevo personaje, siendo que esa labor me llevó a hacer lo mismo con acontecimientos que me parecían curiosos.
Las semanas fueron pasando, y los artículos empezaron a contarse por centenares, lo que me llevó a ordenarlos por temas y presentárselo a mi editor, que de entrada rechazó todo lo que hacía referencia a cuestiones militares, y me dijo que agrupase lo que tenía hecho sobre cuestiones de ciencia, derecho y economía.
Eso me costo muy poco, y el resultado está recogido en el libro que recientemente ha sido publicado con el título de La construcción de la América Hispánica.
¿Su libro va dirigido a algún grupo de lector específico?
Mi libro sí va dirigido a un grupo de población específico: la Hispanidad, y mi objetivo es que el pueblo hispánico avente sus complejos y conozca su gloriosa historia. Se trata de un texto divulgativo, accesible, creo, a todos los niveles de formación. El lenguaje utilizado es cordial, fácil de leer, y sus 360 páginas, que para la cultura de mensaje breve a que estamos sometidos pueden parecer interminables, son salvadas por el hecho de que está compuesto por 115 artículos independientes, algunos de ellos relacionados entre sí.
Usted, como yo mismo, tiene formación académica como pedagogo, ¿Qué pretende con el libro a los efectos de formación de las mentes en un momento como el presente de verdadero desierto cultural?
Aunque ha resultado sin planteamiento previo, entiendo que la estructura del libro puede ser de alto interés pedagógico para gentes de todas las edades; para los mayores desacostumbrados al estudio y para los alumnos de secundaria. Y en todo caso para cualquier persona cuyo conocimiento de la historia se limite a lo que ha aprendido en la enseñanza reglada y a quienes asumen sin cuidado la producción cinematográfica, tanto extranjera como nacional.
¿Considera usted que hay avances en el conocimiento de la Historia relacionada con el Imperio español y lo que supuso para la civilización occidental?
Hay avances, sí, y ya hasta en algún sector del entramado educativo ha hecho mella la actividad cultural que se está produciendo desde el mundo hispanista. Incluso se puede encontrar en red un libro de Historia de España para alumnos de tercero de la ESO: www.historiacontexto.com.
Pero la labor es ingente, pues mientras personas en principio alejadas de la enseñanza de la Historia estamos luchando por difundir la verdad histórica, el Ministerio de Educación, sumiso a las instrucciones recibidas, mantiene unos curricula negrolegendarios, y la Academia de la Historia, que podía haberse hecho notar hace ya más de un siglo, parece que empieza a desperezarse, pero dando síntomas de amodorramiento.
A pesar de esa actuación de las autoridades, resulta evidente que hay un creciente interés popular por el conocimiento de la Historia, y si bien no en los medios públicos de propaganda, que se mantienen firmes en su campaña negrolegendaria, la gente, y en especial la gente joven, empieza a preguntarse cosas, y eso es muy positivo.
¿Es posible cambiar la sensibilidad de la masa de la población que ignora, incluso la génesis de la nación que ha alumbrado su ser como persona? ¿Se puede llegar a entusiasmar con una obra como la suya, verdaderamente erudita?
No podemos caer en el triunfalismo. Sería nuestro primer enemigo, pero ciertamente entiendo que es posible revertir la situación.
Por supuesto sería mucho más fácil si contásemos con los medios que en su momento contaron los instauradores de la leyenda negra y con los medios que cuentan hoy sus mantenedores.
No tenemos ministerios, no tenemos medios públicos de comunicación, pero contamos con un medio sumamente potente como es Internet. Cierto que ellos, además de ministerios, editoriales y medios de comunicación también cuentan con potentes motores de Internet, pero el caso es que nosotros vamos tejiendo una red que cada día es más extensa y tupida, y con eso, de momento tenemos más que suficiente, ya que el crecimiento de los activistas culturales es exponencial mientras la confianza en los medios del sistema es cada día menor.
Además, la confianza que da conocer que el dato no puede ser vencido por el relato, posibilita que quién toma contacto con la realidad histórica se convierta en ferviente defensor de la misma.
¿Qué mensaje de fondo quiere transmitir a través de su libro al posible lector?
Quiero que el lector descubra algo de lo que yo estoy profundamente convencido y que cuando lo expreso llena de estupor a mi interlocutor, que hasta llega a dudar de mi salud mental: Fuimos grandes y fuimos libres, mientras hoy somos pequeños y somos esclavos.
No debo adentrarme en hechos sucedidos a lo largo del siglo XVIII y del siglo XIX, atendidos en otro libro editado con anterioridad y titulado “El fin del imperio de España en América”; sin embargo son hechos que hoy pesan como una losa sobre el pueblo español.
No debo adentrarme, pero lo voy a hacer, porque todo lo positivo que relato en La Construcción de la América Hispánica ha sido condenado al ostracismo por quienes hoy nos esclavizan.
Los españoles de ambos lados del Atlántico; los españoles del Pacífico somos esclavos; estamos colonizados por quienes siempre, y hasta el siglo XIX, nos combatieron por todos los medios; por quienes en esos momentos tenían armadas piratas que eran corridas por la marina española.
Con el cambio de dinastía cambiaron demasiadas cosas y ninguna para bien. Con el cambio de dinastía se olvidó de manera premeditada nuestra historia y se dio pábulo al triunfo de la leyenda negra que ya llevaba dos siglos urdiéndose contra España. Con el triunfo de la Ilustración la cultura popular sufrió un deterioro sideral, cayendo el nivel de alfabetización a límites del absoluto subdesarrollo cuando resulta que en los siglos anteriores se estaban creando latinistas en las selvas amazónicas.
Y todo ello conllevó un sometimiento ovejuno primero a afrancesados y posteriormente a Inglaterra, que si mantiene una base militar en Gibraltar no es sino para garantizar la sumisión absoluta de la colonia, que es España.
Y ese sometimiento al enemigo histórico hizo que en la insultantemente conocida como Guerra de la Independencia, Arthur Wellington fuese nombrado capitán general de los ejércitos de España… y grande de España.
Pero, ¿quién era Arthur Wellington? No otro que el pirata que vino a la Península para combatir a los ejércitos franceses, pero lo hizo con la armada que tenía dispuesta para llevar a cabo el tercer intento de asalto a Buenos Aires.
Y lo hizo para derruir los castillos que rodeaban Gibraltar, y para bombardear los incipientes núcleos industriales españoles… y para robar arte que hoy está expuesto en Londres… y para coordinar los movimientos separatistas de América.
Y fue nombrado duque de Ciudad Rodrigo, y hoy, sus descendientes son grandes de España y poseedores de importantes posesiones territoriales, “obsequio” de los súbditos británicos que vienen gobernando España.
Este alegato, y la posibilidad cierta de poder revertir los hechos si nos decidimos a ello, es el mensaje claro y contundente que quiero transmitir a los lectores.
Hay una gran proliferación de obras relacionadas con el tema hispanista, afortunadamente en este momento. ¿Se haría necesario crear una academia específica sobre la Hispanidad, y sobre el Imperio español y sus fundamentos axiológicos, a imitación de la Real Academia de la Historia?
Debo dejar manifiesto mi particular desconfianza de la Real Academia de la Historia, que desde su creación en 1738 ha sido colaborador necesario de la leyenda negra, ya que ha sabido ocultar los hechos que hoy están sacando a la luz un cada día más nutrido grupo de amigos de la historia, que no necesariamente historiadores titulados.
Tal vez, digo tal vez, la Academia de la Historia tendría que pedir perdón a España y a la Humanidad por haber permitido el triunfo de la leyenda negra sobre la historia; por haber ocultado hechos como los que ahora relato, o hechos como la gran traición de 1898, por ejemplo.
Pero no es sólo la Real Academia. El Instituto Elcano, por cierto dirigido por un británico, Charles Powell, no habla de Hispanoamérica ni de Hispanidad, sino de Latinoamérica, y manifiestamente sirve los intereses británicos sin tener muy en cuenta la verdad histórica. Y todo pagado por España.
Con esas dos experiencias, parece manifiestamente necesaria la creación de un instituto que se mantenga al margen del poder político establecido.
Para terminar, resuma en una frase lo que define su libro y por qué es deseable que se lea en beneficio del futuro de la civilización occidental que se configuró desde la conquista y civilización de aquel espacio que fue la obra de España en el mundo tras el periodo de la Reconquista, en una génesis asombrosa.
Seremos libres cuando por amor a la verdad seamos fieles a la Historia.
Cesáreo Jarabo Jordán (Gascueña, Cuenca, 1953) es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de numerosos trabajos históricos, ha abordado a lo largo de los años temas tan diversos como Los Campamentos del Frente de Juventudes —su tesis de licenciatura—, la figura de Omar Ben Hafsún en la novela histórica El primero de los insurgentes, o la Primera República en El cantonalismo.
Hispanista convencido, se ha adentrado en el estudio de los momentos de esplendor del Imperio español, así como en las causas de su decadencia y descomposición. Entre sus obras destacan 1898. Un hito en la gran traición y El final del Imperio de España en América, donde analiza el desastre de 1898 y sus implicaciones históricas. También ha publicado El aprendiz de Quijote, un ensayo en torno a la célebre obra cervantina.
Su actividad se extiende al ámbito audiovisual, con una prolífica serie de vídeos en YouTube —bajo el título “Pensamiento hispánico”— en los que disecciona los elementos que conforman la génesis y evolución de la Hispanidad. Colaborador habitual en diversas publicaciones digitales, imparte conferencias y participa en debates en canales hispanistas, siempre con el objetivo de profundizar en la historia y el legado cultural del mundo hispano.
En esta entrevista, conversamos con él sobre su más reciente trabajo, La construcción de la América Hispánica, un exhaustivo compendio que analiza con detalle la génesis de la Hispanidad y su proyección humanística en el mundo.
Usted es una persona bastante conocida y referencial en el elenco de personalidades que se dedican desde hace un lustro a difundir los valores de la hispanidad y su origen, desarrollo civilizatorio y derrumbe, sus causas y procesos. El libro que presentamos hoy ante nuestros lectores contiene una documentación y datos de tal envergadura que a mi parecer es un libro de consulta, con cierto sentido enciclopédico. ¿Qué le ha inspirado a usted el escribir una obra que implica muchas horas de estudio y recopilación?
La composición de este libro, casi casi, podemos decir que ha sido casual. Ha sido como el que encuentra algo que no buscaba. Pero claro, encontrar algo que no se busca no deja de ser producto del trabajo, de la investigación.
Es el caso que estoy en grupo de amigos de las historia que funciona en Internet bajo el nombre de “España en la Historia”. Es ahí donde el coordinador me dijo un día que por qué no escribía algo sobre Diego García de Paredes. Lo hice, y a partir de ahí cada semana aporté un nuevo personaje, siendo que esa labor me llevó a hacer lo mismo con acontecimientos que me parecían curiosos.
Las semanas fueron pasando, y los artículos empezaron a contarse por centenares, lo que me llevó a ordenarlos por temas y presentárselo a mi editor, que de entrada rechazó todo lo que hacía referencia a cuestiones militares, y me dijo que agrupase lo que tenía hecho sobre cuestiones de ciencia, derecho y economía.
Eso me costo muy poco, y el resultado está recogido en el libro que recientemente ha sido publicado con el título de La construcción de la América Hispánica.
¿Su libro va dirigido a algún grupo de lector específico?
Mi libro sí va dirigido a un grupo de población específico: la Hispanidad, y mi objetivo es que el pueblo hispánico avente sus complejos y conozca su gloriosa historia. Se trata de un texto divulgativo, accesible, creo, a todos los niveles de formación. El lenguaje utilizado es cordial, fácil de leer, y sus 360 páginas, que para la cultura de mensaje breve a que estamos sometidos pueden parecer interminables, son salvadas por el hecho de que está compuesto por 115 artículos independientes, algunos de ellos relacionados entre sí.
Usted, como yo mismo, tiene formación académica como pedagogo, ¿Qué pretende con el libro a los efectos de formación de las mentes en un momento como el presente de verdadero desierto cultural?
Aunque ha resultado sin planteamiento previo, entiendo que la estructura del libro puede ser de alto interés pedagógico para gentes de todas las edades; para los mayores desacostumbrados al estudio y para los alumnos de secundaria. Y en todo caso para cualquier persona cuyo conocimiento de la historia se limite a lo que ha aprendido en la enseñanza reglada y a quienes asumen sin cuidado la producción cinematográfica, tanto extranjera como nacional.
¿Considera usted que hay avances en el conocimiento de la Historia relacionada con el Imperio español y lo que supuso para la civilización occidental?
Hay avances, sí, y ya hasta en algún sector del entramado educativo ha hecho mella la actividad cultural que se está produciendo desde el mundo hispanista. Incluso se puede encontrar en red un libro de Historia de España para alumnos de tercero de la ESO: www.historiacontexto.com.
Pero la labor es ingente, pues mientras personas en principio alejadas de la enseñanza de la Historia estamos luchando por difundir la verdad histórica, el Ministerio de Educación, sumiso a las instrucciones recibidas, mantiene unos curricula negrolegendarios, y la Academia de la Historia, que podía haberse hecho notar hace ya más de un siglo, parece que empieza a desperezarse, pero dando síntomas de amodorramiento.
A pesar de esa actuación de las autoridades, resulta evidente que hay un creciente interés popular por el conocimiento de la Historia, y si bien no en los medios públicos de propaganda, que se mantienen firmes en su campaña negrolegendaria, la gente, y en especial la gente joven, empieza a preguntarse cosas, y eso es muy positivo.
¿Es posible cambiar la sensibilidad de la masa de la población que ignora, incluso la génesis de la nación que ha alumbrado su ser como persona? ¿Se puede llegar a entusiasmar con una obra como la suya, verdaderamente erudita?
No podemos caer en el triunfalismo. Sería nuestro primer enemigo, pero ciertamente entiendo que es posible revertir la situación.
Por supuesto sería mucho más fácil si contásemos con los medios que en su momento contaron los instauradores de la leyenda negra y con los medios que cuentan hoy sus mantenedores.
No tenemos ministerios, no tenemos medios públicos de comunicación, pero contamos con un medio sumamente potente como es Internet. Cierto que ellos, además de ministerios, editoriales y medios de comunicación también cuentan con potentes motores de Internet, pero el caso es que nosotros vamos tejiendo una red que cada día es más extensa y tupida, y con eso, de momento tenemos más que suficiente, ya que el crecimiento de los activistas culturales es exponencial mientras la confianza en los medios del sistema es cada día menor.
Además, la confianza que da conocer que el dato no puede ser vencido por el relato, posibilita que quién toma contacto con la realidad histórica se convierta en ferviente defensor de la misma.
¿Qué mensaje de fondo quiere transmitir a través de su libro al posible lector?
Quiero que el lector descubra algo de lo que yo estoy profundamente convencido y que cuando lo expreso llena de estupor a mi interlocutor, que hasta llega a dudar de mi salud mental: Fuimos grandes y fuimos libres, mientras hoy somos pequeños y somos esclavos.
No debo adentrarme en hechos sucedidos a lo largo del siglo XVIII y del siglo XIX, atendidos en otro libro editado con anterioridad y titulado “El fin del imperio de España en América”; sin embargo son hechos que hoy pesan como una losa sobre el pueblo español.
No debo adentrarme, pero lo voy a hacer, porque todo lo positivo que relato en La Construcción de la América Hispánica ha sido condenado al ostracismo por quienes hoy nos esclavizan.
Los españoles de ambos lados del Atlántico; los españoles del Pacífico somos esclavos; estamos colonizados por quienes siempre, y hasta el siglo XIX, nos combatieron por todos los medios; por quienes en esos momentos tenían armadas piratas que eran corridas por la marina española.
Con el cambio de dinastía cambiaron demasiadas cosas y ninguna para bien. Con el cambio de dinastía se olvidó de manera premeditada nuestra historia y se dio pábulo al triunfo de la leyenda negra que ya llevaba dos siglos urdiéndose contra España. Con el triunfo de la Ilustración la cultura popular sufrió un deterioro sideral, cayendo el nivel de alfabetización a límites del absoluto subdesarrollo cuando resulta que en los siglos anteriores se estaban creando latinistas en las selvas amazónicas.
Y todo ello conllevó un sometimiento ovejuno primero a afrancesados y posteriormente a Inglaterra, que si mantiene una base militar en Gibraltar no es sino para garantizar la sumisión absoluta de la colonia, que es España.
Y ese sometimiento al enemigo histórico hizo que en la insultantemente conocida como Guerra de la Independencia, Arthur Wellington fuese nombrado capitán general de los ejércitos de España… y grande de España.
Pero, ¿quién era Arthur Wellington? No otro que el pirata que vino a la Península para combatir a los ejércitos franceses, pero lo hizo con la armada que tenía dispuesta para llevar a cabo el tercer intento de asalto a Buenos Aires.
Y lo hizo para derruir los castillos que rodeaban Gibraltar, y para bombardear los incipientes núcleos industriales españoles… y para robar arte que hoy está expuesto en Londres… y para coordinar los movimientos separatistas de América.
Y fue nombrado duque de Ciudad Rodrigo, y hoy, sus descendientes son grandes de España y poseedores de importantes posesiones territoriales, “obsequio” de los súbditos británicos que vienen gobernando España.
Este alegato, y la posibilidad cierta de poder revertir los hechos si nos decidimos a ello, es el mensaje claro y contundente que quiero transmitir a los lectores.
Hay una gran proliferación de obras relacionadas con el tema hispanista, afortunadamente en este momento. ¿Se haría necesario crear una academia específica sobre la Hispanidad, y sobre el Imperio español y sus fundamentos axiológicos, a imitación de la Real Academia de la Historia?
Debo dejar manifiesto mi particular desconfianza de la Real Academia de la Historia, que desde su creación en 1738 ha sido colaborador necesario de la leyenda negra, ya que ha sabido ocultar los hechos que hoy están sacando a la luz un cada día más nutrido grupo de amigos de la historia, que no necesariamente historiadores titulados.
Tal vez, digo tal vez, la Academia de la Historia tendría que pedir perdón a España y a la Humanidad por haber permitido el triunfo de la leyenda negra sobre la historia; por haber ocultado hechos como los que ahora relato, o hechos como la gran traición de 1898, por ejemplo.
Pero no es sólo la Real Academia. El Instituto Elcano, por cierto dirigido por un británico, Charles Powell, no habla de Hispanoamérica ni de Hispanidad, sino de Latinoamérica, y manifiestamente sirve los intereses británicos sin tener muy en cuenta la verdad histórica. Y todo pagado por España.
Con esas dos experiencias, parece manifiestamente necesaria la creación de un instituto que se mantenga al margen del poder político establecido.
Para terminar, resuma en una frase lo que define su libro y por qué es deseable que se lea en beneficio del futuro de la civilización occidental que se configuró desde la conquista y civilización de aquel espacio que fue la obra de España en el mundo tras el periodo de la Reconquista, en una génesis asombrosa.
Seremos libres cuando por amor a la verdad seamos fieles a la Historia.