Habitualmente muy tranquilo y reflexivo, Vladimir Putin debió de perder la paciencia esta vez. Tanto es así que se atrevió a afirmar que la Unión Europea está gobernada por imbéciles y nazis. 

En cuanto a la comparación con el nazismo, la consideramos francamente inapropiada: la Unión Europea está gobernada por neoliberales y atlantistas, por lo que el mal que la aqueja ya no es el del nazismo, afortunadamente extinto en Europa (pero muy presente en la Ucrania del Batallón Azov), sino el del turbocapitalismo atlantista. Es diferente del nazismo, por supuesto, pero no está exento de horrores y violencia, como ya debería ser evidente para todos.

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— Letras Inquietas (@let_inquietas) April 26, 2025

El orden neoliberal, como no nos cansamos de recalcar, se basa en la violencia inherente al fanatismo del libre mercado competitivo. Quizás Putin se dejó llevar y quiso responder con la misma moneda a quienes, con ironía, afirmaron que Rusia es ahora el equivalente al Tercer Reich: una proposición absurda en sí misma, pero sobre todo al referirse a esa fuerza, Rusia, que más que ninguna otra contribuyó heroicamente a liberar a Europa de los horrores del nazismo (algo que la propaganda de Hollywood se esfuerza por ocultar, atribuyendo el mérito de la liberación de Europa únicamente a los estadounidenses). 

Sin embargo, es más plausible la otra afirmación de Putin: que la Unión Europea está actualmente gobernada por auténticos imbéciles. En este caso, es realmente difícil discutirle. La Unión Europea, de hecho, está actualmente gobernada por auténticos desastres, motivados únicamente por el deseo de servir al capital financiero y al imperialismo de Washington, incluso a costa de perjudicar a la propia Europa, como ya deberían saber todos aquellos que aún se atreven a pensar por sí mismos y no se dejan manipular por el torcido sistema de propaganda que domina en todo el viejo continente.

Se podrían aducir muchas pruebas para apoyar la tesis de Putin, y queremos mencionar solo dos: el descabellado plan de rearme de Europa, defendido por la sacerdotisa de los mercados sin Estado, Ursula von der Leyen, y las ridículas sanciones contra Rusia, el primer caso de sanciones que perjudican a la parte sancionadora y no a la sancionada.

Traducción de Carlos X. Blanco