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Sábado, 16 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:
Según el investigador David Betz

La gran Guerra Civil que acecha a Occidente

[Img #28706]En dos extensos ensayos publicados en Military Strategy MagazineCivil War Comes to the West (Vol. 9, No. 1, 2023) y Civil War Comes to the West, Part II: Strategic Realities (Vol. 10, Issue 2, primavera de 2025)— el profesor David Betz, especialista en War in the Modern World en el King’s College de Londres, lanza una advertencia tan incómoda como urgente: las democracias occidentales están incubando, en su interior, las condiciones para el estallido de guerras civiles que, lejos de ser una fantasía distópica, constituyen una amenaza real, cuantificable y cada vez más cercana.

 

Betz, cuyos principales intereses de investigación son la insurgencia y la contrainsurgencia, la guerra de información y la ciberguerra, la propaganda, así como las relaciones entre civiles y militares y la estrategia, y en especial las fortificaciones tanto históricas como contemporáneas, señala que la amenaza fundamental para las sociedades occidentales no procede de ejércitos extranjeros, sino de una erosión interna profunda: fragmentación cultural, estancamiento económico, descrédito de las élites políticas y pérdida de confianza en las instituciones. A ello se suma la proliferación de lo que denomina “ciudades ferales”: entornos urbanos donde el Estado ha cedido espacio a redes criminales, empresas de seguridad privadas y una violencia difusa que mina el orden público. Esta fractura se agrava por un choque geográfico y sociopolítico entre áreas urbanas diversas y zonas rurales más homogéneas, donde la alienación mutua se convierte en combustible político y emocional.

 

Lejos de la visión complaciente de que las sociedades occidentales son inmunes a conflictos internos prolongados, Betz recurre a estudios sobre guerras civiles para estimar el riesgo de manera fría y estadística. Con las condiciones actuales, la probabilidad anual de que un Estado entre en guerra civil es del 4%, lo que, acumulado en cinco años, se traduce en un 18,5 %. Si consideramos que al menos diez países occidentales cumplen hoy esos criterios, la probabilidad de que uno de ellos estalle en conflicto alcanza el 87%; si el cálculo se amplía a quince países, el riesgo roza el 95%. Y lo más alarmante: una vez que estalla una guerra civil en un país occidental, existe, según Betz, una probabilidad plausible del 50% de que el conflicto se propague a otros, elevando el riesgo global en un horizonte de cinco años hasta un rango del 60% al 72%.

 

El profesor no describe este escenario como un estallido repentino, sino como un proceso gradual que se acelera hasta volverse irreversible. Primero, un periodo de violencia de baja intensidad —“dirty war” urbana— erosiona el orden público y la confianza social. Después, se producen ataques o sabotajes a infraestructuras críticas: redes eléctricas, transporte, sistemas de comunicación. Más tarde llega la fragmentación política y demográfica, con migraciones internas forzadas y comunidades urbanas o rurales convertidas en objetivos estratégicos o simbólicos. El resultado es un conflicto localizado pero persistente, de duración incierta y altísimo coste humano.

 

Los datos históricos que Betz aporta son demoledores. Entre 1945 y 1999, la duración media de una guerra civil fue de seis años, con más de 16,2 millones de muertes acumuladas, una cifra cinco veces mayor que la de las guerras entre Estados del mismo periodo. Y, como subraya, la duración del conflicto es la variable que más influye en su letalidad: cuanto más largo sea, más profundo será el colapso social y mayor la pérdida de vidas.

 

¿Por qué, entonces, los Estados occidentales parecen desarmados ante este riesgo? Betz identifica dos razones principales. La primera es el normalcy bias, o sesgo de normalidad: la tendencia psicológica a minimizar las advertencias y asumir que el futuro será una continuación del presente, aunque existan señales objetivas de peligro. La segunda es el desinterés estratégico e institucional: mientras que la literatura académica sobre guerras civiles ha crecido, su tratamiento militar sigue siendo marginal. Con raras excepciones —Betz menciona al politólogo Stathis Kalyvas—, los conflictos internos son analizados desde la sociología o la ciencia política, no desde la preparación operativa para afrontarlos.

 

Ante este panorama, Betz propone una reorientación estratégica radical. Los ejércitos y los gobiernos occidentales deberían diseñar planes específicos para escenarios de conflicto interno, aunque no exista una directiva política explícita que lo autorice, como un deber de previsión básica. Ello incluye proteger lo que llama “capital cultural”: museos, monumentos, archivos, patrimonio histórico y artístico. Citando directrices de la UNESCO de 2016, recuerda que en la Segunda Guerra Mundial se evacuaron obras maestras de museos europeos para evitar su destrucción. Hoy, sostiene, Occidente debería tener planes equivalentes ante el riesgo de guerras civiles.

 

También urge la preparación de zonas seguras para población desplazada, la protección reforzada de infraestructuras críticas y el desarrollo de capacidades militares y civiles para operaciones de estabilización prolongadas. La experiencia de conflictos recientes demuestra que improvisar estas medidas cuando el conflicto ya ha comenzado no solo es ineficaz, sino que puede agravar el colapso social.

 

Betz concluye sus análisis con una advertencia que es, a la vez, un desafío moral y político: lo impensable debe dejar de ser descartable. Las sociedades occidentales viven en una burbuja de seguridad percibida que no se corresponde con su realidad interna. Si no se toman medidas ahora —de previsión, de preparación y de protección—, el riesgo de que la próxima gran crisis de Occidente no sea una invasión extranjera sino una guerra entre vecinos dejará de ser un cálculo estadístico para convertirse en una realidad tangible.

 

Fuentes: Betz, David. “Civil War Comes to the West”, Military Strategy Magazine, Vol. 9, No. 1, 2023; Betz, David. “Civil War Comes to the West, Part II: Strategic Realities”, Military Strategy Magazine, Vol. 10, Issue 2, Spring 2025, pp. 6–16.

 

 

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