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Arturo Aldecoa Ruiz
Domingo, 17 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:

Glaciación presidencial (Relato humorístico)

[Img #28710]Lo más sorprendente del colapso de nuestra sociedad es que no sucedió por una guerra nuclear sino por un capricho turístico del Presidente de los Estados Unidos originado por una antigua broma de Julio Camba, escritor, corresponsal y humorista  gallego de la primera mitad del siglo XX.

 

El caso es que el Presidente llevaba casi tres semanas sin cambiar nada del mapa global y el cuerpo le pedía impulsar alguna nueva transformación planetaria, pero no sé le ocurría ninguna suficientemente vistosa para poder presumir de ella en las redes sociales, causar de rebote un gasto público que beneficiase a sus donantes y, si fuera posible, perjudicar a México, Canadá, Europa o China, o a todos a la vez.  

 

Frustrado por no imaginar una nueva trastada a la altura de su ego, el Presidente reunió a su "Consejo Asesor de Dimes y Diretes" para pedirles ideas.

 

Para desgracia de la humanidad, allí había un asesor hijo de emigrantes gallegos que tras escuchar al hombre más poderoso del mundo su deseo de hacer algo original que le pusiera a la altura de Calígula nombrando senador a su caballo, o de Nerón quemando Roma mientras tocaba la lira, recordó haber leído en su día una pintoresca broma literaria escrita por Julio Camba en 1934 y que podía venir como anillo al dedo para los deseos del mandatario.  

 

Así que tras refrescar su memoria y releer en la web el texto de Camba pidió la palabra y dijo:

 

“Señor Presidente, esta idea la escribió un paisano mío hace más de 90 años, cuando aún no era viable, pero hoy tenemos ya la tecnología que  podría materializarla. Le garantizo que si la promueve el mundo no volverá a ser el mismo, nuestras empresas americanas ganarán mucho dinero y nuestros adversarios económicos y políticos caerán en pocos meses rendidos a nuestros pies.”

 

“La idea es en el fondo, muy simple: cambiar el clima extremo de los Estados Unidos, que tantos perjuicios y daños nos causa y convertirlo en un clima estándar controlado. En concreto, mi paisano reflexionaba lo siguiente:”

 

“¿Por qué no cogen los Estados Unidos el Gulf Stream y lo cambian de curso? Eso de que el Gulf Stream vaya a entibiar las costas de Europa está en abierta contradicción con la doctrina de Monroe. Restituyamos a América el Gulf Stream.”

 

"Las dificultades técnicas para desviar el curso de la corriente no creo que fuesen insuperables, y el gasto quedaría muy pronto compensado con una sola cosa: los gabanes de pieles, que Europa, muerta de frío, no tendría más remedio que comprar aquí."

 

“Excelente idea”, respondió el Presidente, que añadió:

 

“A la nueva corriente la llamaremos Donald stream y la obligaremos a pasar por nuestra costa este, desde Florida a la frontera de Canadá, que con ertiremos en un paraíso tropical.”

 

Y con ello comenzó a fraguarse el Apocalipsis planetario.  

 

Gigantescos y carísimos diques cambiaron en pocos años el curso de la corriente del Golfo,  que dejó de calentar Europa, cuyo clima se convirtió en glacial.  

 

Al bajar de golpe las temperaturas se volvió a formar un gran casquete de hielo permanente sobre Eurasia. Pero como el agua congelada sobre el continente ya no retornaba  al océano, en pocos años se produjo un descenso mundial de cien metros en el nivel del mar.  

 

Al bajar el nivel del mar la corriente del Golfo, que durante unos años caldeó la cista este de los Estados Unidos, dejó de fluir y las palmeras y playas tropicales llenas de lujosos resorts de vacaciones propiedad del Presidente y sus amigos desaparecieron rápidamente, siendo sustituidos por  glaciares costeros.

 

Hoy casi la mitad del hemisferio norte soporta una blanca capa de hielos eternos cuyo albedo refleja la luz solar al espacio, con lo cual cada día el planeta se enfría un poco más y también la Antártida avanza hacia el norte y se aproxima al ecuador. Ya hay glaciares en Buenos Aires y Río de Janeiro.

 

Para sacar partido al cambio del clima, convirtiendo un problema en una oportunidad de negocio, el Presidente ha transformado sus proyectos de lujosas urbanizaciones de lujo en costas tropicales en no menos lujosos centros para la práctica de los deportes invernales, donde los esquiadores pueden disfrutar de pistas de miles de kilómetros de nieves y hielos entre nuevas manadas de mamuts y rinocerontes lanudos, pues el nuevo clima ha permitido, tras “resucitar” como decoración a estás especies, buscarles un hábitat natural adecuado.

 

Ni que decir tiene que el Presidente ha prohibido a los medios de comunicación que al cambio climático sucedido lo denominen  “Glaciación de Camba” y ha ordenado que sea llamado “Glaciación de Trump”.

 

Arturo Aldecoa Ruiz. Refugiado en la cueva de Santimamiñe

 

 

 

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