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Jueves, 21 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:

La guerra de EEUU contra el narcotráfico arrastra al régimen totalitario de Nicolás Maduro

[Img #28727]Prólogo: El Precio de una Cabeza

 

La cifra resuena como un eco inquietante en los pasillos de Miraflores: cincuenta millones de dólares. Es el precio que Estados Unidos ha puesto sobre la cabeza de Nicolás Maduro, duplicando en agosto de 2025 la recompensa que ya lo convertía en uno de los hombres más buscados del planeta. Para dimensionar la magnitud de esta suma, basta recordar que supera en siete veces la recompensa que alguna vez se ofreció por Pablo Escobar, el legendario capo del Cartel de Medellín.

 

La cifra, inédita en el programa "Rewards for Justice", refuerza la postura de Washington al considerar al dictador venezolano una prioridad estratégica en el combate contra las redes criminales internacionales. No es casualidad. En los despachos de Washington, Maduro ya no es visto como un presidente autoritario más; es, según la fiscal general Pam Bondi, "uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional".

 

Capítulo I: El despliegue del poder

 

El sol del Caribe se refleja sobre el acero de tres destructores estadounidenses que navegan a escasas millas de las aguas territoriales venezolanas. Los buques identificados son el USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, todos de la clase Arleigh Burke y equipados con el sistema Aegis, diseñado para rastrear múltiples objetivos y neutralizar amenazas aéreas o marítimas de forma simultánea. A bordo, más de cuatro mil marines estadounidenses se preparan para una misión que la Casa Blanca describe como antinarcóticos, pero que Caracas interpreta como una amenaza existencial.

 

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, declaró en conferencia de prensa que el presidente Donald Trump "está preparado para frenar el narcotráfico y llevar a los responsables ante la Justicia". Sus palabras resuenan con la firmeza de quien no teme escalar un conflicto que ya ha trascendido las fronteras de la diplomacia tradicional.

 

La operación no es menor. Incluye un submarino nuclear, aviones de reconocimiento P8 Poseidon, varios destructores y un barco de guerra equipado con misiles. Es, sin lugar a duda, el mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe desde la invasión de Granada en 1983.

 

Capítulo II: La respuesta del asediado

 

En Miraflores, el eco de las amenazas ha encontrado una respuesta igualmente espectacular. "Esta semana voy a activar un plan especial para garantizar la cobertura con más de 4,5 millones de milicianos en todo el territorio nacional", declaró Nicolás Maduro durante un acto televisado. Es una movilización sin precedentes en la historia reciente de Venezuela, una demostración de fuerza que busca enviar un mensaje tanto interno como externo.

 

Las milicias venezolanas, creadas originalmente por Hugo Chávez como una fuerza de defensa popular, se han convertido en el último bastión del chavismo. "Nuestros mares, nuestros cielos y nuestras tierras las defendemos. Nosotros las liberamos. Nosotros las vigilamos y las patrullamos nosotros. Ningún imperio va a tocar suelo sagrado de Venezuela ni debería tocar suelo sagrado de Sudamérica", proclamó Maduro con la retórica grandilocuente que caracteriza sus apariciones públicas.

 

Pero detrás de la bravuconería, los analistas detectan el nerviosismo de un régimen cada vez más aislado. El sitio Global Fire Power, especializado en análisis militar y que usa estadísticas oficiales o hace un estimado cuando no están disponibles, ubica a Venezuela en el puesto 50 de poder militar en el ranking de 2025, entre 145 países. Estados Unidos ocupa el puesto número 1, Rusia el 2 y China el 3.

 

Capítulo III: El Cartel de los Soles - Anatomía de una acusación

 

Para entender la magnitud de las acusaciones estadounidenses contra Maduro, es necesario adentrarse en la historia del llamado Cartel de los Soles, una organización que, según Washington, ha convertido al Estado venezolano en una empresa criminal de dimensiones internacionales.

 

El Cártel de los Soles es una organización criminal y terrorista encabezada por miembros del gobierno venezolano desde la década de los años 1990, según algunos medios de comunicación, cuyo objetivo es el tráfico principalmente de cocaína. El nombre proviene de los emblemas dorados que portan los generales venezolanos en sus uniformes, símbolos que, irónicamente, se han convertido en sinónimo de corrupción.

 

Los informes de que miembros del ejército venezolano estaban involucrados en el tráfico de drogas comenzaron en los años 90, aunque se limitaba a recibir pagos e ignorar a los traficantes de drogas. Sin embargo, lo que comenzó como corrupción individual evolucionó hacia algo mucho más sistémico y peligroso.

 

Durante los años de Hugo Chávez, ese mismo esqueleto militar le permitió reforzar sus vínculos con otras organizaciones criminales de América Latina, como las FARC y el ELN, en Colombia, o el Cartel de Sinaloa, en México. Es aquí donde la historia toma un giro dramático: de la corrupción se pasó a la asociación criminal.

 

Los tentáculos del poder

 

La estructura del supuesto cartel es compleja y abarca múltiples niveles del Estado venezolano. Según la periodista Claudia Gurisatti, el Cártel de los Soles es la estructura criminal más grande del mundo y tiene como jefes a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Las acusaciones no se limitan a estos dos personajes centrales del chavismo.

 

Hugo Carvajal habría sido un dirigente del Cartel de los Soles durante su estancia en las Fuerzas Armadas aprovechando su paso, por diez años, en la inteligencia militar venezolana, de los cuales pasó más de siete como Director Nacional de Inteligencia. Carvajal, conocido como "El Pollo", es una figura clave en el entramado de acusaciones que Estados Unidos ha tejido contra el régimen venezolano.

 

Las conexiones internacionales del cartel son igualmente preocupantes para Washington. Durante años, el Cartel de los Soles y sus popes dieron asistencia a otro célebre criminal transnacional: Joaquín "El Chapo" Guzmán, el capo absoluto del Cartel de Sinaloa y, a la postre, socio de Maduro. Durante el juicio contra "El Chapo" en Nueva York, salieron a la luz detalles inquietantes sobre esta colaboración.

 

Entre otras cosas, las pistas aéreas en Maracaibo desde donde despegaban aviones repletos con toneladas de cocaína hacia los destinos señalados por el grupo de Sinaloa eran algunos de los vínculos que pudieron comprobarse durante el juicio contra el narco mexicano en Nueva York, a partir de llamadas cruzadas y testimonios clave.

 

Capítulo IV: La escalada de Trump

 

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha marcado un punto de inflexión en la estrategia estadounidense hacia Venezuela. Si durante el primer mandato las sanciones fueron el arma predilecta, ahora el componente militar ha cobrado un protagonismo inquietante.

 

El 25 de julio de 2025 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos designó al Cartel de los Soles como una organización terrorista internacional, quien es dirigida por Nicolás Maduro por apoyar en sus operaciones al Tren de Aragua y al Cártel de Sinaloa. Esta designación no es meramente simbólica; otorga al gobierno estadounidense herramientas legales adicionales para perseguir a quienes considere asociados con la organización.

 

La escalada no se detuvo ahí. La secretaria de Justicia, Pam Bondi, acusó a Maduro de utilizar a miembros de cárteles para traer "drogas mortales y violencia a nuestro país". "Él es uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional. Por lo tanto, hemos duplicado su recompensa a US$ 50 millones".

 

Las cifras que maneja el Departamento de Justicia son impactantes. De acuerdo con datos de la DEA, se han incautado 30 toneladas de cocaína relacionadas con Maduro y sus colaboradores, de las cuales casi siete toneladas se atribuyen directamente al líder chavista. Además, al mismo tiempo que la fiscal general de los Estados Unidos Pamela Bondi anunciaba cuánto valía la información por la cabeza de Maduro, informaba que también se habían incautado bienes del pope venezolano por 700 millones de dólares.

 

Capítulo V: El precio del aislamiento

 

Las sanciones estadounidenses han transformado la economía venezolana de manera irreversible. Desde 2017, cuando comenzaron las primeras sanciones sectoriales, hasta las medidas más recientes de 2025, el país ha experimentado un aislamiento financiero que ha intensificado su crisis económica.

 

En marzo de 2025 con la llegada de Donald Trump al gobierno, se recrudecen las sanciones, el gobierno de Estados Unidos cancela las licencias otorgadas en enero pasado, por el claro incumplimiento de lo acordado con el gobierno de Venezuela. El mensaje es claro: no habrá respiro mientras Nicolás Maduro permanezca en el poder.

 

El impacto ha sido devastador. A ocho años del decreto del Gobierno de Estados Unidos, que declara a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de ese país, el presidente de la Asamblea Nacional (AN), diputado Jorge Rodríguez (PSUV/Dtto. Capital), sostiene que de 926 sanciones coercitivas y unilaterales contra la nación 765 fueron emitidas por Donald Trump.

 

Los datos oficiales venezolanos pintan un cuadro sombrío. 7.000 millones de dólares que Venezuela tiene depositados en Estados Unidos y bancos de Europa “fueron robados por los piratas, por los ladrones europeos y los piratas de los EE.UU. de Norteamérica”, declaró Jorge Rodríguez, utilizando la retórica combativa característica del chavismo.

 

Sin embargo, los expertos advierten contra atribuir toda la crisis venezolana a las sanciones. "Las sanciones, particularmente a la compañía petrolera estatal en 2019, probablemente contribuyeron a la caída más pronunciada de la economía venezolana, principalmente al limitar los ingresos de la producción de petróleo", reconoce un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno estadounidense, pero añade que el deterioro económico de Venezuela y principalmente de su industria petrolera, no son atribuibles exclusivamente a las sanciones estadounidenses.

 

Capítulo VI: ecos regionales de una crisis

 

El despliegue militar estadounidense en el Caribe ha generado ondas de preocupación que se extienden mucho más allá de las fronteras venezolanas. En las capitales latinoamericanas, los gobiernos izquierdistas observan con inquietud una escalada que podría redefinir el equilibrio geopolítico regional.

 

México: La línea roja

 

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha condenado el despliegue de buques militares de Estados Unidos cerca de las costas de Venezuela, calificando la medida como una provocación que amenaza la estabilidad regional. Su posición es categórica: "El envío de buques de guerra a aguas cercanas a Venezuela es inaceptable y viola los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos".

 

La reacción mexicana no es casual. Las tensiones entre México y Estados Unidos se han intensificado bajo la segunda administración Trump, con acusaciones al Gobierno mexicano de estar "bajo el control de los cárteles" y propuestas como militarizar la frontera o lanzar operaciones directas contra organizaciones criminales en territorio mexicano.

 

Colombia: El dilema del vecino

 

La posición de Colombia es particularmente delicada. Como país fronterizo con Venezuela, Bogotá se encuentra en una posición incómoda. El presidente colombiano, el izquierdista Gustavo Petro, aseguró que Estados Unidos cometería un "error" si avanza militarmente sobre Venezuela. "Los gringos están en la olla (en dificultades) pensando que invadiendo Venezuela resuelven su problema".

 

La preocupación de Petro no carece de fundamento. Colombia ha experimentado en carne propia las consecuencias de la crisis venezolana, recibiendo millones de migrantes y enfrentando el desborde de grupos armados ilegales que operan en la región fronteriza.

 

Brasil: La cautela de Lula

 

Brasil, bajo el liderazgo del también izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, mantiene una posición más cautelosa, pero igualmente preocupada. Lula observa con cautela los desarrollos, consciente de que cualquier escalada militar en Venezuela tendría repercusiones directas en la estabilidad regiona

 

Capítulo VII: La zona gris del narcotráfico

 

En el corazón de esta crisis se encuentra una realidad compleja que trasciende las narrativas simplistas: el narcotráfico en Venezuela es un fenómeno que precede al chavismo y se ha arraigado en estructuras que van más allá del control estatal.

 

Según el informe anual del Departamento de Estado de EE.UU sobre estrategia para el control de narcótico, “Venezuela se ha convertido en el centro de distribución más importante para el tráfico de drogas en América”. Expertos han señalado que se ha establecido que más de 200 toneladas de cocaína pasan por el país sudamericano cada año, lo cual representa el 40 por ciento del consumo mundial.

 

La transformación de Venezuela en una ruta privilegiada del narcotráfico no ocurrió de la noche a la mañana. Durante la mitad de la primera década del año 2000, elementos de la Guardia Nacional y otras ramas del ejército se hicieron mucho más activos en el tráfico de drogas. Células dentro de las fuerzas de seguridad comenzaron a comprar, almacenar, transportar y vender cocaína, mientras que anteriormente su labor principal era extorsionar a los narcotraficantes que movían cargamentos de cocaína.

 

El Plan Colombia: Consecuencias no previstas

 

Irónicamente, uno de los factores que contribuyó al auge del narcotráfico en Venezuela fue el éxito relativo del Plan Colombia. Colombia firmó el multimillonario Plan Colombia de seguridad con Estados Unidos, lo que permitió que la Fuerza Pública de Colombia presionaran a los grupos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) como nunca antes. Esta presión militar obligó a los guerrilleros a mover sus operaciones a los estados fronterizos de Venezuela que eran poco vigilados.

 

Esta migración de actividades ilícitas hacia territorio venezolano coincidió con cambios en la política antidrogas del gobierno de Chávez. Cuando Chávez expulsó a la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos en 2005, Venezuela se convirtió en una ruta más atractiva para el comercio de drogas.

 

Capítulo VIII: La militarización de la lucha antidroga

 

La decisión de Trump de militarizar la lucha contra el narcotráfico representa un cambio paradigmático en la política estadounidense hacia América Latina. En febrero, Trump designó a carteles de droga y grupos armados al margen de la ley en México y Venezuela como "organizaciones terroristas", una clasificación que tradicionalmente se reservaba para grupos islamistas como Al Qaeda o ISIS.

 

Esta redesignación tiene implicaciones profundas. La designación normalmente se reserva para grupos como Al Qaeda o el grupo Estado Islámico que utilizan la violencia con fines políticos, no para organizaciones criminales centradas en el dinero como los cárteles latinoamericanos. Al aplicar esta etiqueta a los cárteles, la administración Trump se otorga a sí misma herramientas legales para justificar operaciones militares que antes habrían sido impensables.

 

En el plano de las competencias militares, hace unos meses el secretario de Defensa, Pete Hegseth, amplió la interpretación de las funciones del Ejército de Estados Unidos para incluir misiones como sellar fronteras, repeler invasiones, combatir el tráfico de drogas y el contrabando de personas, entre otras actividades criminales.

 

Capítulo IX: El juego de los espejos

 

En esta compleja partida geopolítica, cada movimiento genera una contrarreacción que intensifica la espiral de tensiones. El gobierno venezolano ha respondido a la presión estadounidense con una estrategia que combina resistencia militar, movilización popular y búsqueda de respaldo internacional.

 

Como ya hemo señalado, Caracas movilizó a millones de milicianos en el país, justificando la medida como parte de un "plan de paz" frente a posibles amenazas externas. La paradoja es evidente: prepararse para la guerra en nombre de la paz.

 

El régimen chavista también ha intensificado su retórica antiimperialista. Recientemente, emitía un comunicado asegurando que "las amenazas de Estados Unidos no solo afectan a Venezuela, sino que ponen en riesgo la paz y estabilidad de toda la región, incluyendo la Zona de Paz declarada por la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)".

 

Capítulo X: Las víctimas silenciosas

 

En medio de esta escalada de tensiones entre superpotencias y cárteles, las verdaderas víctimas suelen quedar en segundo plano: los ciudadanos venezolanos comunes, atrapados entre un régimen comunista totalitario y las consecuencias de las sanciones internacionales.

 

"Es innegable que todo tipo de sanción, por la naturaleza de los regímenes autoritarios como es el de Venezuela, inevitablemente va a ser pasada en su costo efectivo a la población", advierte Hugo Acha, investigador del Centro para una Sociedad Libre y Segura.

 

El éxodo venezolano, que según cifras oficiales ha llevado a más de siete millones de personas a abandonar el país, continúa siendo una herida abierta que sangra en toda la región. Cada nueva escalada en las tensiones entre Washington y Caracas se traduce en mayor incertidumbre para una población que ya ha perdido demasiado.

 

Epílogo: El futuro de una crisis sin fin

 

Mientras escribo estas líneas, los destructores estadounidenses siguen patrullando las aguas del Caribe, y en Caracas, Maduro continúa desafiando al mundo desde el Palacio de Miraflores. La recompensa de cincuenta millones de dólares por su cabeza marca un hito en esta confrontación, pero también plantea interrogantes sobre el futuro de una crisis que parece no tener fin.

 

La lucha antinarcóticos se ha convertido en el nuevo campo de batalla de una confrontación más amplia entre modelos de mundo: el autoritarismo populista que representa Maduro y el liberal capitalismo tradicional que encarna la segunda administración Trump. Entre ambos extremos, los pueblos de América Latina observan con inquietud una escalada que podría redefinir el orden regional.

 

"No se firmará ningún acuerdo con ese sector de la oposición hasta que estemos 100% libres de sanciones y de las 765 medidas coercitivas y unilaterales", declaró recientemente Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional venezolana. Es una posición maximalista que cierra las puertas al diálogo y sugiere que esta confrontación está lejos de llegar a su fin.

 

La pregunta que permanece en el aire es si esta escalada militar conducirá finalmente al cambio de régimen que Washington busca desde hace años, o si, por el contrario, terminará consolidando el poder de Maduro al permitirle presentarse como víctima de una agresión imperialista. Lo que está claro es que, mientras los buques de guerra navegan por el Caribe y las milicias se movilizan en tierra firme, el coste humano de esta confrontación seguirá creciendo.

 

En las aguas turbulentas del Caribe, donde convergen los intereses de superpotencias y las ambiciones de los cárteles, se está escribiendo un capítulo decisivo de la historia contemporánea de América Latina. Un capítulo cuyo desenlace aún está por escribirse, pero cuyas consecuencias ya se sienten en cada puerto, en cada frontera, en cada familia que sueña con un futuro mejor para sus hijos.


Este reportaje se basa en información recopilada de fuentes oficiales de gobiernos, organismos internacionales y medios de comunicación verificados.

 

 

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