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Lunes, 01 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:
Últimos estudios

El euskera, ¿último eco de una civilización desconocida que unió Europa y Asia hace 15.000 años?

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Varias investigaciones en genética, arqueología y lingüística a las que ha tenido acceso La Tribuna del País Vasco desafían la visión tradicional del euskera como un simple fósil aislado y lo sitúan en el corazón de una red trans-euroasiática que pudo extenderse desde los Pirineos hasta el Himalaya.

 

El enigma del euskera —la lengua más antigua de Europa aún viva y, hasta ahora, considerada un aislado sin parientes conocidos— podría estar a punto de dar un giro histórico. Según un amplio “estudio de estudios” que cruza genética, arqueología y lingüística comparada, el vascuence no sería un simple vestigio preindoeuropeo, sino que sería el único superviviente de un sistema lingüístico mucho más antiguo, nacido en Asia Central hace unos 15.000 años.

 

Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar por los canales habituales el listado completo de estudios utilizados para esta investigación: [email protected] o en el teléfono 650114502

 

Una lengua más antigua que el indoeuropeo

 

Los investigadores sostienen que el euskera se habría separado muy pronto de un “proto-lenguaje euroasiático” que también dio origen a las lenguas dravídicas de la India y a las caucásicas. Dicho de otro modo, cuando el protoindoeuropeo aún no existía, el euskera ya empezaba a caminar solo.

 

Este hallazgo encaja con análisis genéticos que muestran vínculos sorprendentes: en el ADN de las poblaciones vascas aparecen marcadores comunes con grupos del sur de Asia y de la región del Pamir. A ello se suman estudios lingüísticos que revelan semejanzas estructurales con lenguas dravídicas y caucásicas, desde sistemas de numeración vigesimal hasta complejas formas verbales.

 

La arqueología refuerza la conexión

 

La arqueología añade más piezas al rompecabezas: la expansión neolítica de agricultores desde Anatolia hacia Europa, la difusión de megalitos y la presencia de cultos a la diosa madre en todo el arco mediterráneo y atlántico sugieren que el País Vasco no fue una isla cultural, sino parte de una vasta red prehistórica.

 

Venus paleolíticas, estructuras megalíticas y símbolos rituales hallados en territorio vasco encajan con iconografías extendidas desde el Mediterráneo oriental hasta los Balcanes, lo que refuerza la hipótesis de una comunidad cultural y lingüística compartida.

 

La paradoja más llamativa es que, a pesar de que las migraciones indoeuropeas del Bronce reemplazaron buena parte de los linajes masculinos en Europa occidental, el euskera sobrevivió. “Los genes cambiaron, pero la lengua permaneció”, señalan los expertos. Esa resistencia lingüística, transmitida probablemente a través de linajes maternos y de estructuras sociales propias, habría permitido al euskera sobrevivir como una reliquia de un mundo desaparecido.

 

Si estas conclusiones se consolidan, el euskera dejaría de ser un “misterio local” para convertirse en la llave de un relato global sobre cómo se formaron las lenguas y culturas del Viejo Continente. Los investigadores proponen que se lo vea como un “testigo fósil” de una civilización prehistórica que unía Europa, Asia y la India mucho antes de que aparecieran las grandes familias lingüísticas actuales. “El euskera no es un simple capricho de la historia, sino la última voz viva de una red de pueblos y culturas que dominaron el continente durante milenios”, resumen los autores.

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