Xi Jinping, Putin y Kim Jong-un fantasean con la inmortalidad: “En este siglo, se podrá vivir hasta los 150 años”
Lo que debía ser un solemne desfile militar en la plaza de Tiananmen terminó revelando un episodio tan sorprendente como inquietante. Entre sonrisas cómplices y micrófonos indiscretos, Xi Jinping, Vladímir Putin y Kim Jong-un dejaron escapar una conversación que parece sacada de una novela de ciencia ficción: la promesa de una vida casi eterna.
“Antes, la gente rara vez llegaba a los 70. Hoy, a los 70 años, todavía eres un niño”, se escuchó en ruso, traducido para el líder chino. Putin fue aún más lejos: “Con el desarrollo de la biotecnología, los órganos humanos podrán trasplantarse sin límite… la gente podrá vivir cada vez más joven, incluso alcanzar la inmortalidad”. Xi cerró el círculo con una afirmación destinada a sacudir titulares: “Las predicciones dicen que, en este siglo, habrá quien llegue a los 150 años”.
El diálogo, captado por las cámaras de la televisión estatal china CCTV y reproducido por Bloomberg, se produjo mientras desfilaban jefes de Estado de una veintena de países, ajenos al intercambio.
Más allá de la anécdota, las palabras encajan en una tendencia que gana terreno en los pasillos del poder: la obsesión de ciertos líderes por derrotar al envejecimiento. Rusia ya ha ordenado a sus institutos de investigación avanzar en terapias contra el deterioro cognitivo, el envejecimiento celular y la bioimpresión 3D de órganos. China, con Xi convertido en presidente vitalicio desde 2018, observa de cerca el negocio de la longevidad. Y Corea del Norte, con Kim acompañado por su hija Ju-ae, ya sugiere un relevo dinástico… aunque la promesa de vivir un siglo y medio podría prolongar aún más la dinastía.
El mensaje no es solo biológico, sino político: ¿y si el verdadero sueño de estas potencias no fuera la expansión territorial ni la supremacía tecnológica, sino permanecer en el poder para siempre?
Lo que debía ser un solemne desfile militar en la plaza de Tiananmen terminó revelando un episodio tan sorprendente como inquietante. Entre sonrisas cómplices y micrófonos indiscretos, Xi Jinping, Vladímir Putin y Kim Jong-un dejaron escapar una conversación que parece sacada de una novela de ciencia ficción: la promesa de una vida casi eterna.
“Antes, la gente rara vez llegaba a los 70. Hoy, a los 70 años, todavía eres un niño”, se escuchó en ruso, traducido para el líder chino. Putin fue aún más lejos: “Con el desarrollo de la biotecnología, los órganos humanos podrán trasplantarse sin límite… la gente podrá vivir cada vez más joven, incluso alcanzar la inmortalidad”. Xi cerró el círculo con una afirmación destinada a sacudir titulares: “Las predicciones dicen que, en este siglo, habrá quien llegue a los 150 años”.
El diálogo, captado por las cámaras de la televisión estatal china CCTV y reproducido por Bloomberg, se produjo mientras desfilaban jefes de Estado de una veintena de países, ajenos al intercambio.
Más allá de la anécdota, las palabras encajan en una tendencia que gana terreno en los pasillos del poder: la obsesión de ciertos líderes por derrotar al envejecimiento. Rusia ya ha ordenado a sus institutos de investigación avanzar en terapias contra el deterioro cognitivo, el envejecimiento celular y la bioimpresión 3D de órganos. China, con Xi convertido en presidente vitalicio desde 2018, observa de cerca el negocio de la longevidad. Y Corea del Norte, con Kim acompañado por su hija Ju-ae, ya sugiere un relevo dinástico… aunque la promesa de vivir un siglo y medio podría prolongar aún más la dinastía.
El mensaje no es solo biológico, sino político: ¿y si el verdadero sueño de estas potencias no fuera la expansión territorial ni la supremacía tecnológica, sino permanecer en el poder para siempre?