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Lunes, 08 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:
Un artículo de Jennifer Bilek

El punto ciego del movimiento crítico de género

Manifestación proabortoManifestación proaborto

En respuesta a una industria que deconstruye el sexo, surgió un movimiento llamado "crítica del género", centrado en proteger los derechos de las mujeres y proteger a los niños de experimentos médicos dañinos. Sin embargo, este movimiento ignora las fuerzas sistémicas más profundas en juego: una industria que se lucra desmantelando la propia dicotomía sexual y transformándonos como especie en el proceso. Al eludir la perspectiva general, el movimiento crítico de género termina agravando el problema.

 

Una de las cosas clave que, a quienes se resisten a la industria del género, les animo a hacer es seguir el rastro del dinero. A veces, esto se interpreta como yo que creo que el lucro es el único motor detrás de agresiones médicas como los bloqueadores de la pubertad, las hormonas y las cirugías para niños sanos. Si bien estos procedimientos son rentables, el problema es mucho más profundo.

 

Convertir a los niños en pacientes médicos de por vida atacando sus sistemas reproductivos es ventajoso económicamente, pero no es un modelo de negocio sostenible. Con el tiempo, los padres y el público se opondrán. Y ya lo están haciendo. Este sector de la industria está siendo cuestionado y probablemente no sobrevivirá a largo plazo, pero el efecto en la percepción infantil persistirá, y este es el punto.

 

 

El objetivo: replantear la reproducción humana

 

Cuando digo "seguir la pista del dinero", me refiero a que el flujo de capital revela los objetivos a largo plazo de quienes invierten en esta industria. En concreto, cambiar nuestra perspectiva sobre la binariedad sexual. Prepara a la sociedad para aceptar la reproducción tecnológica como algo normal. Esta visión ya se está materializando y ya lleva un par de generaciones en marcha.

 

Gran parte del debate público sobre este tema se centra en los nuevos roles sexuales que deconstruyen la binariedad. Estas identidades y el aparato de marketing (o ideología) que las sustenta solo existen para alcanzar el objetivo general de desmantelar la binariedad reproductiva real con fines de lucro y alejarnos, como especie, de la reproducción natural. El verdadero objetivo no son solo los roles sociales, sino el sexo biológico en sí. La destrucción de los roles sociales es un medio para un fin.

 

 

Feminismo y reproducción tecnológica

 

El feminismo, más allá de la lucha por un trato social justo, como ideología, ha contribuido a desvincular la sexualidad reproductiva de los roles sociales. La píldora anticonceptiva y el fácil acceso y la aceptación del aborto ilimitado fueron tecnologías apoyadas por activistas feministas como Shulamith Firestone y Donna Haraway. Ambas, feministas muy influyentes entre los años 60 y principios de los 80, cuando se desarrollaron estas tecnologías, ayudaron a construir ideologías que respaldaron las tecnologías de su época, que supuestamente "liberaron" a las mujeres de su biología y de las estructuras familiares patriarcales. Si bien los hombres crearon las tecnologías, mujeres como Firestone, Haraway y Margaret Sanger, una de las primeras eugenistas que fundó Planned Parenthood, contribuyeron a su avance, de forma similar a como lo hacen hoy las mujeres que apoyan el marketing de identidad de género.
 

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