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Jueves, 11 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

Francisco Hervás Maldonado: “Hay otros mundos, pero están aquí. No percibimos ni el 0,1% de lo que nos rodea”

[Img #28882]Hablar con Francisco Hervás Maldonado (Madrid, 1951) es asomarse a una vida en la que la ciencia, la medicina y la reflexión humanística se entrelazan con naturalidad. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada y Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, Hervás ha desarrollado una trayectoria que lo ha llevado a dirigir durante casi dos décadas el Servicio de Microbiología en el Hospital Central de la Defensa, alcanzar el grado de coronel médico y recibir prestigiosos reconocimientos internacionales, entre ellos el Excellence in Health Care Prize o el título de Doctor Honoris Causa.

 

Su nombre aparece en los listados de referencia mundial como Who’s Who in Medicine and Health Care o Who’s Who in Science and Engineering, y su experiencia como profesor y conferenciante lo ha llevado a impartir clases en centros universitarios de distintos países. Investigador prolífico, con cientos de artículos científicos y de opinión publicados, Hervás es también un pionero en la aplicación de la inteligencia artificial a la microbiología, campo en el que abrió nuevas perspectivas antes de que el término se convirtiera en moda.

 

Pero junto al investigador riguroso encontramos al escritor inquieto. Su bibliografía incluye ensayos, libros de divulgación, relatos e incluso alguna novela, con una curiosidad insaciable que atraviesa disciplinas y géneros. En su más reciente obra, Camino de la felicidad (Editorial Círculo Rojo, 2025), propone un viaje singular: entender la felicidad no solo como un estado emocional, sino como un fenómeno biológico, social y cultural que se puede observar, analizar y, en cierta medida, aprender a cultivar.

 

Granada y Roma —sus dos ciudades predilectas— resumen bien su carácter: la mezcla de la pasión mediterránea, el arraigo a la historia y la sensibilidad estética. En persona, Hervás se muestra cercano, apasionado por transmitir y convencido de que la felicidad es tanto una premisa como una conquista diaria. Con él, la conversación sobre el bienestar trasciende el lugar común y se convierte en una reflexión profunda, erudita y a la vez práctica.

 

[Img #28880]¿Qué le impulsó a escribir Camino de la felicidad?

 

Observar que con frecuencia confundimos la posesión o el dominio con la felicidad, así como la pérdida de una persona muy querida y comprobar que las cosas son solamente cosas y aquí se quedan, mientras que la alegría y la felicidad son eternas. Para nosotros y para quienes nos van dejando.

 

¿Diría que este libro es la culminación de su experiencia médica, científica y vital?

 

Desde luego. Muchas veces, cuando atendemos a un paciente, no nos preocupamos lo debido de su estado de ánimo, de su alegría. Mi experiencia en investigación me lleva a comprender que la felicidad es regulable por diversas hormonas y la producción de estas –a su vez– se regula con muchos factores externos y uno interno muy importante: nuestra voluntad. Y en cuanto a mi experiencia vital personal, siempre he sido más feliz cuando más cariño he dado, pues el cariño siempre rebota y te vuelve; si lo sabes entender, por supuesto.

 

¿Cómo descubrió que la felicidad podía abordarse también desde una perspectiva científica y no solo filosófica o espiritual?

 

No recuerdo exactamente, pero si he notado, en algunos trabajos, que la producción hormonal se modifica no solo con medicamentos, sino también con un estado de ánimo especial, basado en el optimismo, la alegría y, sobre todo, la voluntad.

 

Usted afirma que la felicidad es más una premisa que una consecuencia. ¿Podría explicarlo para nuestros lectores?

 

Pues uno puede ser feliz independientemente de que tenga problemas o satisfacciones, pues nuestra mente posee un “filtro” especial para ello, basado en la autoestima (no confundir con el ego, que es orgullo insano y soberbia) que nos hace encontrarnos bien en nosotros mismos, pero también basado en la voluntad bien formada de ser solidarios y humildes.

 

¿Cuáles son las “hormonas de la felicidad” más determinantes en nuestro bienestar y cómo podemos estimularlas de manera natural?

 

Son básicamente cuatro: el grupo de las endorfinas, la serotonina, la oxitocina y la dopamina. Cada una de ellas posee un estímulo propio o varios, que no siempre coinciden en todas. El deporte, la risa, la alimentación, la cultura, la educación. Los viajes, la estabilidad familiar, la vivienda y muchas otras cosas, aparte de cierto tipo de medicamentos.

 

En el libro habla de medir la felicidad con cierto rigor científico. ¿Cree que es posible cuantificar algo tan subjetivo?

 

Pues no puedo afirmarlo plenamente, pero si nos basamos en la lógica difusa de Lofti Zadeh, podemos aproximarnos bastante. Esto sería imposible si no contásemos con un SIA (Sistema de Inteligencia Artificial) adecuado de apoyo. Por supuesto, que habría errores, pero serían muy pequeños en general.

 

En su obra se refiere a la felicidad como fenómeno social. ¿Qué papel tienen la empatía y la oxitocina en nuestra cohesión como comunidad?

 

Ambos son fundamentales. Es casi imposible ser feliz en una sociedad llena de tensiones, poseída por el egoísmo disfrazado de solidaridad, violenta y dañina, que solo busca el enriquecimiento personal de unos pocos basado en la mediocridad e ignorancia de la inmensa mayoría, una sociedad disfrazada de justa, pero que es profundamente injusta y egoísta. Los partidos políticos hacen mucho daño en este sentido, especialmente algunos, que se declaran amantes del progreso, pero que no le ponen el apellido: progreso personal con regresión social debieran decir.

 

También aborda la felicidad como construcción cultural. ¿Qué diferencias ha observado entre culturas en relación con cómo entienden y buscan la felicidad?

 

Si no conocemos adecuadamente nuestra historia, estaremos condenados a repetirla, como bien opinaba George Santayana. Las culturas orientales basan su felicidad en la inacción, salvo los políticos, mientras que las occidentales la basan en la agresión, salvo algunos políticos. El islamismo apócrifo que se está imponiendo es tremendamente egoísta y agresivo. Hay otro islamismo pacífico y culto, pero es arrasado por los incultos. Recordemos en España a los Omeyas, un pueblo islámico culto y cooperador, mientras que los pueblos del norte de África, que los sustituyeron, fueron en general destructores con saña, aunque no todos (recordemos, por ejemplo, a los ziríes del reino de Granada). Y en cuanto a los separatistas e independentistas, tres cuartas de lo mismo. Solo buscan el dinero y el poder: la dictadura cruel, en definitiva. Sus palabras me recuerdan al Quijote Cervantes y su genial frase de la aldea del rebuzno: “no rebuznaron en balde, el uno y el otro alcalde”.

 

En el libro no falta la dimensión espiritual. ¿Cree que la fe o la trascendencia son claves para una vida feliz?

 

Algo más que fundamentales: definitivas. Seamos realistas y humildes: nuestra percepción del mundo, y del universo o multiverso, es imposible lograrla con solamente cinco sentidos, por mucho que nos lo propongamos. Siempre me pareció genial la frase de Paul Eluard: “hay otros mundos, pero están en éste”. Y es cierto. No percibimos ni el 0,1% de lo que nos rodea. Y me baso en mis estudios de biogenética microbiana.

 

En su currículum se destaca su amor por Granada y Roma. ¿Encuentra en esas ciudades una fuente especial de felicidad personal?

 

Cada cual sintoniza con sus ciudades o lugares de felicidad. Estas dos ciudades han sido y siguen siendo el gran motor de felicidad externa en mi vida, lo que no quiere decir que no me gusten también otras ciudades, pero estas tienen algo especial, algo profundo e imperceptible, una historia llena de belleza, pero también de violencia superada y paz espiritual estable.

 

Si tuviera que dar tres hábitos sencillos para cultivar la felicidad en la vida diaria, ¿cuáles recomendaría?

 

Dar cariño a todo el mundo, practicar el deporte y ayudar a quien lo necesite y podamos.

 

Para terminar: ¿qué le hace feliz hoy, a Francisco Hervás Maldonado, en este momento de su vida?

 

Pues estar vivo, con una familia y amigos o amigas que me quieren (algunos desde el colegio, con los que he vuelto a la alegría de la inocencia), unos compañeros de carrera y de trabajo excelentes y una Fe “in crescendo”, como mi amor a la música. Yo solo puedo dar gracias a Dios por haber existido y seguir existiendo.

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