Aitor Esteban y su referente Lauaxeta
Aitor Esteban, como es sabido, es el actual presidente del PNV, que sucedió en el cargo a Andoni Ortuzar. Pues bien, resulta que hace poco, con la polémica por la consideración de víctimas del franquismo de los etarras Txiki y Otaegi, de cuyo fusilamiento por orden del general Franco se cumplirá este mes de septiembre cincuenta años, ha salido el dicho Aitor Esteban a decir que para él el referente de víctima por antonomasia del franquismo no es esa pareja de etarras, sino que es Lauaxeta. Además de víctima, lo que Aitor Esteban prefiere también de Lauaxeta es su condición de gudari, soldado vasco, por encima de Txiki y Otaegi, en esa disputa propia de los dos nacionalismos vascos por ver quién se queda con la marca de ser auténtico “gudari”, si la izquierda abertzale con sus terroristas de ETA convertidos en tales, o si los nacionalistas del PNV, con su ejército vasco, Euzko Gudarostea, que son los primeros aplicadores del término, digamos así, en los tiempos de la Guerra Civil.
Porque el término “gudari” como tal, soldado en eusquera, no fue creación de Sabino Arana al parecer, como suponen algunos nacionalistas, tales como el miembro de Euskaltzaindia Xabier Kintana. La máxima conocedora de los neologismos inventados por el fundador del nacionalismo vasco, Inés Pagola, deja bien claro que el término original de gudari no lo habría propuesto Sabino Arana sino Manuel Larramendi, a finales del siglo XVIII, y luego los nacionalistas, durante la Guerra Civil, fueron los que lo pusieron en circulación.
Es obvio que la propaganda abertzale radical ha conseguido que Txiki y Otaegi sean más conocidos que Lauaxeta a nivel popular. No obstante, este último, también gracias a la propaganda nacionalista, ha conseguido su nivel de notoriedad, al aparecer en nombres de colegios, ikastolas, calles plazas y demás.
Pero quién era Lauaxeta. Bueno, era el seudónimo del escritor Esteban Urkiaga, nacido en Lauquíniz, cerca de Munguía, en Vizcaya, en 1905. Dicho seudónimo hacía referencia a una casa que no era la de su nacimiento, sino que la compró luego su familia para instalar en ella una fonda aprovechando el nuevo recorrido del tren de Munguía a Bilbao pasando por Sondica. Un sacerdote amigo de su familia la denominó así, Lauaxeta, a los cuatro vientos, por su condición solitaria.
Sobre Lauaxeta no hay un estudio que se pueda calificar de aproximadamente imparcial. Su condición de fusilado por los sublevados en junio de 1937, en Vitoria, le convierte en un elemento integrador del martirologio nacionalista, más concretamente del PNV, y así es muy difícil, por no decir imposible, intentar un estudio del personaje que no sea tomado o bien como un tributo a su legado o bien como una muestra de odio a lo vasco por parte del fascismo encubierto o declarado. En este último grupo, qué duda cabe, será introducido este intento por mi parte de acercarme por primera vez al personaje. Pero creo que merece la pena hacerlo tan solo por anotar algunos puntos que en los relatos hasta ahora conocidos se pasan por alto o se disimulan.
Lauaxeta es aclamado sobre todo por su faceta de poeta. Aitor Esteban, cuando todavía no era presidente del partido, en 2023, ya mostró su conocimiento de Lauaxeta y admiración por él en la conmemoración del 86 aniversario de su fusilamiento, y leyó entonces un poema en eusquera de uno de sus libros más conocidos, como es “Arrats beran”.
Pero a nada que nos adentramos en el conocimiento del personaje, vemos que además de poeta tuvo un papel nada secundario durante la Guerra Civil en Bilbao y en una faceta muy militarista además. A pesar de que en esto su biógrafo Jon Kortazar se afana en decir que sus cargos en el ejército vasco eran anecdóticos, como traductor y todo lo más comandante de intendencia, la cosa no parece que quedara ahí.
En el sumario del juicio que llevó a Lauaxeta a ser fusilado, que nos llega a través de Jon Kortazar sin que hayamos podido acceder directamente a dicho documento, se dice, por parte de algunos de los testigos interrogados, que Lauaxeta no era comandante de intendencia de gudaris, o no solo eso, sino jefe comandante en la formación de milicias. Lo cual ya supone un cargo de una enjundia militar importante. Y tendría su sentido que lo fuera puesto que resultaría coherente con otras dos cuestiones de su trayectoria en el Gobierno de José Antonio Aguirre que sí aparecen contrastadas en otras fuentes. Una es la que aparece en Wikipedia en la entrada del término “Euzko Gudarostea”, esto es, del ejército vasco creado por el Gobierno de José Antonio Aguirre. No hemos podido saber de dónde procede esa información, pero en ella se hace referencia al cuartel de Bidarte, que entendemos que se refiere al vetusto edificio, que todavía existe en Bilbao, en el barrio de Deusto, que hace años era conocido como la clínica Bidarte y que hoy es un centro cívico y biblioteca. Pues bien, en Wikipedia se dice: “En el cuartel de Bidarte, dirigido por el escritor Esteban Urkiaga, Lauaxeta, se formaron miles de gudaris”. Es decir, Lauaxeta, según esto, estaba al cargo de la formación de los gudaris. Lo cual podría ir en sintonía también con otro hecho, contrastado y procedente también de diversas fuentes, empezando por el propio Jon Kortazar y también de otro autor nada sospechoso de antinacionalismo, sino todo lo contrario, como Lorenzo Sebastián García, que nos dicen que Esteban Urkiaga fue el director, hasta su apresamiento y fusilamiento, de la revista “Gudari”, elaborada por el Gobierno Vasco con gran despliegue gráfico y que ejercía de órgano oficial de información del Euzko Gudarostea. En esta revista, además de ser director, escribió varios artículos para elevar la moral de la tropa y muy especialmente se destacan un par de ellos, firmados por el propio Lauaxeta, advirtiendo a los gudaris, que eran a quienes iba dirigida la revista, contra los peligros de la deserción, que debía ser, al parecer, un problema habitual para los dirigentes militares nacionalistas en aquel momento.
Basta echarle un vistazo a esa revista para ver el tono de la misma. En los números previos al apresamiento de Esteban Urkiaga a finales de abril de 1937, aparecen los artículos que hemos comentado antes contra los desertores, artículos para cuya redacción se requería un nivel de ideologización importante. Piénsese que la revista, de la que Esteban Urkiaga era director, está destinada a elevar la moral de la tropa. En el número del 15 de abril de 1937, cuando todavía Esteban Urkiaga estaría al frente de la misma, podemos leer en una página, en grandes caracteres, esta arenga: “El deber del gudari consiste / En marchar cuando se le dice marcha, / en pegar cuando se le dice pega, / en matar cuando se le dice mata, / sin preocuparse de saber dónde va, / a quién pega, / a quién mata.”
Además, hay otra atribución a Lauaxeta de carácter tampoco nada pacífico ni anecdótico, como es que fue el inventor del término “Ertzaña” para denominar a la policía vasca (actualmente “Ertzaintza”, creada, lo mismo que el Euzko Gudarostea, por el Gobierno del lendacari Aguirre durante la Guerra Civil). Este dato nos lo dice tanto el anteriormente citado Lorenzo Sebastián García, como también Santiago de Pablo en su entrada dedicada a la “Letra E” dentro del “Diccionario de símbolos del nacionalismo vasco” y donde habla de la Ertzaintza precisamente, cuyos vehículos oficiales, como sabemos, llevan en sus matrículas esa letra “E” de grafía peculiar.
Por todo lo cual, el personaje adquiriría unos ribetes militaristas indudables que nos lo colocan a la vanguardia de la actuación nacionalista en la Guerra Civil en la Vizcaya de los años 1936 y 1937.
Jon Kortazar nos dice que en su infancia y primera juventud Esteban Urkiaga ni era nacionalista ni hablaba euskera. Fue a partir de 1924, o sea con casi veinte años, que Lauaxeta empezó a introducirse en la ideología de Sabino Arana y lo hizo a través del catecismo nacionalista escrito por el fraile capuchino Evangelista de Íbero en 1906, titulado Ami Vasco.
Sobre este librito de unas cien páginas habría que decir que fue convenientemente revisado y pulido por un personaje tan ortodoxamente sabiniano e influyente propagandista jeltzale, el ya varias veces citado en “El balle del ziruelo” Engracio de Aranzadi, alias Kizkitza, director del periódico nacionalista Euzkadi a partir de 1913. Hay una cuestión del Ami Vasco en manos de Kizkitza que lo hemos recogido de una anécdota muy jugosa que vamos a revelar aquí por primera vez y que da idea de la ideologización de las fuentes tenidas por más imparciales de la historiografía nacionalista. En la que pasa por ser historia oficial del nacionalismo vasco, la recogida en el libro El péndulo patriótico y que, con hechos como el que vamos a relatar, está demostrando no ser más que una forma de presentarnos la historia del partido a la medida de sus propios protagonistas y seguidores y simpatizantes, encontramos este episodio en su página 66 (aunque ahora no puedo precisar si lo recogí de la versión en dos volúmenes de la obra o en la de uno, pero bueno, sería muy fácil concretar ese dato llegado el caso): “Tras una amarga estancia de dos meses en la cárcel de Larrínaga, en la que ingresó en enero de 1906 por un artículo suyo publicado en el aniversario del fallecimiento de Arana en el órgano del partido Patria”. Lo revelador es que los autores de El péndulo patriótico se refieren aquí a la estancia en la cárcel en 1906 de Engracio de Aranzadi con el calificativo de que fue muy amarga.
Pues resulta que el propio Engracio de Aranzadi, en su libro Ereintza, en su página 214, nos dice: “Bueno era a pesar de todo el humor de los encarcelados. Nos encontrábamos perfectamente atendidos, gracias al Partido. En una celda amplia, nos instalamos tres, Agirreolea, Eleizalde y yo. Zinkunegi dormía en otra habitación, pero el día lo pasábamos juntos los cuatro sin otra preocupación que el nacionalismo. Recordamos con gozo los dos meses que pasamos en Larrínaga, donde corregimos los originales del Ami Vasco, el catecismo nacionalista tan leído, del P. Evangelista de Íbero.”
O sea, que de amarga la estancia en la cárcel nada de nada. Se lo pasaron estupendamente corrigiendo los originales del Ami Vasco. Lo cual pone en evidencia el partidismo de los autores de El péndulo patriótico, por un lado, y además el dato nos está poniendo también en claro que la versión que conocemos de 1906 del que pasa por ser el catecismo oficial del nacionalismo vasco en aquel momento, el Ami Vasco, fue revisada antes de ser publicada por estos personajes clave del PNV como fueron, sobre todo, Luis de Eleizalde y Engracio de Aranzadi, lo cual le da más validez aún si cabe al libro del capuchino como catecismo oficial del PNV de entonces.
Y decimos todo esto porque Lauaxeta aprendió a ser nacionalista con el Ami Vasco. Qué te parece. Bueno, nada de extrañar teniendo en cuenta que las obras completas de Sabino Arana no se publicaron por primera vez hasta 1965. No había otra forma de llegar a la entraña del nacionalismo vasco antes de la Guerra Civil que leyendo el Ami Vasco. Ya que los números de los periódicos en los que escribió Sabino Arana se supone que ya serían inencontrables para la mayoría de los seguidores del nacionalismo. El Ami Vasco, en cambio, dedicado por su autor al propio Sabino Arana, era una forma rápida y sencilla de asumir los principios fundamentales del nacionalismo vasco. Que es lo que hizo entonces Lauaxeta. El autor del catecismo, Evangelista de Íbero, seudónimo del capuchino navarro Ramón Goikoetxea Orokieta, acabó sus días a los 36 años de edad, recluido por su propia orden en el monasterio de Híjar (Teruel). Parece ser que terminó su vida completamente trastornado.
Y vamos a finiquitar este artículo repasando algunas de las entradas del Ami Vasco para que veamos de lo que estamos hablando aquí. El libro se desglosa en entrada cada una encabezada por un número (son 197 en total) y formuladas en modo de preguntas y respuestas, como se hace en los catecismos. Sería conveniente que el actual presidente del PNV, Aitor Esteban Bravo, se fijara en ellas, y de paso el lendacari Imanol Pradales también, para así ponderar hasta qué punto Lauaxeta que, como Jon Kortazar demuestra en su biografía, se hizo nacionalista a través de su lectura, puede considerarse referente para él, para Aitor Esteban, o para Imanol Pradales llegado el caso, de nacionalismo vasco.
1. ¿Qué es Nación?.– El conjunto de hombres o de pueblos que tienen un mismo origen, una misma lengua, un mismo carácter, unas mismas costumbres, unas mismas leyes fundamentales, unas mismas glorias, unas mismas tendencias o aspiraciones, unos mismos destinos.
2. De todas estas propiedades, ¿cuáles son las que esencialmente constituyen la nacionalidad?.– En primer lugar, la sangre, raza u origen; en segundo lugar, la lengua. Las otras propiedades no son más que consecuencia de estas dos, y singularmente de la primera.
8. ¿Es lo mismo Nación que Estado?.– De ninguna manera. La Nación es una cosa natural, es decir, creada por la misma naturaleza; el Estado es algo artificial, dependiente de la voluntad humana. La Nación es indestructible, mientras subsista la raza; […].
21. Luego, para que un hombre pueda tener por Patria suya una Nación, ¿no bastará haber nacido en el territorio ocupado o dominado por la misma?.– De ningún modo; un negro o un malayo nunca será francés por más que nazca en el centro de París; y un Fernández o un González jamás podrá llamarse vasco, así vea la luz primera en lo más escondido de los montes de Gipuzkoa. Tendría gracia que un judío se creyera babilonio por haber nacido a orillas del Eufrates en tiempo de la cautividad, o que un zulú se llamase inglés y amase como a su Patria a Inglaterra y considerase como propias las glorias de esta Nación, por la chiripa de haberle parido su madre en London, o que un japonés gritara: “¡Viva Rusia! Rusia es mi patria” porque sus padres, deportados a la Siberia, le dieron allí la vida! No habría en este caso Patria para el hombre nacido en un buque que navega por medio de los mares. No, no; eso que llamamos Patria, con los afectos que inspira, con los entusiasmos que infunde, con los sacrificios que exige, supone en los que la forman un vínculo más estrecho que el que consiste en haber nacido en la misma región del globo; supone identidad de origen, identidad de carácter, identidad de costumbres, identidad de lengua, identidad de glorias y desdichas.
22. Luego para conocer cuál es la Patria de una persona, ¿no será necesario saber en qué lugar ha nacido?.– No, señor; como no es necesario saber la casa donde ha nacido uno, para conocer si pertenece a tal o cuál familia; que no se es de la familia de Juan por haber nacido en casa de Juan, sino por ser hijo o pariente de Juan.
23. ¿A qué hay que mirar, pues, para conocer la Patria de un individuo?.– A la raza a que pertenece, o lo que tanto monta, al apellido que lleva.
24. ¿Colígese de lo dicho que la Patria es algo fijo, estable, permanente, libre de las mudanzas del capricho humano?.– Sí, señor, y, quiera o no quiera, un Lizarraga será siempre vasco, aunque nazca en un cortijo de Jerez o en una pampa de la Argentina, y un Beaumont será francés, un Taparelli italiano, y un Merry inglés, y un Sánchez español, y un Schiller alemán, etc.
25. ¿Y no podrá un hombre cambiar de Patria a su talante.– La Patria real y verdadera será siempre una misma, porque no está en su mano destruir con un acto de su voluntad los lazos de sangre o comunidad de origen que le une a sus compatriotas. Lo que podrá hacer es trocar su Patria natural por otra adoptiva, pasando a esta segunda el amor que debía y las obligaciones que tenía a la primera. Así, un francés puede hacerse alemán por el afecto, y servir a Alemania, y aprender la lengua de esta Nación, y entusiasmarse con sus glorias, y alistarse en sus ejércitos y hasta tomar parte en una guerra contra Francia. Mas quien tal hiciera bien merecería que se le apellidase traidor y renegado y digno de la maldición de sus padres.
30. ¿A qué se reducen los deberes de un hombre para con la Patria?.– A trabajar sin descanso por la conservación o restauración de la raza, lengua, leyes, instituciones políticas, costumbres, carácter, tradiciones, artes, territorio y demás elementos constitutivos de la Patria o nacionalidad.
31. ¿Cómo trabajará por la conservación de la raza?.– Impidiendo o disminuyendo con su consejo y diligencia los matrimonios de sus compatriotas con gentes de extrañas razas. Esta obligación es más estricta tratándose de razas poco numerosas, como la vasca; pues las que cuentan con muchos millones de individuos es más difícil, por no decir imposible, que desaparezcan.
39. ¿Qué pensáis de los padres que hablando la lengua de su Nación o raza no la enseñan a sus hijos?.- Que son traidores a la Patria y que como tales merecen ser fusilados por la espalda.
Esta última frase se atribuía a Federico Krutwig en su libro Vasconia, donde se dirigía así al llamado lendacari en el exilio, Jesús María Leizaola, que no habría transmitido el eusquera, que él sí sabía, a sus hijos, pero como vemos es del Ami Vasco.
Aitor Esteban, como es sabido, es el actual presidente del PNV, que sucedió en el cargo a Andoni Ortuzar. Pues bien, resulta que hace poco, con la polémica por la consideración de víctimas del franquismo de los etarras Txiki y Otaegi, de cuyo fusilamiento por orden del general Franco se cumplirá este mes de septiembre cincuenta años, ha salido el dicho Aitor Esteban a decir que para él el referente de víctima por antonomasia del franquismo no es esa pareja de etarras, sino que es Lauaxeta. Además de víctima, lo que Aitor Esteban prefiere también de Lauaxeta es su condición de gudari, soldado vasco, por encima de Txiki y Otaegi, en esa disputa propia de los dos nacionalismos vascos por ver quién se queda con la marca de ser auténtico “gudari”, si la izquierda abertzale con sus terroristas de ETA convertidos en tales, o si los nacionalistas del PNV, con su ejército vasco, Euzko Gudarostea, que son los primeros aplicadores del término, digamos así, en los tiempos de la Guerra Civil.
Porque el término “gudari” como tal, soldado en eusquera, no fue creación de Sabino Arana al parecer, como suponen algunos nacionalistas, tales como el miembro de Euskaltzaindia Xabier Kintana. La máxima conocedora de los neologismos inventados por el fundador del nacionalismo vasco, Inés Pagola, deja bien claro que el término original de gudari no lo habría propuesto Sabino Arana sino Manuel Larramendi, a finales del siglo XVIII, y luego los nacionalistas, durante la Guerra Civil, fueron los que lo pusieron en circulación.
Es obvio que la propaganda abertzale radical ha conseguido que Txiki y Otaegi sean más conocidos que Lauaxeta a nivel popular. No obstante, este último, también gracias a la propaganda nacionalista, ha conseguido su nivel de notoriedad, al aparecer en nombres de colegios, ikastolas, calles plazas y demás.
Pero quién era Lauaxeta. Bueno, era el seudónimo del escritor Esteban Urkiaga, nacido en Lauquíniz, cerca de Munguía, en Vizcaya, en 1905. Dicho seudónimo hacía referencia a una casa que no era la de su nacimiento, sino que la compró luego su familia para instalar en ella una fonda aprovechando el nuevo recorrido del tren de Munguía a Bilbao pasando por Sondica. Un sacerdote amigo de su familia la denominó así, Lauaxeta, a los cuatro vientos, por su condición solitaria.
Sobre Lauaxeta no hay un estudio que se pueda calificar de aproximadamente imparcial. Su condición de fusilado por los sublevados en junio de 1937, en Vitoria, le convierte en un elemento integrador del martirologio nacionalista, más concretamente del PNV, y así es muy difícil, por no decir imposible, intentar un estudio del personaje que no sea tomado o bien como un tributo a su legado o bien como una muestra de odio a lo vasco por parte del fascismo encubierto o declarado. En este último grupo, qué duda cabe, será introducido este intento por mi parte de acercarme por primera vez al personaje. Pero creo que merece la pena hacerlo tan solo por anotar algunos puntos que en los relatos hasta ahora conocidos se pasan por alto o se disimulan.
Lauaxeta es aclamado sobre todo por su faceta de poeta. Aitor Esteban, cuando todavía no era presidente del partido, en 2023, ya mostró su conocimiento de Lauaxeta y admiración por él en la conmemoración del 86 aniversario de su fusilamiento, y leyó entonces un poema en eusquera de uno de sus libros más conocidos, como es “Arrats beran”.
Pero a nada que nos adentramos en el conocimiento del personaje, vemos que además de poeta tuvo un papel nada secundario durante la Guerra Civil en Bilbao y en una faceta muy militarista además. A pesar de que en esto su biógrafo Jon Kortazar se afana en decir que sus cargos en el ejército vasco eran anecdóticos, como traductor y todo lo más comandante de intendencia, la cosa no parece que quedara ahí.
En el sumario del juicio que llevó a Lauaxeta a ser fusilado, que nos llega a través de Jon Kortazar sin que hayamos podido acceder directamente a dicho documento, se dice, por parte de algunos de los testigos interrogados, que Lauaxeta no era comandante de intendencia de gudaris, o no solo eso, sino jefe comandante en la formación de milicias. Lo cual ya supone un cargo de una enjundia militar importante. Y tendría su sentido que lo fuera puesto que resultaría coherente con otras dos cuestiones de su trayectoria en el Gobierno de José Antonio Aguirre que sí aparecen contrastadas en otras fuentes. Una es la que aparece en Wikipedia en la entrada del término “Euzko Gudarostea”, esto es, del ejército vasco creado por el Gobierno de José Antonio Aguirre. No hemos podido saber de dónde procede esa información, pero en ella se hace referencia al cuartel de Bidarte, que entendemos que se refiere al vetusto edificio, que todavía existe en Bilbao, en el barrio de Deusto, que hace años era conocido como la clínica Bidarte y que hoy es un centro cívico y biblioteca. Pues bien, en Wikipedia se dice: “En el cuartel de Bidarte, dirigido por el escritor Esteban Urkiaga, Lauaxeta, se formaron miles de gudaris”. Es decir, Lauaxeta, según esto, estaba al cargo de la formación de los gudaris. Lo cual podría ir en sintonía también con otro hecho, contrastado y procedente también de diversas fuentes, empezando por el propio Jon Kortazar y también de otro autor nada sospechoso de antinacionalismo, sino todo lo contrario, como Lorenzo Sebastián García, que nos dicen que Esteban Urkiaga fue el director, hasta su apresamiento y fusilamiento, de la revista “Gudari”, elaborada por el Gobierno Vasco con gran despliegue gráfico y que ejercía de órgano oficial de información del Euzko Gudarostea. En esta revista, además de ser director, escribió varios artículos para elevar la moral de la tropa y muy especialmente se destacan un par de ellos, firmados por el propio Lauaxeta, advirtiendo a los gudaris, que eran a quienes iba dirigida la revista, contra los peligros de la deserción, que debía ser, al parecer, un problema habitual para los dirigentes militares nacionalistas en aquel momento.
Basta echarle un vistazo a esa revista para ver el tono de la misma. En los números previos al apresamiento de Esteban Urkiaga a finales de abril de 1937, aparecen los artículos que hemos comentado antes contra los desertores, artículos para cuya redacción se requería un nivel de ideologización importante. Piénsese que la revista, de la que Esteban Urkiaga era director, está destinada a elevar la moral de la tropa. En el número del 15 de abril de 1937, cuando todavía Esteban Urkiaga estaría al frente de la misma, podemos leer en una página, en grandes caracteres, esta arenga: “El deber del gudari consiste / En marchar cuando se le dice marcha, / en pegar cuando se le dice pega, / en matar cuando se le dice mata, / sin preocuparse de saber dónde va, / a quién pega, / a quién mata.”
Además, hay otra atribución a Lauaxeta de carácter tampoco nada pacífico ni anecdótico, como es que fue el inventor del término “Ertzaña” para denominar a la policía vasca (actualmente “Ertzaintza”, creada, lo mismo que el Euzko Gudarostea, por el Gobierno del lendacari Aguirre durante la Guerra Civil). Este dato nos lo dice tanto el anteriormente citado Lorenzo Sebastián García, como también Santiago de Pablo en su entrada dedicada a la “Letra E” dentro del “Diccionario de símbolos del nacionalismo vasco” y donde habla de la Ertzaintza precisamente, cuyos vehículos oficiales, como sabemos, llevan en sus matrículas esa letra “E” de grafía peculiar.
Por todo lo cual, el personaje adquiriría unos ribetes militaristas indudables que nos lo colocan a la vanguardia de la actuación nacionalista en la Guerra Civil en la Vizcaya de los años 1936 y 1937.
Jon Kortazar nos dice que en su infancia y primera juventud Esteban Urkiaga ni era nacionalista ni hablaba euskera. Fue a partir de 1924, o sea con casi veinte años, que Lauaxeta empezó a introducirse en la ideología de Sabino Arana y lo hizo a través del catecismo nacionalista escrito por el fraile capuchino Evangelista de Íbero en 1906, titulado Ami Vasco.
Sobre este librito de unas cien páginas habría que decir que fue convenientemente revisado y pulido por un personaje tan ortodoxamente sabiniano e influyente propagandista jeltzale, el ya varias veces citado en “El balle del ziruelo” Engracio de Aranzadi, alias Kizkitza, director del periódico nacionalista Euzkadi a partir de 1913. Hay una cuestión del Ami Vasco en manos de Kizkitza que lo hemos recogido de una anécdota muy jugosa que vamos a revelar aquí por primera vez y que da idea de la ideologización de las fuentes tenidas por más imparciales de la historiografía nacionalista. En la que pasa por ser historia oficial del nacionalismo vasco, la recogida en el libro El péndulo patriótico y que, con hechos como el que vamos a relatar, está demostrando no ser más que una forma de presentarnos la historia del partido a la medida de sus propios protagonistas y seguidores y simpatizantes, encontramos este episodio en su página 66 (aunque ahora no puedo precisar si lo recogí de la versión en dos volúmenes de la obra o en la de uno, pero bueno, sería muy fácil concretar ese dato llegado el caso): “Tras una amarga estancia de dos meses en la cárcel de Larrínaga, en la que ingresó en enero de 1906 por un artículo suyo publicado en el aniversario del fallecimiento de Arana en el órgano del partido Patria”. Lo revelador es que los autores de El péndulo patriótico se refieren aquí a la estancia en la cárcel en 1906 de Engracio de Aranzadi con el calificativo de que fue muy amarga.
Pues resulta que el propio Engracio de Aranzadi, en su libro Ereintza, en su página 214, nos dice: “Bueno era a pesar de todo el humor de los encarcelados. Nos encontrábamos perfectamente atendidos, gracias al Partido. En una celda amplia, nos instalamos tres, Agirreolea, Eleizalde y yo. Zinkunegi dormía en otra habitación, pero el día lo pasábamos juntos los cuatro sin otra preocupación que el nacionalismo. Recordamos con gozo los dos meses que pasamos en Larrínaga, donde corregimos los originales del Ami Vasco, el catecismo nacionalista tan leído, del P. Evangelista de Íbero.”
O sea, que de amarga la estancia en la cárcel nada de nada. Se lo pasaron estupendamente corrigiendo los originales del Ami Vasco. Lo cual pone en evidencia el partidismo de los autores de El péndulo patriótico, por un lado, y además el dato nos está poniendo también en claro que la versión que conocemos de 1906 del que pasa por ser el catecismo oficial del nacionalismo vasco en aquel momento, el Ami Vasco, fue revisada antes de ser publicada por estos personajes clave del PNV como fueron, sobre todo, Luis de Eleizalde y Engracio de Aranzadi, lo cual le da más validez aún si cabe al libro del capuchino como catecismo oficial del PNV de entonces.
Y decimos todo esto porque Lauaxeta aprendió a ser nacionalista con el Ami Vasco. Qué te parece. Bueno, nada de extrañar teniendo en cuenta que las obras completas de Sabino Arana no se publicaron por primera vez hasta 1965. No había otra forma de llegar a la entraña del nacionalismo vasco antes de la Guerra Civil que leyendo el Ami Vasco. Ya que los números de los periódicos en los que escribió Sabino Arana se supone que ya serían inencontrables para la mayoría de los seguidores del nacionalismo. El Ami Vasco, en cambio, dedicado por su autor al propio Sabino Arana, era una forma rápida y sencilla de asumir los principios fundamentales del nacionalismo vasco. Que es lo que hizo entonces Lauaxeta. El autor del catecismo, Evangelista de Íbero, seudónimo del capuchino navarro Ramón Goikoetxea Orokieta, acabó sus días a los 36 años de edad, recluido por su propia orden en el monasterio de Híjar (Teruel). Parece ser que terminó su vida completamente trastornado.
Y vamos a finiquitar este artículo repasando algunas de las entradas del Ami Vasco para que veamos de lo que estamos hablando aquí. El libro se desglosa en entrada cada una encabezada por un número (son 197 en total) y formuladas en modo de preguntas y respuestas, como se hace en los catecismos. Sería conveniente que el actual presidente del PNV, Aitor Esteban Bravo, se fijara en ellas, y de paso el lendacari Imanol Pradales también, para así ponderar hasta qué punto Lauaxeta que, como Jon Kortazar demuestra en su biografía, se hizo nacionalista a través de su lectura, puede considerarse referente para él, para Aitor Esteban, o para Imanol Pradales llegado el caso, de nacionalismo vasco.
1. ¿Qué es Nación?.– El conjunto de hombres o de pueblos que tienen un mismo origen, una misma lengua, un mismo carácter, unas mismas costumbres, unas mismas leyes fundamentales, unas mismas glorias, unas mismas tendencias o aspiraciones, unos mismos destinos.
2. De todas estas propiedades, ¿cuáles son las que esencialmente constituyen la nacionalidad?.– En primer lugar, la sangre, raza u origen; en segundo lugar, la lengua. Las otras propiedades no son más que consecuencia de estas dos, y singularmente de la primera.
8. ¿Es lo mismo Nación que Estado?.– De ninguna manera. La Nación es una cosa natural, es decir, creada por la misma naturaleza; el Estado es algo artificial, dependiente de la voluntad humana. La Nación es indestructible, mientras subsista la raza; […].
21. Luego, para que un hombre pueda tener por Patria suya una Nación, ¿no bastará haber nacido en el territorio ocupado o dominado por la misma?.– De ningún modo; un negro o un malayo nunca será francés por más que nazca en el centro de París; y un Fernández o un González jamás podrá llamarse vasco, así vea la luz primera en lo más escondido de los montes de Gipuzkoa. Tendría gracia que un judío se creyera babilonio por haber nacido a orillas del Eufrates en tiempo de la cautividad, o que un zulú se llamase inglés y amase como a su Patria a Inglaterra y considerase como propias las glorias de esta Nación, por la chiripa de haberle parido su madre en London, o que un japonés gritara: “¡Viva Rusia! Rusia es mi patria” porque sus padres, deportados a la Siberia, le dieron allí la vida! No habría en este caso Patria para el hombre nacido en un buque que navega por medio de los mares. No, no; eso que llamamos Patria, con los afectos que inspira, con los entusiasmos que infunde, con los sacrificios que exige, supone en los que la forman un vínculo más estrecho que el que consiste en haber nacido en la misma región del globo; supone identidad de origen, identidad de carácter, identidad de costumbres, identidad de lengua, identidad de glorias y desdichas.
22. Luego para conocer cuál es la Patria de una persona, ¿no será necesario saber en qué lugar ha nacido?.– No, señor; como no es necesario saber la casa donde ha nacido uno, para conocer si pertenece a tal o cuál familia; que no se es de la familia de Juan por haber nacido en casa de Juan, sino por ser hijo o pariente de Juan.
23. ¿A qué hay que mirar, pues, para conocer la Patria de un individuo?.– A la raza a que pertenece, o lo que tanto monta, al apellido que lleva.
24. ¿Colígese de lo dicho que la Patria es algo fijo, estable, permanente, libre de las mudanzas del capricho humano?.– Sí, señor, y, quiera o no quiera, un Lizarraga será siempre vasco, aunque nazca en un cortijo de Jerez o en una pampa de la Argentina, y un Beaumont será francés, un Taparelli italiano, y un Merry inglés, y un Sánchez español, y un Schiller alemán, etc.
25. ¿Y no podrá un hombre cambiar de Patria a su talante.– La Patria real y verdadera será siempre una misma, porque no está en su mano destruir con un acto de su voluntad los lazos de sangre o comunidad de origen que le une a sus compatriotas. Lo que podrá hacer es trocar su Patria natural por otra adoptiva, pasando a esta segunda el amor que debía y las obligaciones que tenía a la primera. Así, un francés puede hacerse alemán por el afecto, y servir a Alemania, y aprender la lengua de esta Nación, y entusiasmarse con sus glorias, y alistarse en sus ejércitos y hasta tomar parte en una guerra contra Francia. Mas quien tal hiciera bien merecería que se le apellidase traidor y renegado y digno de la maldición de sus padres.
30. ¿A qué se reducen los deberes de un hombre para con la Patria?.– A trabajar sin descanso por la conservación o restauración de la raza, lengua, leyes, instituciones políticas, costumbres, carácter, tradiciones, artes, territorio y demás elementos constitutivos de la Patria o nacionalidad.
31. ¿Cómo trabajará por la conservación de la raza?.– Impidiendo o disminuyendo con su consejo y diligencia los matrimonios de sus compatriotas con gentes de extrañas razas. Esta obligación es más estricta tratándose de razas poco numerosas, como la vasca; pues las que cuentan con muchos millones de individuos es más difícil, por no decir imposible, que desaparezcan.
39. ¿Qué pensáis de los padres que hablando la lengua de su Nación o raza no la enseñan a sus hijos?.- Que son traidores a la Patria y que como tales merecen ser fusilados por la espalda.
Esta última frase se atribuía a Federico Krutwig en su libro Vasconia, donde se dirigía así al llamado lendacari en el exilio, Jesús María Leizaola, que no habría transmitido el eusquera, que él sí sabía, a sus hijos, pero como vemos es del Ami Vasco.