Miércoles, 17 de Septiembre de 2025

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Ernesto Ladrón de Guevara
Martes, 16 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

El tinglado lingüístico

Llevo escritos cuatro libros y decenas de artículos −este es otro más− sobre el disparate de la política lingüística vasca en la enseñanza no universitaria, es decir esa que llamamos “educación” obligatoria y gratuita. 

           

Palabras, palabras y más palabras en denunciar el uso des aulas con fines ideológicos, políticos o doctrinales, y a eso lo llamo adoctrinamiento.  Creo que me quedo corto con el palabro para definir la situación, pues yo lo llamaría más bien manipulación de la infancia con fines políticos.

           

Pero, desde que inicié este periplo de combate contra los afanes separatistas, disgregadores, y de demolición del marco cognitivo tradicional −es decir del vinculado a la realidad histórica y cultural de las provincias vasconizadas− no solo no se ha corregido el rumbo de un sistema político manipulativo, sino que el daño a generaciones no ha parado ni para tomar aliento.  Llevo denunciando este asunto desde inicio de los años ochenta y ya han transcurrido 45 años, más que los del periodo del régimen de Franco. Y llaman a esto democracia. ¿De verdad?

           

Me refiero a las conclusiones que nos relata el diario El Correo en su edición del domingo 7 de septiembre, con las que me identifico, aunque haya pasado tanto tiempo sin que los medios al uso, salvo este en el que escribo que es joven, dieran una mínima muestra de objetividad con la realidad que se iba manifestando en los abusos de la llamada inmersión lingüística generalizada, transgrediendo lo dispuesto en el artículo 16,2 de la Ley de Normalización del Uso del Euskera, donde se afirma que la realidad social y cultural de cada zona de esta Vasconia de mis amores debe primar, cosa que nunca se ha hecho.

           

Voy a resumir los puntos de ese documental que muestra la prueba del delito. Y tras estas referencias de contenido explicaré el sintagma “prueba del delito”, ya que en sentido lógico de la interpretación de la situación yo creo que es delictivo, pues lo es el persistir en una dirección dañina y perturbadora, cometiendo voluntariamente efectos antagónicos a los que se supone que lleva implícito el término “educativo” en un sistema que adopta el sentido genuino  del sustantivo “educación” como eje de su pretendida acción.

           

Afirma el periódico reseñado que el 70 % del alumnado estudia en el modelo “D”, íntegro en euskera, y que más de la mitad del alumnado de segundo de la ESO (13-14) años es incapaz de comprender un texto complejo.  Y una de las personas entrevistadas añade que…  el alumnado aprende memorísticamente los contenidos −los transmitidos en una lengua que no es de contexto− lo que provoca que dejen de comprender el idioma, y eso hace que lo vean como una obligación, más que como un recurso para relacionarse. (sic)

 

Y añade otros testimonios como este de otra de las personas que aporta su acertada opinión:  La clase se da en euskera, pero en cuanto suena el timbre los chavales se pasan a un perfecto castellano.  Añado yo… ¿y alguien puede extrañarse de ello?  Y más… La escuela tiene un lenguaje que luego se esfuma. Y como su sentido lógico le hace llegar por un proceso deductivo a una conclusión razonable, añade… Es algo funcional. Utilizan el idioma en el que se encuentran cómodos.   Pues sí… es un razonamiento lógico. Pero eso no es descubrir el Mediterráneo. Ya estaba descubierto desde antes. Bienvenidos al club de los realistas.

 

Otro docente consultado lo borda: No se puede enseñar en una lengua sin abordar el entorno cultural […] Cuanto más euskera se promueve menos se utiliza.

 

Como vemos el tinglado puesto en marcha con fines políticos sigue dañando a generaciones de estudiantes sin que nadie mueva un dedo para impedirlo.  Hace décadas que alguno como yo mismo −por ejemplo, Ricardo Arana− venimos denunciando que una cosa es promocionar el euskera y otra es usar el euskera para promocionar el nacionalismo en las aulas. Y esa deducción nos lleva a otra conclusión que es que cuando de forma intencionada se perjudica a miles de estudiantes, que podrían tener una formación integral basada en un aprendizaje significativo, priorizando un sistema al servicio de la formación del espíritu nacional sobre el fin ontológico de la educación, se comete implícitamente un delito. Y la calificación de ese delito lo dejo a los profesionales del derecho, que yo no lo soy.

           

Sin más hasta el próximo episodio de este trasunto demencial.

 

Y luego me dirán que hemos de dejar el euskera fuera del juego político. Yo les respondería que hay que dejar el juego político fuera del contexto educativo.

 

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