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Elena García
Lunes, 22 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

El velo

Hace ya un tiempo, cuando yo era pequeña, íbamos a la iglesia con un velo. A nadie se le ocurría discutirlo, se consideraba una señal de respeto a lo sagrado. Después el velo cayo en desuso y ahora ya, poco que respetar. Se va a comulgar en pantalón corto y camiseta de tirantes, enseñando lo que uno quiera. Nada que respetar, como decíamos, en todo caso se respeta a los feligreses antes que a Dios, no vaya a ser que los “diplomados” en tolerancia te llamen “intolerante” o te ridiculicen si dices algo. Recuerdo un viaje con los alumnos a Italia. Para poder entrar en la catedral de Milán, las chicas que iban en pantalón corto tuvieron que comprarse un pañuelo y atárselo a la cintura. Allí no son tan “tolerantes” o no han adoptado todavía los “nuevos valores”.

 

El caso es que aquí no hay polémica por la vestimenta occidental, enseñes lo que enseñes y estés donde estés. Para qué hablar de cómo van las chicas en los centros de enseñanza. Antes se iba con uniforme, pero las igualitarias debieron pensar que aquello era demasiada “igualdad”, así que el uniforme desapareció en la mayoría de los centros. En realidad, distraen más en las aulas las que van ligeras de ropa que las que van con velo. Pero ya se sabe, en occidente lo primordial no es el estudio sino la fiesta. En todo caso lo que habría que vigilar es que las chicas musulmanas sigan yendo a clase y completen su secundaria como manda la ley.

 

Y aquí viene la lógica de las liberadoras. Si a una cristiana se le imponen ciertas normas de vestir, entonces eres una carca, o un machista asqueroso, opresor de la mujer. Pero ¡oh sorpresa! si se lo imponen a las mujeres musulmanas, entonces no tienen nada que decir las progres de “ex-izquierda”, son sus costumbres. Calladas, como muertas. Para ellas no funciona el principio de no-contradicción. Para ellas, o para aquellos a los que obedecen.

 

Y como contrapartida, tenemos a quienes pretenden que las mujeres musulmanas no lleven velo en los lugares públicos; en los centros de enseñanza, por ejemplo. Hay que “liberar” a las mujeres del opresivo machismo musulmán. Tienen que incorporar a su vida “los valores occidentales”. No especifican cuales son estos valores. Así pues, los papeles se han cambiado. Unas ya “casi” han liberado a la mujer occidental y no se preocupan de las musulmanas. Y las otras quieren liberar a las musulmanas e incorporarlas a esos “valores occidentales” ¿de sexualización de la vida, destrucción de la familia, eliminación de los niños no nacidos, etc.? O quizá a se refieren a los valores católicos y tradicionales que proceden de la Ley Natural. A especificar parece que no se atreven.

 

Hay que señalar que una cosa es el velo como algo que nos resulta indiferente para nuestra vida y otra las prácticas que nos pueden afectar. Por ejemplo, el burka puede ocultar a un delincuente o terrorista y el burkini puede ser antihigiénico para los que se están bañando en una piscina, en este caso su prohibición tiene sentido, la de protección a los demás. El velo no, no se me ocurre cómo nos puede afectar a los no musulmanes. Bueno es que es símbolo de sumisión, nos dicen las anti-velo. Es gracioso que de repente se hayan convertido en las liberadoras de la mujer musulmana. Y yo me pregunto ¿por qué no dejar que cada uno se libere cuando quiera y como quiera, una vez que el marco legal se lo permite. ¿Vamos a obligar por decreto a que las mujeres musulmanas no lleven velo donde no nos guste?

 

Supongo que los motivos por los que llevan velo serán diferentes. Quizá unas lo llevan por convicción en sus costumbres, otras porque la familia es importante para ellas y no quieren disgustarla y otras porque no se atreven a enfrentarse con su comunidad. Pues bien, estas últimas, en un país en que la ley las protege deberían liberarse por si mismas, arrostrando las consecuencias ante su familia y su comunidad, de tal “liberación”. Nadie puede liberarte cuando tienes espíritu de sumisión, cuando el espíritu de rebeldía no está en uno mismo. Las liberaciones externas, más allá de la igualdad ante la ley,  son simulacros de liberación. Ni las feministas radicales liberan a ninguna mujer -una vez que la ley es igual para todos- ni las bienintencionadas liberadoras de musulmanas van a liberar a ninguna si ellas no quieren.

 

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