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Una interpretación del turismo sostenible como motor de crecimiento económico: un análisis según Marcos Cohen Simancas, Enrique Valero y Natalia Bayona

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El turismo sostenible se perfila hoy como una de las fuerzas más relevantes en la transformación global. Este modelo busca armonizar la experiencia de los viajeros con la protección de los ecosistemas y el fortalecimiento de las comunidades receptoras, reduciendo impactos negativos y potenciando beneficios colectivos. Con un valor de mercado que sobrepasa los 3 billones de dólaresa nivel internacional, se proyecta como un esquema con capacidad de impulsar empleo estable, estimular la innovación empresarial y garantizar una distribución más justa de la riqueza, a la par que conserva los recursos naturales y culturales que hacen posible la actividad turística.

 

En este marco, expertos como Enrique Valero (CEO de Abadía Retuerta y especialista en turismo sostenible), Marcos Cohen Simancas (socio gerente de Cumbre 8) y Natalia Bayona(directora ejecutiva de ONU Turismo) sostienen que el futuro del sector dependerá de cómo la sostenibilidad se integre en la esencia de su desarrollo económico. Con una amplia experiencia como observadores del fenómeno turístico, estas voces ofrecen una visión complementaria que recalca la importancia de que el turismo genere ingresos y, de manera simultánea, promueva cohesión social, preservación cultural y transformación territorial, garantizando beneficios duraderos para las comunidades.

 

Cómo Marcos Cohen Simancas y Enrique Valero entienden la transición del crecimiento económico a la transformación territorial

 

El turismo representó en 2024 alrededor del 10 % del PIBglobal, equivalente a unos 10,9 billones de dólares, y creó 357 millones de empleos, lo que supone uno de cada diez puestos de trabajo a nivel internacional. Estas cifras confirman la magnitud del sector en la economía mundial, pero también ponen de relieve la necesidad de superar la visión reducida de los indicadores macroeconómicos. Como señala el consultor estratégico Marcos Cohen Simancas, el auténtico valor del turismo sostenible no se mide solo en resultados globales, sino en su capacidad de transformar territorios bajo un propósito compartido.

 

El caso de Canarias, destino que recibe cada año millones de visitantes nacionales e internacionales, refleja una apuesta por una estrategia turística que no prioriza exclusivamente el aumento de las llegadas, sino la mejora en la calidad de la experiencia. La finalidad es atraer un turismo que aporte un mayor valor al territorio, tanto en lo económico como en lo social, de modo que el sector contribuya directamente al bienestar de la comunidad local.

 

Un ejemplo claro de esta orientación hacia un turismo de calidad es el plan de transformación del puerto de La Graciosa en un ecopuerto con control ambiental y eficiencia energética total, previsto para finales de 2026. Este proyecto busca integrar sostenibilidad y tecnología en la gestión portuaria, equilibrando la actividad turística con la preservación del entorno natural y el bienestar ciudadano en temas como el desarrollo económico local, la accesibilidad y la calidad urbana. “Cuando el territorio tiene un propósito, la consultoría tiene sentido”, afirma Marcos Cohen en una entrevista para La Provincia, insistiendo en que los proyectos deben reforzar la cohesión social y convertirse en instrumentos de mejora de la vida local.

 

Ese planteamiento conecta con una visión de mayor alcance: un destino solo será competitivo a largo plazo si los ciudadanos perciben mejoras tangibles en su vida diaria. De esta manera, el turismo sostenible deja de ser un sector de servicios para consolidarse como un motor de transformación económica y cultural, con capacidad de generar empleos estables, modernizar infraestructuras y otorgar mayor protagonismo a pequeños productores y empresas de la región.

 

Ese mismo principio que guía estas acciones se observa también en el ámbito empresarial. El especialista en turismo de calidad y sostenibilidad cultural y CEO de Abadía Retuerta, Enrique Valero, destaca en una entrevista para Cinco Días que el sector únicamente puede afianzarse si hay un compromiso real con la biodiversidad, la cultura y el territorio. En su opinión, actuar con coherencia y dar visibilidad a los proveedores locales fortalece la economía regional y eleva la percepción de valor de los visitantes. De este modo, el turismo sostenible se concibe como un recurso para fomentar el desarrollo compartido y preservar la identidad de los destinos.

 

Su perspectiva coincide con la de Marcos Cohen y conduce a una conclusión común: la sostenibilidad turística no debe considerarse como una acción aislada. Funciona como un modelo integral de desarrollo que une economía, cultura y comunidad. Allí donde se ponen en marcha proyectos con propósito, el turismo se convierte en catalizador de prosperidad, con capacidad para generar empleos cualificados y dinamizar sectores complementarios como la gastronomía, la artesanía o la agricultura. El crecimiento económico se alimenta de la diversidad local y devuelve a la sociedad un valor tangible, consolidando un ciclo virtuoso que trasciende la estadística y se materializa en la vida diaria.

 

Innovación y formación como claves del porvenir del sector, según Natalia Bayona

 

A la dimensión territorial y cultural se añaden los factores de la innovación y la capacitación. El uso de herramientas digitaleshace posible administrar de forma más eficaz los flujos de visitantes, optimizar recursos y mitigar impactos ambientales, a la vez que abre nuevas oportunidades de profesionalización para comunidades y empresas. En este sentido, la directora ejecutiva de ONU Turismo, Natalia Bayona, resalta en una entrevista en El País que “más del 80 % de las empresas turísticas no dispone de los conocimientos necesarios para implementar tecnología digital e inteligencia artificial”, lo cual evidencia la necesidad de colocar la formación profesional y la innovación tecnológica como pilares del sector.

 

La carencia se percibe sobre todo en pequeñas y medianas empresas, que constituyen la mayoría del tejido turístico, y en destinos emergentes con menos acceso a recursos, lo que amplía la brecha competitiva entre regiones.

 

De ahí que la puesta en marcha de programas de formación resulte esencial para garantizar la resiliencia de los destinos y preparar a nuevas generaciones de profesionales. Propuestas como la Tourism Online Academy del IE, que ya ha capacitado a decenas de miles de estudiantes en distintos continentes, muestran cómo la formación puede convertirse en empleos y en modelos de negocio adaptados a un viajero más consciente y responsable. Además, reforzar las competencias digitales en el sector contribuye a mejorar la calidad del empleo, disminuyendo la estacionalidad, promoviendo puestos especializados y garantizando condiciones laborales más sólidas.

 

Ubicar la innovación y la educación en el núcleo del turismo sostenible fortalece su papel como motor económico, mientras asegura la capacidad del sector para anticiparse a desafíos globales —incluidos los relacionados con el cambio climático— y consolidar su permanencia en el tiempo.

 

 La evolución del turismo sostenible confirma que el sector ya no se limita a ofrecer experiencias de viaje, sino que asume un rol estratégico en la configuración del desarrollo global. Las opiniones de especialistas como Marcos Cohen, Enrique Valero y Natalia Bayona coinciden en que el reto consiste en armonizar beneficios globales con transformación local, integrando a comunidades, empresas y Administraciones en un mismo propósito. Ese equilibrio entre territorio, cultura y tecnologíaserá clave para la competitividad futura de los destinos, al tiempo que permitirá diversificar fuentes de riqueza, fortalecer las redes sociales y culturales y garantizar la adaptación frente a desafíos globales.

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