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Sábado, 27 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

El verano que cambió Bernedo: crónica de un escándalo woke en un campamento infantil vasco

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El mensaje llegó a las 18:02 del lunes 11 de agosto. Ane* (nombre ficticio) miró su móvil y sintió cómo se le encogía el estómago. Su hija de 14 años le escribía desde un teléfono prestado, oculto de los monitores del campamento: "Hola, últimamente me encuentro un poco mareada. No me dejan contactar con vosotros a no ser que sea algo muy grave."

 

La adolescente toma medicación para la tensión arterial. Sin ella, su salud podría estar en peligro. Pero en los udalekus (campamentos infantiles) de Bernedo, en Álava, los teléfonos móviles estaban prohibidos. El aislamiento era total. Lo que Ane no sabía entonces era que su hija estaba viviendo algo que la marcaría para siempre, y que otras 79 familias estaban a punto de descubrir una realidad que superaba sus peores pesadillas.

 

Cuando terminaron los quince días de campamento, las historias comenzaron a brotar como un manantial turbio. Las niñas llegaban a casa con una mirada diferente, más esquiva. Los padres notaban algo extraño, pero al principio lo atribuyeron al cansancio normal de las colonias de verano.

 

Fue después, en la intimidad del hogar, cuando las adolescentes comenzaron a relatar lo vivido. Todas coincidían en los mismos detalles: los monitores las obligaban a ducharse junto a los chicos para que así nadie fuera "categorizable". El argumento era siempre el mismo: no creían en la división de géneros, y cualquiera que no se identificase como hombre o mujer podía sentirse excluido. Pero había más. Los monitores y monitoras se duchaban con ellos y, en ocasiones, según las denuncias, algunos cuidadores se paseaban con sus miembros sexuales al descubierto. En el lenguaje infantil que usaban las niñas para describir lo indescriptible: "en tetas".

 

Los detalles se acumulaban como capas de una pesadilla colectiva. Una de las niñas contó cómo los espejos del alojamiento estaban inutilizados, aunque en uno de ellos habían dibujado a una mujer con las piernas abiertas junto a la frase "on egin" (buen provecho). Otra madre denunció un caso de acoso sexual hacia su hija por parte de otro chaval en el que "tampoco se hizo nada".

 

Un educador de la Diputación Foral de Guipúzcoa que trabaja con menores en situación de riesgo, conocía bien estos campamentos. Su testimonio, recogido por un medio digital, reveló que esto no es algo que haya pasado solo este verano, lleva pasando al menos otros dos anteriores. Menores tutelados avisaron de que cocinaban desnudos y de prácticas como “chupar el dedo del pie al monitor para tomar la merienda” y un educador advirtió a la Ertzaintza de lo que ocurría en el campamento. Los menores tutelados la Diputación Foral de Guipúzcoa también habían acudido a estos udalekus. Y habían vuelto contando historias similares: los monitores también se duchaban (desnudos) con ellos o que uno de los juegos para conseguir la merienda un día era chuparle el dedo gordo del pie a un monitor. La desnudez se había convertido en pedagogía, el abuso en filosofía educativa.

 

Sarrea Euskal Udaleku Elkartea, entidad organizadora de los campamentos, no negó los hechos. Al contrario, los defendió. En un comunicado difundido en sus redes sociales, la entidad señala que, "más allá de ser simplemente un lugar de higiene", esas duchas son también "una oportunidad para romper estigmas y liberarnos de la vergüenza y la sexualización".

 

Sarrea Euskal Udaleku Elkartea asegura que su propuesta, pese a tratarse de un mero campamento de verano, "es política", y que "cuestiona el binarismo impuesto, promueve la normalización de los cuerpos y busca ayudar a construir entornos más habitables".

 

Los organizadores se describían a sí mismos como un "proyecto autogestionado basado en el feminismo, el euskera y el trabajo comunal". Veían su labor como transformadora: "Se trabajan cuestiones de género durante todo el campamento, y los educadores intentamos ser un referente y un refugio". Para las familias, sin embargo, esto sonaba a justificación de lo injustificable.

 

"Nadie nos advirtió de nada de las duchas mixtas", denunciaban los padres. Durante el proceso de inscripción, nada se había explicado sobre estas prácticas. Los campamentos se publicitaban como cualquier otro udaleku vasco, con actividades en euskera y contacto con la naturaleza.

 

"En ningún momento durante el proceso de inscripción se nos informó del funcionamiento del udaleku ni se ha dado opción a mi hija a decidir sobre su cuerpo", se quejaba una madre. Y añadía: "Han fomentado con todas estas prácticas situaciones de riesgo para los adolescentes pues les han hecho ducharse desnudas junto con chicos en una franja de edad de entre 13 y 15 años. Están en una edad muy complicada y da miedo lo que pudiera pasar".

 

Las instituciones vascas se escudaron en la falta de competencias. El consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, explicó que ese inmueble "no es un centro educativo ni una colonia", y que esa actividad "no figura en ningún registro público".

 

Desde la Diputación Foral de Álava aseguran que estos campamentos no pertenecen al programa de udalekus de la institución, así como que no han solicitado subvenciones, y que no asumen responsabilidades. "Lo lleva una empresa privada, lo han gestionado por su cuenta".

 

Padres de estos jóvenes aseguran que algunas adolescentes han salido traumatizadas y han tenido que recibir atención psicológica. La hija de Ane es una de ellas. "Siempre hemos tenido mucha confianza, y últimamente se tapa delante de mí, cuando nunca antes lo había hecho", cuenta esta madre con la voz quebrada.

 

Los efectos del campamento trascienden lo físico. Se trata de adolescentes en una edad crítica para el desarrollo de su identidad y su relación con el propio cuerpo. La confianza rota, la vergüenza instalada, la sensación de vulnerabilidad. Secuelas que ningún campamento de verano debería dejar jamás.

 

Bernedo es un municipio de poco más de 500 habitantes donde apenas hay dos bares y una carnicería. Un lugar donde todos se conocen y las noticias vuelan. Pero este escándalo pilló a todos por sorpresa.

 

Los vecinos, en conversación con El Español, aseguraron que se han mostrado completamente sorprendidos ante los hechos que investiga ahora la Ertzaintza. Aunque algunos recuerdan haber visto que los monitores iban semidesnudos por el pueblo, nadie imaginaba lo que ocurría puertas adentro.

 

El campamento se desarrollaba en unas escuelas viejas de la localidad, un edificio que la Junta Administrativa local cedía a la asociación cada verano. El concejal del PP en el Ayuntamiento de Bernedo y miembro de la Junta Administrativa de la localidad, Tomás Ozaeta, ha propuesto que la Junta Administrativa "suspenda todas las actividades con menores organizadas por la asociación investigada hasta esclarecer los hechos".

 

El consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Bingen Zupiria, ha confirmado que la policía autonómica tiene conocimiento de "algunos sucesos que acontecieron en un edificio de Bernedo" en los que estarían implicados menores de edad, y ha precisado que el caso se encuentra en investigación junto a las autoridades judiciales.

 

La Ertzaintza maneja múltiples denuncias de familias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. El Ayuntamiento de Bernedo ha puesto el asunto en manos de la Ertzaintza dada su "gravedad" para que investigue si hay "delitos" en la actuación de los responsables del campamento.

 

Mientras tanto, la diputada de Cultura y Juventud de Guipúzcoa,  Goizane Álvarez, ha subrayado que "estos hechos, de confirmarse, son absolutamente inaceptables", y ha hecho hincapié en "la importancia de aplicar los protocolos, tanto en udalekus públicos, como en los organizados por entidades privadas".

 

Lo que comenzó como una denuncia local ha trascendido las fronteras del País Vasco. Numerosos medios nacionales, sobre todo en televisión, se han hecho eco de este asunto. Estosd días, sin ir más lejos, "Bernedo" ha sido una de las principales tendencias en X (Twitter).

 

El escándalo ha reabierto el debate sobre los límites de la educación sexual y de género en menores, la responsabilidad de las instituciones en la supervisión de actividades con menores, y el papel de las ideologías progresistas en los campamentos de verano.

 

La Asociación Sarrea Euskal Udaleku Elkartea lleva organizando campamentos desde hace más de 40 años. Mantiene actividades en Abaigar y Goñi (Navarra) además de Bernedo. Miles de niños vascos han pasado por sus instalaciones durante décadas.

 

Pero el verano de 2025 será recordado como el que lo cambió todo. El que convirtió lo que debían ser unas vacaciones felices en una experiencia traumática. El que demostró que bajo el paraguas de la ideología woke, los más vulnerables pueden quedar desprotegidos.

 

Mientras la Ertzaintza investiga y los juzgados preparan sus actuaciones, 80 adolescentes intentan superar una experiencia que no deberían haber vivido nunca. Sus familias luchan por recuperar la confianza rota. Y en Bernedo, un pueblo tranquilo de Álava, todos se preguntan cómo pudo pasar algo así sin que nadie se diera cuenta.

 

La respuesta, quizá, está en una reflexión de Alex, el educador que conocía estos campamentos: "Si una niña de 14 años acudiera a su profesora contándole estos mismos hechos en un ámbito privado, por ejemplo, que su padre le obliga a ducharse desnuda con él y con los hijos de los vecinos, saltarían todas las alarmas y se pondrían en marcha una serie de protocolos para averiguar lo sucedido". En Bernedo, esas alarmas tardaron demasiado en sonar.


(*) La investigación permanece abierta. Se han cambiado los nombres de las víctimas y sus familias para proteger su identidad.

 

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