El nombre de Víctor de Aldama vuelve a irrumpir con fuerza en el debate público. El empresario, señalado como pieza clave en el ‘caso Koldo’, sacudió ayer el tablero político al acusar directamente al PSOE de haber cometido un fraude electoral a escala nacional en las últimas elecciones generales.

Con tono contundente, Aldama habló de “amaño de papeletas” y señaló como ejemplo las polémicas urnas trasladadas a IFEMA, sobre las que, aseguró, “se comentaba en aquel momento” que escondían irregularidades.

Pero la denuncia fue mucho más allá. El comisionista vinculó esas maniobras con conversaciones en las que, según su relato, habrían participado dirigentes de la cúpula socialista: Pedro Sánchez, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. En esas charlas, afirmó, no solo se habrían abordado los comicios, sino también la financiación interna del partido.

La frase más dura llegó al final de su intervención: “Tengo clarísimo que el PSOE actual se ha financiado ilegalmente”. Una acusación que no solo reabre la herida del 'caso Koldo', sino que coloca de nuevo al partido en el Gobierno bajo la sombra de un escándalo que mezcla corrupción, urnas y poder político.

El efecto político es inmediato: las declaraciones de Aldama alimentan las dudas sobre la limpieza de los procesos electorales y colocan a Moncloa en el centro de una nueva tormenta que amenaza con convertirse en crisis institucional si alguna de sus palabras llegara a confirmarse.