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Domingo, 05 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:
Partido Liberal Democrático (PLD)

La conservadora Sanae Takaichi, primera mujer llamada a liderar Japón

[Img #28997]Japón está a punto de vivir un momento histórico. Sanae Takaichi, veterana política del Partido Liberal Democrático (PLD), se ha convertido en la primera mujer elegida para dirigir la formación gobernante, lo que la convierte en la figura llamada a convertirse en la primera primera ministra del país, una posibilidad inédita en los más de setenta años de historia política de la posguerra.

 

La elección de Takaichi, de 64 años, se decidió este sábado en la segunda vuelta de las primarias internas del PLD, donde se impuso con 185 votos frente a los 156 obtenidos por su rival, el ministro de Agricultura Shinjiro Koizumi. En la primera ronda, ninguno de los cinco candidatos había alcanzado la mayoría absoluta, lo que obligó a una votación final entre los dos más apoyados. La victoria de Takaichi pone fin a un proceso interno que marcará el rumbo de la política japonesa durante los próximos años.

 

La política conservadora sucederá a Shigeru Ishiba, quien anunció su dimisión tras sufrir una fuerte caída en los índices de apoyo y encadenar varios reveses electorales. El relevo en la dirección del PLD abre una nueva etapa en un partido que ha dominado la escena política japonesa casi de forma ininterrumpida desde 1955, pero que hoy enfrenta el desafío de recuperar la confianza ciudadana y de recomponer su alianza parlamentaria con el partido Komeito.

 

Takaichi, conocida por su cercanía ideológica al difunto ex primer ministro Shinzo Abe (asesinado en 2022), pronunció un discurso breve y solemne tras confirmarse su victoria. “Ahora empieza el trabajo duro”, dijo ante los delegados de su partido. “Convertiremos las inquietudes del pueblo en esperanza, y la esperanza en acción”. La nueva líder adelantó que una de sus primeras medidas será una reestructuración interna del PLD para fortalecer su base electoral y renovar su equipo directivo antes del voto parlamentario que debe confirmarla como jefa del Gobierno, previsto para mediados de octubre.

 

 

 

Sanae Takaichi no es una recién llegada. Diputada desde hace tres décadas, ha ocupado cargos clave en diversos gabinetes, entre ellos el Ministerio de Comunicaciones y el de Interior. Es una firme defensora de la reforma constitucional, particularmente del artículo 9 que limita el uso de la fuerza armada, y, cercana a Donal Trump, ha abogado por reforzar la alianza con Estados Unidos en un contexto regional cada vez más tenso por el auge militar de China y las pruebas de misiles de Corea del Norte.

 

En el plano económico, su programa se centra en estabilizar los precios y estimular el crecimiento en un país afectado por la inflación importada y el envejecimiento demográfico. Entre sus prioridades, figuran el apoyo a las familias jóvenes, la digitalización administrativa y la autonomía energética, así como una política industrial orientada a proteger sectores estratégicos.

 

Sin embargo, su ideario y su cercanía al nacionalismo conservador japonés suscitan reticencias entre quienes esperaban que su ascenso supusiera una renovación más progresista. Takaichi ha expresado en varias ocasiones posiciones polémicas sobre la memoria histórica y la educación patriótica, además de defender un papel más activo del emperador en la identidad nacional. Para sus detractores, se trata de una dirigente “del antiguo orden” en un cuerpo político que necesita renovación; para sus partidarios, es una líder firme, capaz de recuperar el orgullo nacional y la estabilidad institucional.

 

El ascenso de Takaichi representa un acontecimiento de enorme carga simbólica para Japón, un país donde la representación femenina en la política sigue siendo escasa: apenas el 10 % de los escaños del Parlamento están ocupados por mujeres, según datos del propio Gobierno. Su llegada al liderazgo del PLD rompe una barrera histórica, aunque analistas internacionales advierten que el simbolismo no necesariamente implicará una transformación profunda de las estructuras de poder ni de las políticas de igualdad.

 

“Es un momento histórico, pero también una paradoja”, señala la analista política japonesa Keiko Ishikawa citada por Time. “Una mujer asciende al poder en un sistema que sigue siendo, en su mayoría, un bastión masculino y conservador”.

 

La sesión parlamentaria que debe confirmar a Takaichi como primera ministra está prevista para mediados de octubre. Aunque el PLD no dispone de una mayoría absoluta tras las últimas elecciones, la falta de cohesión en la oposición hace prever que su designación saldrá adelante.

 

En caso de confirmarse, Japón entrará por primera vez en su historia en la era de una mujer al frente del Gobierno, en un momento marcado por la incertidumbre económica, las tensiones geopolíticas y una sociedad que demanda renovación.

 

“Ser la primera no es suficiente”, declaró Takaichi en una entrevista previa con Reuters. “Hay que demostrar que se puede gobernar con competencia, con convicción y con resultados”.

 

Su victoria no solo reconfigura el rostro del PLD, sino que abre una etapa nueva en la historia política japonesa. Resta saber si esa promesa de cambio, personificada en una figura conservadora pero pionera, será suficiente para reconciliar a Japón con su propio futuro.

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