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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 29 de Diciembre de 2014 Tiempo de lectura:

Absurdos patológicos

En este país polisémico en el que el mismo término país puede entenderse con diferentes significados territoriales, seguimos empeñados en vivir de forma irracional.

 

No es un ejemplo, es un paradigma: somos capaces de excarcelar, sin haber cumplido sus penas, a viles asesinos múltiples que en cualquier otro lugar del mundo serían considerados genocidas, como los que diseñaron y ejecutaron  la voladura de Hipercor de Barcelona en junio de 1987 que mató a 21 personas que “pasaban por allí” e hirió a otras 45 personas; sin que en ningún momento aquellos energúmenos,  antecesores a nosotros en la escala evolutiva del hombre, hayan mostrado ningún arrepentimiento ni acto de contrición. Este Estado es un Estado fallido, pues si permite esto es posible cualquier aberración. No quiero entrar en si es culpa de jueces de la Audiencia Nacional, o de las leyes que tenemos, o de los poderes del Estado, o de nuestra cultura que lleva el germen del suicidio colectivo. Eso es trabajo de psiquiatras sociales. Pero algo malo, profundamente ruin  y democainita hay en nuestros genes cuando suceden estas cosas con toda impunidad y sin que la sociedad salga a quemar las calles.

 

Pero también -y sigo con el tema del adoctrinamiento- somos capaces de ver con naturalidad y como si no tuviera importancia, como un hecho ya enraizado en nuestras costumbres, el que se impartan conocimientos adulterados y radicalmente falsos a nuestros escolares, con el asentimiento de jueces, autoridades, pedagogos, universidades, psiquiatras, y otros múltiples profesionales; mirando para otra parte como si nada sucediera.

           

¿Y nuestras instituciones qué hacen? Pues nada. Coexistir con el fenómeno no solamente permitiéndolo, sino dándole la pátina de legitimidad cuando por su sola naturaleza es una aberración moral.

 

Me refiero, al uso del término "Euskal Herria" con un significado e intención claramente política e indoctrinadora en los textos escolares. Es verdad que en el Estatuto de Autonomía en su capítulo preliminar se encuentra la expresión  “El Pueblo Vasco o Euskal-Herría, como expresión de su nacionalidad…”, pero lo hace en un sentido cultural, desprendido de sus connotaciones políticas, pues a continuación se dice que  “…se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado Español, bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución” Si tuviera una acepción jurídico-política no se instalaría su ámbito jurídico dentro de la  propia Constitución, que consagra a España como espacio territorial e histórico-político; y no se establecería la denominación  de Euskadi o País Vasco.  Es también cierto que quienes aceptaron este texto tan contradictorio y ambivalente hicieron una bajada de pantalones ante los nacionalistas y un sinsentido imperdonable que nos han traído estas consecuencias, en aras a una convivencia que no ha sido respetada por los de siempre. Pero siendo esto así, no es de recibo orientar el curriculo educativo en un sentido monolítico, ajeno a ese núcleo de constitucionalidad, de respeto a la historia, de las costumbres y la verdad histórica de los territorios vascos; e incluyendo a otros ámbitos jurídico-histórico-políticos como son los mal llamados herrialdes de la Aquitania francesa y el de otra Comunidad autónoma en proceso de colonización y conquista por los abertzales como es la de Navarra. En este batiburrillo donde en aguas turbias siguen pescando quienes ni respetan ni aceptan el ámbito de soberanía español, el uso del término Euskal Herria en los textos escolares es un acto deleznable de adoctrinamiento político, más aún cuando en una persistente insistencia se usa los mapas de las siete provincias de Euskal Herria cuando pertenecen por razones históricas, culturales y jurídico-políticas a ámbitos distintos a los de la Comunidad Autónoma Vasca, formada, como es de única legitimidad por las provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya.

 

Como ejemplo de ello, reproduzco el epígrafe del texto de cuarto de Primaria de Editorial Anaya, serie Viento, que dice así:

 

“La Comunidad Autónoma del País Vasco:

 

La Comunidad Autónoma del País Vasco está constituida por tres provincias: Bizkaia, Araba/Alava y Gipucoa.

 

Euskal Herria comprende los siete territorios históricos vascos: Araba/Alava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra dentro del Estado español, y Lapurdi, Zuberoa y Benabarra (Baja Navarra) dentro del territorio del Estado francés”

 

De esta guisa, con autorización administrativa del Gobierno vasco, se están usando libros y materiales didácticos donde el uso y abuso del mapa de Euskal-Herria es una constante, vulnerando el espíritu de las leyes, tal como reflejan diferentes dossieres-informes de la Subdelegación del Gobierno en Alava. Por ejemplo, el que voy a referirme en este artículo.

 

No entiendo cómo sabiéndolo, e incluso habiendo hecho el esfuerzo de recopilación y análisis, dando constancia de la irregularidad que supone, la Administración educativa del Gobierno de la Nación, a través de la Alta Inspección sigue, tras décadas, sin hacer nada.

 

Para que se vea que no son afirmaciones hechas en vacío en el citado dossier-informe se analizan los siguientes textos del año 2001:

 

Editorial Anaya (Serie Sol y Luna) correspondiente a tercero, cuarto y quinto de Primaria, la misma editorial y serie correspondiente a cuarto de Primaria; la misma editorial, Serie Viento,  correspondiente a cuarto de Primaria; Editorial Elkarlanean Ikastolen Elkartea, de cuarto de Primaria; Editorial Elkar-G.I.E, de quinto curso de Primaria; Editorial Erein, correspondiente a tercero, cuarto y quinto de Primaria;  Editorial Giltza (Edebé) para cuarto de Primaria; Editorial  Zubia.Santillana, para cuarto y quinto de Primaria. Y se entiende que solamente es un muestreo, pues el problema es bastante generalizado, salvándose solamente una editorial.

 

¿Por qué los ámbitos judiciales, administrativos, y políticos del Estado español no han hecho nada y siguen sin hacerlo. Es un misterio insondable, pero fácilmente deducible, dada la actitud ya asentada en la demencial y autodestructiva política institucional de los grandes partidos españoles. Pero lo que no debe ser es una cuestión admisible desde el respeto que deben tener nuestros escolares, hijos y nietos a la luz de los convenios internacionales, especialmente el establecido por el título segundo de la Declaración Universal de Derechos del Niño que preserva el “superior interés del niño”

 

La sociedad en su conjunto no puede seguir mirando para otro lado, y menos aún los padres si no quieren seguir haciendo omisión de su constitutiva obligación de velar por la protección de sus pupilos.

 

www.educacionynacionalismo.com

 

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