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Domingo, 12 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

Las cartas que nunca llegaron: Alemania busca a los familiares de las víctimas del terror nazi

[Img #29040]En un archivo de Múnich, el silencio pesa más que el polvo. Durante décadas, en las carpetas numeradas del Staatsarchiv bávaro, descansaron las cartas que decenas de prisioneros del nazismo escribieron antes de morir. Eran sus últimas palabras, dirigidas a madres, novias, hijas o amigos. Cartas que jamás fueron entregadas a sus destinatarios.

 

Hoy, más de 80 años después, esos mensajes podrán, por fin, llegar a sus destinos. Los Arolsen Archives, el mayor centro mundial de documentación sobre víctimas del nacionalsocialismo, y los Archivos Estatales de Baviera han iniciado una cooperación para identificar a los descendientes de los ejecutados en la prisión de Stadelheim, en Múnich, y entregarles copias de sus cartas de despedida.

 

“El pasado nazi no nos deja descansar. Dar un nombre y una voz a las víctimas del régimen de injusticia es más importante que nunca”, afirmó Bernhard Grau, director general de los Archivos Estatales de Baviera.

 

El eco de la guillotina: más de mil ejecutados

 

Entre 1933 y 1945, la prisión de Stadelheim fue uno de los principales centros de ejecución del Tercer Reich. Más de 1.000 personas fueron decapitadas o fusiladas allí. Los cargos eran tan absurdos como atroces: “expresiones contrarias al nacionalsocialismo”, “desprecio a la germanidad” o simples hurtos durante el toque de queda.

 

Los Archivos Estatales conservan 844 expedientes de ejecución. En ellos hay al menos 50 cartas de despedida que nunca llegaron a sus destinatarios. Muchas fueron retenidas por la administración penitenciaria o por la Gestapo. Ahora, los Arolsen Archives usarán su red de voluntarios en toda Europa para rastrear familiares vivos y ofrecerles copias digitales o físicas de esos mensajes.

 

“Las personas condenadas a muerte solían dedicar sus últimas horas a decir adiós a sus seres queridos”, explicó Floriane Azoulay, directora de los Arolsen Archives. “Nuestro mandato hoy es encontrar a sus familias para cumplir ese último deseo y reparar, aunque sea tarde, una injusticia histórica”.

 

“Llora solo una lágrima…”: las voces rescatadas del horror

 

Las cartas son breves, temblorosas, a veces escritas minutos antes de la ejecución. Algunas desprenden serenidad, otras rabia, todas humanidad. Nikolaus Segota, un joven croata ejecutado el 25 de mayo de 1943, escribió a su amada Anna desde su celda:

 

“Llora solo una lágrima cuando me lleven a la oscuridad,
luego ríe y escúchame decir:
¡Sigo contigo!
(…) Todo funciona como un reloj, trágico y miserable, como en una tragedia de Shakespeare.
Ejecución.
¡Anna, adiós! ¡Sé feliz!”

 

Victor Douillet, de 24 años, fue guillotinado junto a su amigo René Blondel el 28 de octubre de 1943. Ambos franceses convirtieron su carta final en un acto de rebelión:

 

“Franceses hablamos desde la prisión.
En vuestro país se mata por simples robos.
Pero el ejército gaullista vencerá y nos vengará.
Puede enviar esta carta a Hitler y decirle:
¡Todos los franceses se cagan en usted!
Viva Francia. Viva De Gaulle.”

 

Johannes Fleischmann, carpintero de Fürth, ejecutado en 1941, escribió indignado a su madre:

 

“Podías ver que el juez sentía odio personal hacia mí.
(…) Por un simple robo y mis antecedentes, estos señores me condenan a muerte.
Cuando ejecuten la sentencia, podré decir con la conciencia tranquila: Yo soy el presunto ladrón, pero el tribunal es el asesino.”

 

Jan Stepniak, un campesino polaco de 19 años, escribió el día de su muerte en 1942:

 

“Querida madrina: hoy, a las cinco de la tarde, mi vida llegará a su fin.
Moriré inocente, porque así se castiga a los polacos.
Soy joven, quiero vivir y trabajar, pero así han sido las cosas.
Bendíceme.
Alabado sea Jesucristo.”

 

Finalmente, Maria Ehrlich, maestra checa ejecutada el 10 de febrero de 1944, un día después de cumplir 81 años, dejó un testamento moral en su última carta:

 

“En tres horas estaré muerta.
Estoy agradecida por mi vida.
Creo que mi muerte beneficiará a mi patria.
He ayudado a muchos; solo me queda comparecer ante Dios.
Ayer fue mi cumpleaños.
Ya era mi hora desde hace tiempo.
Muchos besos… y adiós para siempre.”

 

Un puente entre pasado y presente

 

El proyecto, iniciado tras un reportaje de Bayerischer Rundfunk, busca no solo rastrear a los familiares, sino reconstruir las historias personales de las víctimas. Los Arolsen Archives integrarán los expedientes judiciales, las fichas de la Gestapo y los archivos de los tribunales especiales en una base de datos abierta a investigadores y ciudadanos.

 

Además, se lanzará una campaña educativa y de memoria bajo el lema “Las voces que el nazismo quiso borrar”, con exposiciones, materiales escolares y encuentros con familiares de las víctimas.

 

“Estas cartas no son solo documentos históricos —dice Azoulay—, son los últimos latidos de personas que el régimen quiso hacer desaparecer. Y cada carta que entregamos hoy es una victoria contra el olvido.”

 

De la oscuridad al recuerdo

 

En Stadelheim, la guillotina cayó más de mil veces. Pero ahora, de esas mismas celdas, surgen palabras que viajan otra vez por Europa. Mensajes que cruzan fronteras y décadas para decir, simplemente, que el amor y la dignidad pueden sobrevivir incluso a la barbarie.

 

“Llora solo una lágrima,
y luego ríe…
porque aún estoy contigo.”

 

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