Documentos de la antigua URSS sobre el asesinato de Kennedy revelan nuevas interpretaciones del magnicidio
La embajada rusa en Estados Unidos ha entregado a la congresistas nortemericana Anna Paulina Luna un extenso dossier elaborado por la Sociedad Histórica Rusa y el Archivo Estatal de Historia Contemporánea de la Federación Rusa y titulado “El asesinato del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy y las relaciones soviético-estadounidenses”. La documentación reúne materiales desclasificados del antiguo KGB, del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. El informe, editado en 2025 con motivo del 60.º aniversario del magnicidio de Dallas, ofrece una visión inédita desde el punto de vista soviético y aporta documentos originales que complementan, y en algunos casos contradicen, la narrativa oficial estadounidense sobre los hechos ocurridos el 22 de noviembre de 1963.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia íntegra del dossier (en ruso) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Según los materiales divulgados, la dirección soviética vivió el asesinato de Kennedy con una profunda alarma tras confirmarse que el presunto autor, Lee Harvey Oswald, había residido tres años en la URSS. Un informe del KGB, enviado al entonces primer secretario Nikita Jruschov pocas horas después del atentado, advertía que “el asesino es un ciudadano estadounidense con pasado soviético”. Las actas del Politburó, ahora desclasificadas, revelan que el líder soviético temió una posible represalia militar o una campaña propagandística que atribuyera el crimen al comunismo, y ordenó mantener “silencio absoluto” sobre Oswald y su estancia en la ciudad bielorrusa de Minsk.
Los informes del KGB incluidos en el dossier describen a Oswald como un individuo “inestable, propenso a fantasías violentas y psicológicamente desequilibrado”. Los oficiales soviéticos que lo entrevistaron durante su estancia en Minsk concluyeron que no era reclutable y rechazaron su ofrecimiento de colaborar. Entre los documentos más llamativos figura una carta interceptada por los servicios de inteligencia, en la que Oswald escribía a su madre: “Si no puedo vivir en el comunismo, regresaré a América y haré algo que cambie el mundo.” Los analistas rusos calificaron entonces aquella frase como una advertencia profética.
Entre los materiales más significativos del conjunto se encuentra el informe interno del KGB titulado Proyekt DALLAS, elaborado en 1964 para evaluar las causas y consecuencias del asesinato. En él se afirma que la ejecución del crimen “no pudo ser obra de un solo individuo” y que existen “indicios de una conspiración interna estadounidense”. El documento sostiene además que Kennedy fue eliminado por su política de acercamiento a Moscú tras la crisis de los misiles de Cuba y por su disposición a avanzar en negociaciones de desarme nuclear. Los analistas del KGB consideraron que el perfil de Oswald había sido aprovechado deliberadamente “para crear un vínculo falso con la Unión Soviética” y fortalecer así la narrativa anticomunista en Estados Unidos.
El dossier reproduce también telegramas del embajador soviético en Washington, Anatoli Dobrynin, quien informaba de un ambiente “histerizado” y de rumores que señalaban a Moscú como inspiradora moral del crimen. Paralelamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores soviético envió un mensaje oficial de condolencias a la Casa Blanca, redactado personalmente por Jruschov, en el que calificaba a Kennedy como “un hombre con quien la paz aún era posible”.
La parte final del Russian JFK Dossier incorpora un análisis historiográfico contemporáneo, redactado en 2025 por los investigadores Andrei Fursov y Vladímir Medinski. En su valoración, los autores interpretan el magnicidio como un episodio clave en la consolidación del poder de las agencias de seguridad estadounidenses. Según su análisis, Kennedy fue un reformador peligroso para el sistema político norteamericano, cuya voluntad de entendimiento con Moscú y sus proyectos de reducción de armamento lo convirtieron en una figura incómoda para el complejo militar-industrial. En su lectura, el asesinato de Dallas consolidó lo que denominan “el poder invisible” dentro del Estado norteamericano y marcó el inicio de una etapa de control más cerrado por parte de las estructuras de inteligencia y defensa.
Los responsables rusos del dossier insisten en el carácter histórico y no propagandístico de la publicación, aunque el conjunto refleja una interpretación coherente con la actual visión oficial de la historiografía rusa: crítica con el papel de Estados Unidos durante la Guerra Fría y reivindicativa del intento de distensión de Kennedy. El volumen concluye con una cita atribuida a Nikita Jruschov, reproducida por primera vez en un documento público: “Cuando cayó Kennedy, supimos que la paz también fue asesinada en Dallas.”
La embajada rusa en Estados Unidos ha entregado a la congresistas nortemericana Anna Paulina Luna un extenso dossier elaborado por la Sociedad Histórica Rusa y el Archivo Estatal de Historia Contemporánea de la Federación Rusa y titulado “El asesinato del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy y las relaciones soviético-estadounidenses”. La documentación reúne materiales desclasificados del antiguo KGB, del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. El informe, editado en 2025 con motivo del 60.º aniversario del magnicidio de Dallas, ofrece una visión inédita desde el punto de vista soviético y aporta documentos originales que complementan, y en algunos casos contradicen, la narrativa oficial estadounidense sobre los hechos ocurridos el 22 de noviembre de 1963.
Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia íntegra del dossier (en ruso) por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502
Según los materiales divulgados, la dirección soviética vivió el asesinato de Kennedy con una profunda alarma tras confirmarse que el presunto autor, Lee Harvey Oswald, había residido tres años en la URSS. Un informe del KGB, enviado al entonces primer secretario Nikita Jruschov pocas horas después del atentado, advertía que “el asesino es un ciudadano estadounidense con pasado soviético”. Las actas del Politburó, ahora desclasificadas, revelan que el líder soviético temió una posible represalia militar o una campaña propagandística que atribuyera el crimen al comunismo, y ordenó mantener “silencio absoluto” sobre Oswald y su estancia en la ciudad bielorrusa de Minsk.
Los informes del KGB incluidos en el dossier describen a Oswald como un individuo “inestable, propenso a fantasías violentas y psicológicamente desequilibrado”. Los oficiales soviéticos que lo entrevistaron durante su estancia en Minsk concluyeron que no era reclutable y rechazaron su ofrecimiento de colaborar. Entre los documentos más llamativos figura una carta interceptada por los servicios de inteligencia, en la que Oswald escribía a su madre: “Si no puedo vivir en el comunismo, regresaré a América y haré algo que cambie el mundo.” Los analistas rusos calificaron entonces aquella frase como una advertencia profética.
Entre los materiales más significativos del conjunto se encuentra el informe interno del KGB titulado Proyekt DALLAS, elaborado en 1964 para evaluar las causas y consecuencias del asesinato. En él se afirma que la ejecución del crimen “no pudo ser obra de un solo individuo” y que existen “indicios de una conspiración interna estadounidense”. El documento sostiene además que Kennedy fue eliminado por su política de acercamiento a Moscú tras la crisis de los misiles de Cuba y por su disposición a avanzar en negociaciones de desarme nuclear. Los analistas del KGB consideraron que el perfil de Oswald había sido aprovechado deliberadamente “para crear un vínculo falso con la Unión Soviética” y fortalecer así la narrativa anticomunista en Estados Unidos.
El dossier reproduce también telegramas del embajador soviético en Washington, Anatoli Dobrynin, quien informaba de un ambiente “histerizado” y de rumores que señalaban a Moscú como inspiradora moral del crimen. Paralelamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores soviético envió un mensaje oficial de condolencias a la Casa Blanca, redactado personalmente por Jruschov, en el que calificaba a Kennedy como “un hombre con quien la paz aún era posible”.
La parte final del Russian JFK Dossier incorpora un análisis historiográfico contemporáneo, redactado en 2025 por los investigadores Andrei Fursov y Vladímir Medinski. En su valoración, los autores interpretan el magnicidio como un episodio clave en la consolidación del poder de las agencias de seguridad estadounidenses. Según su análisis, Kennedy fue un reformador peligroso para el sistema político norteamericano, cuya voluntad de entendimiento con Moscú y sus proyectos de reducción de armamento lo convirtieron en una figura incómoda para el complejo militar-industrial. En su lectura, el asesinato de Dallas consolidó lo que denominan “el poder invisible” dentro del Estado norteamericano y marcó el inicio de una etapa de control más cerrado por parte de las estructuras de inteligencia y defensa.
Los responsables rusos del dossier insisten en el carácter histórico y no propagandístico de la publicación, aunque el conjunto refleja una interpretación coherente con la actual visión oficial de la historiografía rusa: crítica con el papel de Estados Unidos durante la Guerra Fría y reivindicativa del intento de distensión de Kennedy. El volumen concluye con una cita atribuida a Nikita Jruschov, reproducida por primera vez en un documento público: “Cuando cayó Kennedy, supimos que la paz también fue asesinada en Dallas.”