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Jueves, 23 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

La Costa del Sol, símbolo del turismo europeo, nuevo epicentro del narcotráfico ante la dejadez del Gobierno de Pedro Sánchez

[Img #29103]En las orillas bañadas por el sol del sur de España, la imagen idílica de la Costa del Sol —paraíso turístico por excelencia— se está desmoronando bajo el peso de una ola de violencia y crimen organizada por los nuevos señores de la droga. Mientras el Ministerio del Interior del Gobierno de Pedro Sánchez mira hacia otro lado o hacer ver que el problema no existe, lo que antes fue un refugio para jubilados y veraneantes británicos, se ha convertido en un nuevo frente de guerra del narcotráfico internacional.

 

Escenas que parecen sacadas de una película de acción se repiten con alarmante frecuencia: hombres encapuchados irrumpiendo en playas a plena luz del día, narcolanchas que rugen frente a las embarcaciones de la Guardia Civil y ejecuciones de extrema brutalidad —como la de un traficante torturado durante varios días y forzado a beber cemento por perder un alijo de cocaína.

 

España ha desplazado a Bélgica y los Países Bajos como principal punto de entrada de cocaína a Europa, un cambio que está reconfigurando el mapa del narcotráfico continental. Y los cárteles ya no se esconden: utilizan la costa andaluza como base logística para sus operaciones, con embarcaciones rápidas que desembarcan cargamentos en playas turísticas, “gasolineras flotantes” en alta mar para repostar y nuevas rutas interiores que avanzan por el Guadalquivir hacia el corazón de la península.

 

La violencia se intensifica. En los registros policiales aparecen armas de grado militar, los narcos no temen enfrentarse a las fuerzas de seguridad, y traficantes británicos han asumido un papel central en la red de distribución que conecta América Latina con el mercado europeo, alimentado por la altísima demanda de cocaína en el Reino Unido.

 

A pesar de las incautaciones récord, los agentes españoles advierten que la situación empeora: “Cuando se intercepta más, es porque entra más”, reconoce un oficial. Los cargamentos se multiplican, las rutas se diversifican y los beneficios —impulsados por la cocaína y las drogas sintéticas— son más altos que nunca.

 

Mientras tanto, los turistas siguen tomando el sol ajenos a esta guerra invisible. En una de las escenas más impactantes registradas este año, una narcolancha encalló en plena playa mientras las familias se bañaban, descargando su mercancía sin el menor temor a ser descubiertos.

 

La Costa del Sol, símbolo del turismo europeo, se ha convertido así en un laboratorio del crimen global, donde el dinero, la impunidad y la violencia se confunden bajo el mismo sol que antes prometía descanso.

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