Del consenso a la ruptura
Los elementos jurídicos y sociales de los que nos servimos en la segunda mitad del siglo XX ya no nos sirven, para garantizar la convivencia y sufrimos la decadencia del sistema democrático del que nos hemos dotado en los regímenes constitucionales.
El consenso es un proceso a través del cual se resuelven conflictos de manera pacífica. Si se alcanza un consenso, significa que las partes en desacuerdo consideran que el acuerdo es mejor que (o al menos igual de bueno que) sus posturas iníciales. El consenso es un acuerdo general de un grupo sobre un tema, que se logra a través del consentimiento mutuo entre todos sus miembros. Se trata de una conformidad que se busca para tomar decisiones colectivas en diversos ámbitos. Gracias al consenso se logró instaurar la democracia tras la muerte del dictador y se formuló el texto constitucional de 1978.
La teoría del consenso político en el siglo XX se desarrolló a través de pensadores como Jürgen Habermas, quien lo conceptualizó como una "acción comunicativa" orientada hacia el acuerdo racional en el espacio público; Hannah Arendt, que enfatizó el consenso como resultado de la deliberación pública y la participación en el espacio político; y los neo-institucionalistas, que estudiaron el consenso a través del análisis de las instituciones políticas y la formación de preferencias. Estas ideas contrastan con las teorías del conflicto, que priorizan la lucha de clases, y se basan en conceptos de la sociología y la filosofía política para explicar cómo los individuos y los grupos sociales pueden llegar a acuerdos para mantener la estabilidad social y política. Tal como señalan algunos autores actuales la izquierda hubo de aceptar la Monarquía y renunciar al revanchismo tras los cuarenta años de dictadura y represión. La derecha renunció al centralismo y aceptó la participación de todas las fuerzas políticas, incluyendo a la izquierda y los partidos comunistas, que fueron legalizados durante el proceso, así como el reconocimiento de diversas sensibilidades políticas.
El consenso no se llegó a instaurar en Euskadi. La ruptura entre las generaciones del PNV produjo ETA. Y así desde 1959 la comunidad con el Estatuto más posibilista para el autogobierno dentro del estado de las Autonomías sufrió la subcultura de la violencia que tuvo como objetivo la CONSTRUCCIÓN NACIONAL DEL ESTADO VASCO mediante una gravísimo contencioso con el Estado Constitucional de España y haciendo uso del idioma, el mito de la raza, presuntos derechos históricos y la revolución más izquierdista contra el capitalismo y la burguesía en una región a la que hubieron de emigrar los españoles de la España campesina.
La llegada de Zapatero al gobierno de España supone la ruptura del consenso Constitucional de 1978. La puesta en marcha de la denominada MEMORIA HISTÓRICA es una vuelta al pasado con ajuste de cuentas.
Curiosamente, tal ruptura coincide con la desaparición natural de las generaciones que estuvieron implicadas en los procesos violentos de la República y la guerra civil, y en buen medida del franquismo represivo. No se trata sólo de eliminar los símbolos que impusieron los vencedores en la contienda 1936 a 1939, se trata de buscar culpables y devolver el honor a las víctimas de la dictadura. Pero en ese afán y en consecuencia con las sinrazones que azotaron a la sociedad española durante el periodo 1931 a 1959 en que España recibe al Presidente de los Estados Unidos y concluye el aislamiento, ciudadanos que no vivieron ni les interesó conocer a los protagonistas con los ideales que defendían, se ven involucrados en un ambiente que promueve el viejo enfrentamiento entre las dos Españas que señalaba en sus versos Don Antonio Machado.
Y lo han conseguido. El enorme parecido entre Las Cortes de 1931 y las Cortes del 2025. Las descalificaciones que no conducen a mejorar la vida de los ciudadanos. El pobre nivel de los dirigentes. La desconexión entre la vida política y la sociedad civil. El Peligro del enfrentamiento creciente entre las rancias derechas e izquierdas.
La ruptura está servida. Afecta a la división de poderes que son herramientas fundamentales para garantizar el Sistema Democrático. Una corrupción sistémica. Una absoluta falta de respeto a la Ley. El peligro de romper la unidad de la nación España por una interpretación torticera de la Constitución Española o entrando en una nueva-vieja dinámica de adjudicar a determinadas regiones derechos a la autodeterminación.
Pero lo peor del estado para la ruptura se produce cuando se pone más énfasis en recuperar a modo de ajuste de cuentas la historia partidaria del régimen dictatorial franquista y se olvidan los años en que el país de los vascos combinaba de forma artera desarrollo estatutario con violencia política y ahora se pretende justificar tal etapa de terrorismo integral, blanquear a los asesinos, humillar a las víctimas, enaltecer a los que regresan de las prisiones por crímenes como si su conducta estuviera justificada por un conflicto en el que colisionaros presuntos derechos del pueblo vasco con el afán imperativo del Estado español, todo ello dando lugar al desarrollo de la autonomía vasca en medio de una violencia desaforada que sólo cesa por intervención de la comunidad internacional que tras los atentados en Nueva York decide perseguir a los terroristas que así dejan de ser movimiento vasco de liberación nacional.
La ruptura de la convivencia que garantiza el SISTAMA DEMOCRÁTICO Y CONSTITUCIONAL en el país de los vascos aun no está superada. Sigue latente un sustrato de violencia política que me temo irá creciendo en paralelo a los votos que reciba Bildu.
La violencia política es aquella perpetrada para alcanzar objetivos políticos. la violencia con motivación política ejercida por actores no estatales violentos contra un Estado o la violencia ejercida contra otros actores no estatales y/o civiles. Tales signos y conductas se están reproduciendo en lo que es el proceso de ruptura en Cataluña y desde luego en Euskadi.
Los elementos jurídicos y sociales de los que nos servimos en la segunda mitad del siglo XX ya no nos sirven, para garantizar la convivencia y sufrimos la decadencia del sistema democrático del que nos hemos dotado en los regímenes constitucionales.
El consenso es un proceso a través del cual se resuelven conflictos de manera pacífica. Si se alcanza un consenso, significa que las partes en desacuerdo consideran que el acuerdo es mejor que (o al menos igual de bueno que) sus posturas iníciales. El consenso es un acuerdo general de un grupo sobre un tema, que se logra a través del consentimiento mutuo entre todos sus miembros. Se trata de una conformidad que se busca para tomar decisiones colectivas en diversos ámbitos. Gracias al consenso se logró instaurar la democracia tras la muerte del dictador y se formuló el texto constitucional de 1978.
La teoría del consenso político en el siglo XX se desarrolló a través de pensadores como Jürgen Habermas, quien lo conceptualizó como una "acción comunicativa" orientada hacia el acuerdo racional en el espacio público; Hannah Arendt, que enfatizó el consenso como resultado de la deliberación pública y la participación en el espacio político; y los neo-institucionalistas, que estudiaron el consenso a través del análisis de las instituciones políticas y la formación de preferencias. Estas ideas contrastan con las teorías del conflicto, que priorizan la lucha de clases, y se basan en conceptos de la sociología y la filosofía política para explicar cómo los individuos y los grupos sociales pueden llegar a acuerdos para mantener la estabilidad social y política. Tal como señalan algunos autores actuales la izquierda hubo de aceptar la Monarquía y renunciar al revanchismo tras los cuarenta años de dictadura y represión. La derecha renunció al centralismo y aceptó la participación de todas las fuerzas políticas, incluyendo a la izquierda y los partidos comunistas, que fueron legalizados durante el proceso, así como el reconocimiento de diversas sensibilidades políticas.
El consenso no se llegó a instaurar en Euskadi. La ruptura entre las generaciones del PNV produjo ETA. Y así desde 1959 la comunidad con el Estatuto más posibilista para el autogobierno dentro del estado de las Autonomías sufrió la subcultura de la violencia que tuvo como objetivo la CONSTRUCCIÓN NACIONAL DEL ESTADO VASCO mediante una gravísimo contencioso con el Estado Constitucional de España y haciendo uso del idioma, el mito de la raza, presuntos derechos históricos y la revolución más izquierdista contra el capitalismo y la burguesía en una región a la que hubieron de emigrar los españoles de la España campesina.
La llegada de Zapatero al gobierno de España supone la ruptura del consenso Constitucional de 1978. La puesta en marcha de la denominada MEMORIA HISTÓRICA es una vuelta al pasado con ajuste de cuentas.
Curiosamente, tal ruptura coincide con la desaparición natural de las generaciones que estuvieron implicadas en los procesos violentos de la República y la guerra civil, y en buen medida del franquismo represivo. No se trata sólo de eliminar los símbolos que impusieron los vencedores en la contienda 1936 a 1939, se trata de buscar culpables y devolver el honor a las víctimas de la dictadura. Pero en ese afán y en consecuencia con las sinrazones que azotaron a la sociedad española durante el periodo 1931 a 1959 en que España recibe al Presidente de los Estados Unidos y concluye el aislamiento, ciudadanos que no vivieron ni les interesó conocer a los protagonistas con los ideales que defendían, se ven involucrados en un ambiente que promueve el viejo enfrentamiento entre las dos Españas que señalaba en sus versos Don Antonio Machado.
Y lo han conseguido. El enorme parecido entre Las Cortes de 1931 y las Cortes del 2025. Las descalificaciones que no conducen a mejorar la vida de los ciudadanos. El pobre nivel de los dirigentes. La desconexión entre la vida política y la sociedad civil. El Peligro del enfrentamiento creciente entre las rancias derechas e izquierdas.
La ruptura está servida. Afecta a la división de poderes que son herramientas fundamentales para garantizar el Sistema Democrático. Una corrupción sistémica. Una absoluta falta de respeto a la Ley. El peligro de romper la unidad de la nación España por una interpretación torticera de la Constitución Española o entrando en una nueva-vieja dinámica de adjudicar a determinadas regiones derechos a la autodeterminación.
Pero lo peor del estado para la ruptura se produce cuando se pone más énfasis en recuperar a modo de ajuste de cuentas la historia partidaria del régimen dictatorial franquista y se olvidan los años en que el país de los vascos combinaba de forma artera desarrollo estatutario con violencia política y ahora se pretende justificar tal etapa de terrorismo integral, blanquear a los asesinos, humillar a las víctimas, enaltecer a los que regresan de las prisiones por crímenes como si su conducta estuviera justificada por un conflicto en el que colisionaros presuntos derechos del pueblo vasco con el afán imperativo del Estado español, todo ello dando lugar al desarrollo de la autonomía vasca en medio de una violencia desaforada que sólo cesa por intervención de la comunidad internacional que tras los atentados en Nueva York decide perseguir a los terroristas que así dejan de ser movimiento vasco de liberación nacional.
La ruptura de la convivencia que garantiza el SISTAMA DEMOCRÁTICO Y CONSTITUCIONAL en el país de los vascos aun no está superada. Sigue latente un sustrato de violencia política que me temo irá creciendo en paralelo a los votos que reciba Bildu.
La violencia política es aquella perpetrada para alcanzar objetivos políticos. la violencia con motivación política ejercida por actores no estatales violentos contra un Estado o la violencia ejercida contra otros actores no estatales y/o civiles. Tales signos y conductas se están reproduciendo en lo que es el proceso de ruptura en Cataluña y desde luego en Euskadi.











