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Elena García
Jueves, 06 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:

Niños de padre desconocido

Cada vez hay más mujeres en España que recurren en solitario, sin pareja, a tratamientos de reproducción asistida. El porcentaje, desde 2016 a 2020 ha aumentado casi el 50%. Es decir, el 8% de los niños que han venido al mundo en 2020 no tendrán padre, son de padre desconocido. Y esto sigue en aumento.

 

Antes, los padres indicaban a los jóvenes los caminos que deberían seguir en la vida y la mayoría se dejaban aconsejar, aunque siempre hubiese rebeldías. Se les preparaba para el futuro y para salvar las posibles dificultades que se encontrasen en la vida. A las chicas se las encaminaba al matrimonio y a la maternidad como meta principal. Al mismo tiempo la mujer se incorporaba a los estudios de bachillerato y universidad a comienzos de los 60, y sobre todo a los estudios de magisterio. Es curioso que en 2022 el porcentaje de mujeres que eligieron “enseñanza infantil” fuese del 92% frente al 8% masculino, y de educación primaria del 83% (INE) frente al 17% masculinos. Ya en la década de los 60 y 70, el porcentaje de mujeres que cursaban magisterio -aunque no hay interés en sacar estadísticas- era muy significativo. Lo que nos muestra claramente cuál es la “vocación” de la mujer antes y ahora en la época del “progresismo hacia el abismo”. El caso es que, desde la liberación del feminismo radical, los padres y sus consejos quedaron desautorizados y la educación, el futuro, cayó en manos de las liberadoras. La maternidad paso a ser una cosa secundaria y formar una familia también. Lo importante era la libertad y el sexo. Al más puro estilo animal, sin visión de futuro.

 

Si la costumbre antes consideraba que la mejor edad para contraer matrimonio estaba entre los 20 y 27, actualmente la edad ha ido retrasándose gracias a las consignas liberadoras. “Hay tiempo, estudia, asiéntate en el trabajo, disfruta, viaja”. Pero la biología no obedece a las liberadoras y entonces llega el drama: cada vez más mujeres -España a la cabeza de la UE- desesperadas porque han llegado a los 40 sin pareja comprometida y se les pasa el tiempo de tener hijos, unas con pareja y otras sin pareja, deciden tener hijos como sea, es decir recurriendo a la fecundación in vitro y a “donaciones” de hombres anónimos. Así pues, para la gran mayoría de mujeres -a pesar de que las liberadoras enseñan a despreciar la maternidad y a deshacerse de los niños en caso de imprevistos- la naturaleza se impone; tarde o temprano hace acto de presencia. Pero siguiendo sus consejos -y no los anticuados de sus mayores- pensaron que había tiempo para encontrar un hombre que las quisiese no solo por el sexo. O ingenuamente creyeron que después de una cosa vendría la otra, que este hombre se comprometería a formar una familia. Así, las que las alentaron, las que las timaron con falsa propaganda, con un producto averiado, esas liberadoras nunca reconocerán el daño que hicieron con sus consignas ideológicas de liberación.

 

Y ahí están los datos de las mujeres, que de manera creciente traen hijos al mundo en condiciones de soledad para satisfacer sus ansias de maternidad. La legislación en España protege el anonimato de los “donantes” de gametos. Esta donación debe ser anónima y altruista. Lo del altruismo es algo dudoso. Tener por ahí 30 o 40 hijos, en el mejor de los casos, no casa muy bien con el altruismo. Es verdad que hay niños adoptados que no saben quiénes son sus padres porque los abandonaron o no pudieron hacerse cargo de ellos. Pero esto es una necesidad producto de alguna situación desgraciada o calamitosa, y traer niños al mundo, intencionadamente, sin padre conocido, es producto de la mala planificación de una vida y de la irresponsabilidad.

 

 ¿Cuáles serán las consecuencias para estos niños de tener una crianza sin padre y de no saber quién es? Según estudios realizados, sobre todo en países anglosajones, -aquí apenas hay, no interesan, el dominio de las liberadoras es total- las consecuencias psicológicas en las hijas son de una mayor propensión a embarazos tempranos, baja autoestima y abuso de drogas y alcohol, y en los hijos parece que tienen más riesgo de fracaso escolar, falta de control y agresividad, que muchas veces se vuelve contra la madre, sin la autoridad del padre que la proteja.

 

Por otra parte, ellos según los testimonios de muchos que ya tienen cierta edad, quieren saber quién es su padre, sus orígenes. En otros países empieza a considerarse el levantar el anonimato. Además, la posibilidad de relaciones incestuosas esta ahí. Existe una preocupación porque los hijos de donantes puedan tener relaciones sentimentales con medio hermanos, especialmente en localidades no muy grandes donde un mismo donante pudo haber realizado múltiples donaciones, que pueden ser hasta de 50 o más. En España parece que son 6 las permitidas, aunque ¿quién supervisa esto?

      

Por otra parte, serán niños que no tendrán una figura paterna como la mayoría de sus amigos en el colegio, tampoco tendrán un amor necesario para su equilibrio psicológico. La ausencia del padre será un vacío en su vida que llevarán peor o mejor, según, ya que la madre tendrá que adoptar el papel de ambos, algo que no suele ser fácil. Además, la madre tendrá que trabajar necesariamente y desenvolverse sola ante las dificultades, algo que sucede ya con las, cada vez más, parejas separadas. O tendrá que echar mano de los sufridos abuelos hasta extremos de verdadero egoísmo.

 

Y así nos encontramos con la paradoja de una sociedad donde no hay problema alguno por parte de muchas mujeres para eliminar al hijo que llevan en el vientre, frente a otras que, llegadas a los 40, están dispuestas a tener un hijo al precio que sea, y sacrificando, solas, su vida por ese hijo ansiado.

 

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