COVITE denuncia los mitos que legitiman el terrorismo de ETA y advierte de la «descomposición moral» que provocan en la sociedad
![[Img #29165]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/11_2025/8206_screenshot-2025-11-06-at-10-41-48-covite-denuncia-los-mitos-que-legitiman-el-terrorismo-de-eta-y-advierte-de-la-descomposicion-moral-que-provocan-en-la-sociedad-covite.png)
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) ha celebrado en Pamplona su XXIII Jornada Anual bajo el título “Desmontar los mitos: verdad y memoria ante la legitimación del terrorismo”. En su discurso de apertura, la presidenta de COVITE, Consuelo Ordóñez, ha advertido de los riesgos de los «mitos» que se están instalando en el relato público sobre el terrorismo de ETA, y que, según ha dicho, «distorsionan la realidad, blanquean las responsabilidades criminales y justifican el horror. Y cuando el horror se justifica, la sociedad se descompone moralmente».
Ordóñez ha explicado que estos mitos sirven para «reescribir la historia y legitimar el pasado terrorista», y ha identificado tres grandes falsedades que están ganando espacio en el debate público. La primera, ha dicho, es la de los “victimarios–víctimas” convertidos en héroes. En su intervención ha criticado los homenajes recientes a los últimos fusilados del franquismo, en especial a los miembros de ETA ‘Txiki’ y Otaegi, recordando que «condenar sus ejecuciones es una obligación moral, pero presentarlos como referentes democráticos es una perversión y una falsedad». «La memoria no puede construirse desde la equidistancia moral», ha afirmado. «Nadie que haya asesinado o pertenecido a una organización terrorista puede ocupar el lugar simbólico que corresponde a las víctimas que defendieron la libertad y la democracia sin empuñar nunca un arma».
El segundo mito, ha señalado, es el negacionismo de la “socialización del sufrimiento”, la estrategia planificada por ETA y la izquierda abertzale para extender el terror en el País Vasco y Navarra a partir del año 1995. Ordóñez ha denunciado que hoy «desde la izquierda abertzale se intenta negar la existencia de esa estrategia o incluso presentarla como una invención de las víctimas». «Socializaron el sufrimiento y ahora socializan la mentira más descarada», ha subrayado. «Negar esa evidencia no solo insulta a las víctimas, sino que socava los cimientos morales de la convivencia».
Finalmente, ha abordado el tercer mito, el de que las víctimas del terrorismo «ya estamos suficientemente reconocidas y atendidas». Ordóñez ha lamentado que «muchas víctimas siguen viviendo en la soledad y el ostracismo, sin apoyo político, social, ni institucional, y sin justicia», y ha recordado que «demasiados crímenes de ETA siguen impunes y ya no se va a juzgar ni a condenar a nadie. Y si lo están, no es por la pericia de los asesinos, sino por la impericia o la falta de voluntad y de responsabilidad a la hora de cumplir con su obligación de quienes tenían que haber investigado, juzgado y condenado a los culpables, pero no lo hicieron».
Consuelo Ordóñez ha finalizado su discurso afirmando que «las víctimas hemos sido las verdaderas artífices de la convivencia democrática. Rompimos la espiral de la violencia confiando en nuestro Estado de Derecho, aunque muchas veces nos fallara». En cambio, ha afirmado, «a quienes fueron responsables del terror casi nunca se les pide algo tan básico como que reconozcan que lo que hicieron estuvo mal. Al contrario: se les ofrece altavoz y se les presenta como personas honorables, cuando no solo no se arrepienten, sino que legitiman y reivindican sus crímenes. Así no hay convivencia posible. Y no es por las víctimas, sino por quienes se niegan a asumir su responsabilidad moral y reconocer el daño injusto que causaron».
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El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) ha celebrado en Pamplona su XXIII Jornada Anual bajo el título “Desmontar los mitos: verdad y memoria ante la legitimación del terrorismo”. En su discurso de apertura, la presidenta de COVITE, Consuelo Ordóñez, ha advertido de los riesgos de los «mitos» que se están instalando en el relato público sobre el terrorismo de ETA, y que, según ha dicho, «distorsionan la realidad, blanquean las responsabilidades criminales y justifican el horror. Y cuando el horror se justifica, la sociedad se descompone moralmente».
Ordóñez ha explicado que estos mitos sirven para «reescribir la historia y legitimar el pasado terrorista», y ha identificado tres grandes falsedades que están ganando espacio en el debate público. La primera, ha dicho, es la de los “victimarios–víctimas” convertidos en héroes. En su intervención ha criticado los homenajes recientes a los últimos fusilados del franquismo, en especial a los miembros de ETA ‘Txiki’ y Otaegi, recordando que «condenar sus ejecuciones es una obligación moral, pero presentarlos como referentes democráticos es una perversión y una falsedad». «La memoria no puede construirse desde la equidistancia moral», ha afirmado. «Nadie que haya asesinado o pertenecido a una organización terrorista puede ocupar el lugar simbólico que corresponde a las víctimas que defendieron la libertad y la democracia sin empuñar nunca un arma».
El segundo mito, ha señalado, es el negacionismo de la “socialización del sufrimiento”, la estrategia planificada por ETA y la izquierda abertzale para extender el terror en el País Vasco y Navarra a partir del año 1995. Ordóñez ha denunciado que hoy «desde la izquierda abertzale se intenta negar la existencia de esa estrategia o incluso presentarla como una invención de las víctimas». «Socializaron el sufrimiento y ahora socializan la mentira más descarada», ha subrayado. «Negar esa evidencia no solo insulta a las víctimas, sino que socava los cimientos morales de la convivencia».
Finalmente, ha abordado el tercer mito, el de que las víctimas del terrorismo «ya estamos suficientemente reconocidas y atendidas». Ordóñez ha lamentado que «muchas víctimas siguen viviendo en la soledad y el ostracismo, sin apoyo político, social, ni institucional, y sin justicia», y ha recordado que «demasiados crímenes de ETA siguen impunes y ya no se va a juzgar ni a condenar a nadie. Y si lo están, no es por la pericia de los asesinos, sino por la impericia o la falta de voluntad y de responsabilidad a la hora de cumplir con su obligación de quienes tenían que haber investigado, juzgado y condenado a los culpables, pero no lo hicieron».
Consuelo Ordóñez ha finalizado su discurso afirmando que «las víctimas hemos sido las verdaderas artífices de la convivencia democrática. Rompimos la espiral de la violencia confiando en nuestro Estado de Derecho, aunque muchas veces nos fallara». En cambio, ha afirmado, «a quienes fueron responsables del terror casi nunca se les pide algo tan básico como que reconozcan que lo que hicieron estuvo mal. Al contrario: se les ofrece altavoz y se les presenta como personas honorables, cuando no solo no se arrepienten, sino que legitiman y reivindican sus crímenes. Así no hay convivencia posible. Y no es por las víctimas, sino por quienes se niegan a asumir su responsabilidad moral y reconocer el daño injusto que causaron».









