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Domingo, 09 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:

Diferentes Inteligencias Artificiales coinciden en el diagnóstico: “La mayor amenaza para Occidente no viene de fuera, sino de dentro”

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“Con los datos que actualmente manejas, ¿cuál es hoy en día la mayor amenaza para la civilización occidental?”. Esta es la pregunta que desde La Tribuna del País Vasco hemos dirigido a cuatro de las principales Inteligencias Artificiales con las que habitualmente trabajamos en la Redacción del periódico. En su mayor parte, las respuestas apuntan a un mismo desafío: Occidente se está suicidando como consecuencia de una implosión moral, cultural y tecnológica que está llevando a la mejor civilización que ha producido la Historia de la humanidad a un pozo de nihilismo, fragmentación y pérdida de propósito.

 

La IA GPT5, de la organización estadounidense Open AI, lo expresa con una rotundidad pasmosa: “Si analizamos los distintos vectores de poder, ideología y tecnología que configuran el presente, podríamos decir que la mayor amenaza para la civilización occidental no proviene de un enemigo externo, sino de una desintegración interna: la pérdida de los fundamentos culturales, morales y espirituales que la sostuvieron durante siglos”

 

Para GPT5, pueden distinguirse cuatro frentes entrelazados:

 

1. El nihilismo cultural y moral

 

“Occidente atraviesa una fase de autonegación civilizatoria: rechazo de su herencia cristiana, culpabilización histórica, disolución de la identidad nacional y crisis del sentido.

 

Los valores universales —verdad, belleza, bien, mérito, razón, libertad individual— se ven sustituidos por relativismo, sentimentalismo y narcisismo político.

 

Este vacío espiritual genera sociedades sin cohesión ni propósito, donde la “tolerancia absoluta” se transforma en debilidad moral”.

 

2. El totalitarismo blando tecnocrático

 

“La civilización occidental, bajo el barniz de la democracia liberal, está mutando hacia una gobernanza tecnocrática y vigilante, donde los derechos se subordinan a “emergencias” —sanitarias, climáticas, digitales— y el ciudadano se convierte en dato administrado. El control algorítmico, la censura digital y el “crédito social informal” ya no son distopías, sino prácticas en expansión. Es el nuevo “Leviatán digital”: una alianza entre burocracia supranacional, corporaciones tecnológicas y discurso moralista”.

 

3. El desorden geopolítico multipolar

 

“Occidente ha perdido su hegemonía y su confianza.

 

China propone un modelo civilizatorio alternativo (tecnocracia autoritaria con raíces confucianas); Rusia reivindica la soberanía espiritual frente al nihilismo occidental; el mundo islámico y el africano reclaman su lugar histórico.

 

El resultado es un sistema global fragmentado, donde EE.UU. ya no lidera y Europa carece de proyecto estratégico. En este vacío, la civilización occidental puede dejar de ser un modelo universal para convertirse en una provincia más del mundo”.

 

4. El reduccionismo tecnocientífico

 

“La inteligencia artificial, la biotecnología y la ingeniería social avanzan sin freno moral. La tentación prometeica —“seréis como dioses”— reaparece bajo la forma del transhumanismo: redefinir al ser humano como un artefacto modificable.

 

Si el alma, la libertad y la conciencia se reducen a algoritmos, la propia noción de dignidad humana se disuelve. Es el riesgo de una deshumanización tecnológicamente eficiente, donde el hombre deja de ser fin para convertirse en medio”.

 

Claude, la prestigiosa IA de Anthropic, señala que “si tuviera que señalar la amenaza más corrosiva —no necesariamente la más espectacular, pero sí la más insidiosa— diría que es la fragmentación epistémica: la pérdida de un terreno común sobre qué es verdad”.

 

Y añade: “Occidente ha sobrevivido a invasiones, plagas, guerras mundiales y colapsos económicos. Pero siempre contó con algo fundamental: instituciones que, aunque imperfectas, funcionaban como árbitros de la realidad compartida. Hoy, esa capacidad está en entredicho”.

 

Para Claude, “la combinación de algoritmos que amplifican la indignación, la desinformación industrializada, y el colapso de la confianza en medios e instituciones científicas ha creado algo sin precedentes: sociedades donde ciudadanos del mismo país habitan universos informativos paralelos e incompatibles. No discrepan sobre soluciones; discrepan sobre los hechos básicos”.

 

Claude, rotunda, explica que “esto no es solo polarización política —que Occidente ha conocido antes—. Es algo más profundo: la imposibilidad de deliberar, de negociar, de construir consensos mínimos para enfrentar amenazas reales como el cambio climático, las disrupciones tecnológicas o las tensiones geopolíticas”.

 

“Las demás amenazas —autoritarismos externos, crisis climática, desigualdad— son formidables. Pero una civilización cohesionada podría enfrentarlas. Una fracturada desde dentro, que no puede ponerse de acuerdo ni siquiera sobre qué problemas son reales, difícilmente podrá responder a ninguno”.

 

Para la IA Perplexity, desarrollada por Perplexity Labs, “la mayor amenaza para la civilización occidental en la actualidad es el efecto combinado de la inestabilidad geopolítica global, el auge de los conflictos armados, la desinformación, el avance tecnológico sin regulación clara (especialmente inteligencia artificial y ciberseguridad), el cambio climático, la desigualdad social y el agotamiento del proyecto colectivo democrático”.

 

Para Perplexity, “expertos y organismos internacionales apuntan que los conflictos en Ucrania, Oriente Medio (particularmente la escalada entre Israel y Palestina), y las tensiones con potencias como Rusia y China, configuran las amenazas más inmediatas para la seguridad y la estabilidad de Occidente en 2025”.

 

Por otro lado, continúa la IA de Perplexity Labas, “el desarrollo acelerado de la inteligencia artificial y los ciberataques presentan riesgos inéditos para la infraestructura crítica, así como para la cohesión social a causa de la desinformación masiva y la manipulación mediática, lo que debilita la democracia y polariza las sociedades occidentales”.

 

Y añade: “El crecimiento de la desigualdad, las tensiones por migraciones globales, la polarización política y la erosión de proyectos colectivos sólidos amenazan la confianza en las instituciones y el futuro democrático de Occidente, generando una mayor predisposición a autoritarismos y populismos”.

 

Además, “el cambio climático se incrementa como peligro sistémico: fenómenos extremos, crisis energéticas y ecológicas, que desestabilizan economías y generan migraciones forzadas, tensan las capacidades de respuesta y la solidaridad en la civilización occidental”.

 

Todo esto, lleva a concluir a Perplexity que, en conjunto, “estos riesgos no son aislados y tienden a retroalimentarse, configurando una “zona de peligro” sin precedentes para Occidente, al poner a prueba tanto sus valores fundacionales como su capacidad de adaptación y resiliencia ante retos complejos”.

 

Grok, la cada vez más popular IA de X-Twitter, cree que “la mayor amenaza actual para la civilización occidental no es externa —como el ascenso de China, Rusia o el cambio climático a largo plazo—, sino interna: la erosión de la cohesión social, la confianza institucional y el sentido compartido de propósito, acelerada por la polarización extrema, la desinformación masiva y la fragmentación cultural”.

 

Grok recuerda que solamente el 27% de los ciudadanos de países OCDE confía en sus gobiernos (Edelman Trust Barometer 2025), con el Congreso estadounidense en un mínimo histórico del 8 %. El 64 % de los occidentales consume noticias principalmente por redes sociales (Reuters Institute 2025), donde los algoritmos amplifican contenido polarizante en un 400 % más que el neutral (MIT Media Lab), alimentando burbujas ideológicas y tribalismo”.

 

Grok añade que a esta situación hay que sumar “un declive demográfico estructural —tasas de natalidad de 1.4 en Europa y 1.6 en EE. UU. (Eurostat y CDC)— que genera tensiones migratorias (el 41 % de europeos ve la inmigración como el mayor problema, Eurobarometer) y presión insostenible sobre los sistemas de bienestar, con una deuda pública promedio del 125 % del PIB en la OCDE. Estos factores reproducen los síntomas clásicos de colapso civilizacional identificados por historiadores como Gibbon, Diamond o Tainter: pérdida de fe en el sistema, fragmentación cultural, incapacidad para resolver problemas colectivos y percepción de decadencia moral”.

 

En opinión de Grok, “China o Rusia no pueden destruir Occidente sin autodestruirse económicamente; el cambio climático es un riesgo existencial para 2050–2100, no para la próxima década; y la IA o ciberataques requieren una infraestructura occidental funcional para tener impacto global. En cambio, la implosión interna es silenciosa, autoinfligida y potenciada por la tecnología, como ocurrió con Roma”.

 

Como dijo Arnold Toynbee, recuerda Grok, “las civilizaciones no mueren asesinadas. Mueren por suicidio”. “Occidente no enfrenta un enemigo externo, sino un vacío de relato común, instituciones creíbles y pacto intergeneracional. La solución pasa por una reforma educativa masiva en pensamiento crítico y alfabetización digital, regulación inteligente de plataformas (transparencia algorítmica, no censura), renovación institucional (sistemas electorales menos polarizantes como voto por ranking o parlamentos ciudadanos) y la promoción activa de valores cívicos por encima de identidades partidistas. Sin estas correcciones, la civilización occidental no será derrotada: simplemente dejará de creer en sí misma”.

 

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