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Lunes, 10 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:
¿La primera "Fake news" de la historia?

Cuando un trampero halló un pedazo de la Luna con jeroglíficos grabados

[Img #29195]Hace 160 años, un periódico neoyorquino publicaba una historia que mezclaba meteoritos, jeroglíficos y vida extraterrestre, en pleno nacimiento de la prensa científica moderna.


En noviembre de 1865, el periódico Brooklyn Daily Eagle publicó una historia que hoy parece sacada de un relato de Verne o de una novela pulp del siglo XX. Según la crónica, un viejo trampero de las Montañas Rocosas llamado James Lumley había hecho un descubrimiento que, de confirmarse, “produciría la mayor conmoción en el mundo científico”.


Lumley aseguró haber visto, a mediados de septiembre, un cuerpo luminoso surcando el cielo en dirección este. El objeto —describía con detalle el artículo— se desintegró en el aire “como un cohete” antes de provocar una explosión que sacudió la tierra y llenó el aire de un olor “sulfuroso”. A la mañana siguiente, el cazador siguió un sendero de destrucción entre árboles arrancados, colinas cortadas y tierra removida, hasta dar con una enorme roca incrustada en la montaña.


Hasta ahí, el relato podría pasar por la crónica de la caída de un meteorito. Pero el Brooklyn Daily Eagle no se detuvo ahí: según Lumley, la piedra tenía compartimentos internos y estaba cubierta de jeroglíficos grabados. También había encontrado fragmentos de una sustancia parecida al vidrio y manchas oscuras, “como si hubiesen sido causadas por un líquido”. El trampero, convencido de que aquello era obra de “manos humanas”, concluyó que la piedra debía haber sido fabricada o utilizada por seres animados, quizás habitantes de otro mundo.


El redactor del Daily Eagle añadió su propio comentario especulativo, en un tono tan serio como poético: los astrónomos —decía— ya sostenían que los cometas y planetas podían estar habitados, y tal vez algún día “un futuro Colón, proveniente de Mercurio o Urano, llegue a la Tierra en un vehículo meteórico para conquistarla y reducir a la raza humana a la servidumbre”.


Publicada apenas dos años antes de De la Tierra a la Luna de Julio Verne, la noticia de Lumley parece hoy una pieza temprana de proto-ciencia ficción disfrazada de periodismo científico. Pero en su tiempo fue leída con la misma mezcla de asombro y credulidad con la que hoy seguimos las noticias sobre inteligencia extraterrestre o meteoritos extraños.


Más de siglo y medio después, aquel artículo sigue recordándonos algo esencial: que el periodismo y la imaginación científica comparten una misma raíz, la del deseo de creer que no estamos solos. En 1865, bastaba un trampero, un meteoro y un poco de fe para pensar que un pedazo de la Luna podía estar tallado por manos de otro mundo.

 

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