Jueves, 13 de Noviembre de 2025

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Pablo Mosquera
Jueves, 13 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:

El bunker del actor

Alto y claro. En román paladino. Tres propiedades le asisten al todavía presidente del ejecutivo nacional. Cobarde. Marrullero. Trilero. Y las consecuencias son resistir y llevar a la oposición al terreno donde mejor se manifiesta. Hora en unas Cortes que cruzan sus lenguas afiladas con los insultos. Hora promoviendo frases-consignas de laboratorio sociológico. Hora mostrando su estampa de chico pijo viajero al que nada le desvía del guión: "resistir es vivir".

 

"Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé memoria amarga de mí ...". No debemos olvidar que noviembre era el mes del Tenorio. ¡Qué gran papel para ese consumado galán que a buen seguro se auto deslumbra cada mañana delante del espejo con su estampa!. ¡Par diez!... "¡Cuál gritan esos malditos! / ¡Pero mal rayo me parta / si en concluyendo la carta / no pagan caros sus gritos!".  También me sirve para describir el momento que nos toca vivir desde el patio de butacas que no es otro que la sociedad española aturdida entre la estupidez de unos aparatos a los que dedicamos máxima atención, y la indiferencia por cansancio intelectual con la política practicada por mequetrefes truhanes y malandrines.

 

Cobarde. Pues sabe que el día cercano en que lo desalojen de la Moncloa puede ir a la cárcel. Y es que entre lo que saben de sus negocios en Marruecos los israelitas y lo que "negocia" en Venezuela su cónsul ZP hay material para que la escena que vimos de Sarkozy se repita sólo que sin la dignidad del francés.

 

Marrullero. Pare él la política no tiene entrañas, sólo resultados, hasta le creo capaz de entregar a su familia si con ello logra lo que se esconde en su manual de resistencia.

 

Trilero. Jugará con la estabilidad de la convivencia nacional, nos dejará una inmensa deuda. Espera que la internacional socialista le busque acomodo en alguna república bananera a precio de saldo en cuanto a la venta de España.

 

No habrá presupuestos. Y quien sabe. A lo mejor le pasa como aquella historia en la que fueron las cuentas con el fisco lo que terminó con Capone.

 

No puede mantener la unidad coyuntural que le dio la presidencia del Gobierno, pero sabrá evitar poner a prueba tal mayoría y les convencerá de que con la derecha les va a ir peor.

 

No ganará elecciones. Pero ya ha demostrado que el resultado de las mismas puede evitarse buscando a otros tan corruptos y necesitados de poder como el mismo.

 

Pero debemos analizar con frialdad de lancero polaco la alternativa. Soy crítico con lo que veo, oigo y presiento. España siempre se ha caracterizado por los sentimientos cargados de complejos que la izquierda no tiene pero que arroja sobre la derecha para que resulte muy complicada esa unidad patria que necesitamos para recuperar el pulso y conectar con los ciudadanos. Los viejos estigmas del siglo pasado deben abandonarse. Ya no hay partidos fascistas. Ya no hay miedo a resucitar viejos fantasmas que coarten la libertad. Ya no hay intocables caciques que exploten a la clase trabajadora que somos todos. Ya es hora de terminar con esa nueva clase que se ha instalado en la paga-ayuda-subvención para engrosar las filas del clientelismo disfrazado de política social.

 

Hace falta un discurso que se comprometa con REFORMAS Y REGENERACION. Y en tal es indispensable un programa basado en la austeridad, la honestidad, la participación y la verdad. Hay que retroceder para avanzar. Insisto. Sin complejos. Tan importante como romper el frente popular es construir la unidad para el cambio con sentido y política de Estado.

 

La salida del actor depende de tres circunstancias. Que el propio socialismo reaccione y recupere el pulso patrio con la escala de valores de la conducta sobre el poder. Que la alternativa conecte con el pueblo y lo emocione desde la verdad hasta la democracia que nunca ha sido la partitocracia. Que los nuevos dirigentes nos devuelvan confianza en el sistema y regrese el orgullo de ser español sin que tal presunción soporte los calificativos estúpidos del feminismo, franquismo, egocentrismo.

 

 

 

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