Maquetos y charnegos opinando sobre la sentencia del Fiscal General
En momentos de crisis de Estado como los que estamos viviendo, yo siempre tiendo a fijarme en lo que hacen quienes me representan en la política nacional como maqueto. Para mí resulta el análisis más eficaz y más revelador de la situación política de España.
En la España de la época contemporánea todo está mediatizado por la situación política de unas personas y sus descendientes directos que en número de cientos de miles emigraron de las zonas más depauperadas del país (léase entonces las dos Castillas, Galicia y resto de cornisa cantábrica, Andalucía y Extremadura) a las zonas más ricas y favorecidas como fueron Madrid, por un lado, y sobre todo y más decisivo, País Vasco y Cataluña. Este gran trasiego de población en un momento en el que España empezaba a transformar radicalmente sus estructuras económicas, fue lo que dio lugar a la España que conocemos hoy y sobre todo, en el plano político, a los nacionalismos periféricos, que ya va empezando a ser hora de definir como lo que realmente son y fueron en origen: unos movimientos de autodefensa política, basados en una diferencia cultural que nunca fue decisiva para dividir nada, todo lo contrario, pero que con esos nacionalismos alcanza unas cotas de desafección social y política de las élites respectivas (no las más ricas sino las más reducidas a sus regiones y que en la diferencia llevaban la ganancia) que impregna a todas sus sociedades respectivas, conformadas por una mayoría de maquetos y charnegos, y que resulta políticamente rentable desde que descubrieron que era más efectivo ir contra España que participar en el esfuerzo común.
El resultado de aquella enorme basculación de población y de reposicionamiento político fue que surgieron unos nacionalismos antiespañoles que empezaron por diferenciarse del resto de España por la lengua y en el caso vasco también por la raza, de modo que las poblaciones de otras partes de España que llegaron a esas zonas se vieron relegadas a una condición ancilar en todos los sentidos: fueron los maquetos y los charnegos. Estas personas solo tenían dos posibilidades: o hacerse españoles acérrimos o hacerse nacionalistas vascos o catalanes acérrimos. La primera opción estaba condenada al fracaso porque el propio Estado español, sus élites centrales, favorecían indirectamente (eso fue solo al inicio, porque ahora ya lo hacen directamente y sin tapujos) a las élites nacionalistas periféricas vascas y catalanas, creyendo que lo que nos contaban de agravios históricos era cierto y que había que resarcirlas con poder. Así que la mayoría de maquetos y charnegos se hicieron nacionalistas con el tiempo y de los más furibundos, además.
Y ahí tenemos los ejemplos manifiestos de maquetos y charnegos que han alcanzado el poder en sus regiones respectivas. Ahí tenemos a Imanol Pradales Gil convertido en lendacari vasco, a Aitor Esteban Bravo convertido en presidente del PNV, a Maribel Vaquero Montero, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, a Patxi López, que fue lendacari vasco y ahora es portavoz socialista en el Congreso (carrerón), a Gabriel Rufián convertido también en portavoz del principal partido nacionalista catalán en el Congreso, ERC, por no referirnos a un desaparecido políticamente ya Pere Aragonès i Garcia, anterior presidente españolazo camuflado, charnego sin remedio, de Cataluña, también por ERC.
De los cuatro primeros tenemos declaraciones sobre el resultado del juicio al Fiscal General del Estado que son muy reveladoras del grado de desorientación identitaria y de anomia personal al que se ha podido llegar en España y que un sector mayoritario de los maquetos y charnegos representan de modo tan evidente.
Imanol Pradales no ha tenido tiempo todavía de decir nada al respecto, pero sin duda lo dirá. El caso es que estuvo esta semana en París haciendo un viaje en plan estadista europeo y cuyo acto más relevante fue una conferencia pronunciada en un aula de la Facultad de Sciences Politiques de París, frente a unos treinta alumnos que salen en la foto. Vamos, que fue a París a impartir una clase, como las que daba cuando empezó como profesor en Deusto. Y a eso se le llama, en su programa de actos, acto institucional de carácter internacional. Allí dijo que Europa tiene que cohesionarse más. Claro que no se acordaba entonces de que él pertenece a un Estado europeo que se llama España y en el que también tendría que haber más cohesión por su parte. Pero eso se le olvida sistemáticamente cuando va a Europa, ya que cuando van a Europa hacen como que España no existe, como si no fuera Europa vaya, y entonces los nacionalistas como Pradales no miran para atrás, lo que queda a su espalda no existe, solo miran lo que tienen delante, París, Berlín y así.
Aitor Esteban Bravo acaba de decir que le parece muy mal la sentencia del Fiscal General, que es una expresión ideológica del Tribunal Supremo y lo mismo ha dicho su portavoz en el Congreso, Maribel Vaquero, que la sentencia supone la judicialización de la política. Tendría que haber dicho, en todo caso, la politización de la justicia.
Patxi López ha dicho directamente que la sentencia es una vergüenza. Y Gabriel Rufián, después de tenérselas esta semana con Carlos Mazón en una comisión del Congreso, al que llamó hasta psicópata y todo, y eso que Mazón ya está dimitido, volvió a decir que si lo de Santos Cerdán se queda solo en eso, Pedro Sánchez no tendría que dimitir, pero que si se demuestra que ha habido financiación ilegal del PSOE entonces ha dicho que pedirán la dimisión de Sánchez. Qué miedo. Y lo dijo con esa suficiencia de quien cree que a alguien le importa de verdad lo que él pueda decir. Por supuesto, con lo de la sentencia del Fiscal General del Estado ha echado el resto, poniendo a Isabel Díaz Ayuso como centro del debate que para él es una expresión de la lucha entre ideas y partidos.
Y así es como piensan los maquetos y los charnegos más relevantes del país. Mientras esta situación sociológica y psicológica no se arregle, España va para el despeñadero. Seguiremos informando.
En momentos de crisis de Estado como los que estamos viviendo, yo siempre tiendo a fijarme en lo que hacen quienes me representan en la política nacional como maqueto. Para mí resulta el análisis más eficaz y más revelador de la situación política de España.
En la España de la época contemporánea todo está mediatizado por la situación política de unas personas y sus descendientes directos que en número de cientos de miles emigraron de las zonas más depauperadas del país (léase entonces las dos Castillas, Galicia y resto de cornisa cantábrica, Andalucía y Extremadura) a las zonas más ricas y favorecidas como fueron Madrid, por un lado, y sobre todo y más decisivo, País Vasco y Cataluña. Este gran trasiego de población en un momento en el que España empezaba a transformar radicalmente sus estructuras económicas, fue lo que dio lugar a la España que conocemos hoy y sobre todo, en el plano político, a los nacionalismos periféricos, que ya va empezando a ser hora de definir como lo que realmente son y fueron en origen: unos movimientos de autodefensa política, basados en una diferencia cultural que nunca fue decisiva para dividir nada, todo lo contrario, pero que con esos nacionalismos alcanza unas cotas de desafección social y política de las élites respectivas (no las más ricas sino las más reducidas a sus regiones y que en la diferencia llevaban la ganancia) que impregna a todas sus sociedades respectivas, conformadas por una mayoría de maquetos y charnegos, y que resulta políticamente rentable desde que descubrieron que era más efectivo ir contra España que participar en el esfuerzo común.
El resultado de aquella enorme basculación de población y de reposicionamiento político fue que surgieron unos nacionalismos antiespañoles que empezaron por diferenciarse del resto de España por la lengua y en el caso vasco también por la raza, de modo que las poblaciones de otras partes de España que llegaron a esas zonas se vieron relegadas a una condición ancilar en todos los sentidos: fueron los maquetos y los charnegos. Estas personas solo tenían dos posibilidades: o hacerse españoles acérrimos o hacerse nacionalistas vascos o catalanes acérrimos. La primera opción estaba condenada al fracaso porque el propio Estado español, sus élites centrales, favorecían indirectamente (eso fue solo al inicio, porque ahora ya lo hacen directamente y sin tapujos) a las élites nacionalistas periféricas vascas y catalanas, creyendo que lo que nos contaban de agravios históricos era cierto y que había que resarcirlas con poder. Así que la mayoría de maquetos y charnegos se hicieron nacionalistas con el tiempo y de los más furibundos, además.
Y ahí tenemos los ejemplos manifiestos de maquetos y charnegos que han alcanzado el poder en sus regiones respectivas. Ahí tenemos a Imanol Pradales Gil convertido en lendacari vasco, a Aitor Esteban Bravo convertido en presidente del PNV, a Maribel Vaquero Montero, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, a Patxi López, que fue lendacari vasco y ahora es portavoz socialista en el Congreso (carrerón), a Gabriel Rufián convertido también en portavoz del principal partido nacionalista catalán en el Congreso, ERC, por no referirnos a un desaparecido políticamente ya Pere Aragonès i Garcia, anterior presidente españolazo camuflado, charnego sin remedio, de Cataluña, también por ERC.
De los cuatro primeros tenemos declaraciones sobre el resultado del juicio al Fiscal General del Estado que son muy reveladoras del grado de desorientación identitaria y de anomia personal al que se ha podido llegar en España y que un sector mayoritario de los maquetos y charnegos representan de modo tan evidente.
Imanol Pradales no ha tenido tiempo todavía de decir nada al respecto, pero sin duda lo dirá. El caso es que estuvo esta semana en París haciendo un viaje en plan estadista europeo y cuyo acto más relevante fue una conferencia pronunciada en un aula de la Facultad de Sciences Politiques de París, frente a unos treinta alumnos que salen en la foto. Vamos, que fue a París a impartir una clase, como las que daba cuando empezó como profesor en Deusto. Y a eso se le llama, en su programa de actos, acto institucional de carácter internacional. Allí dijo que Europa tiene que cohesionarse más. Claro que no se acordaba entonces de que él pertenece a un Estado europeo que se llama España y en el que también tendría que haber más cohesión por su parte. Pero eso se le olvida sistemáticamente cuando va a Europa, ya que cuando van a Europa hacen como que España no existe, como si no fuera Europa vaya, y entonces los nacionalistas como Pradales no miran para atrás, lo que queda a su espalda no existe, solo miran lo que tienen delante, París, Berlín y así.
Aitor Esteban Bravo acaba de decir que le parece muy mal la sentencia del Fiscal General, que es una expresión ideológica del Tribunal Supremo y lo mismo ha dicho su portavoz en el Congreso, Maribel Vaquero, que la sentencia supone la judicialización de la política. Tendría que haber dicho, en todo caso, la politización de la justicia.
Patxi López ha dicho directamente que la sentencia es una vergüenza. Y Gabriel Rufián, después de tenérselas esta semana con Carlos Mazón en una comisión del Congreso, al que llamó hasta psicópata y todo, y eso que Mazón ya está dimitido, volvió a decir que si lo de Santos Cerdán se queda solo en eso, Pedro Sánchez no tendría que dimitir, pero que si se demuestra que ha habido financiación ilegal del PSOE entonces ha dicho que pedirán la dimisión de Sánchez. Qué miedo. Y lo dijo con esa suficiencia de quien cree que a alguien le importa de verdad lo que él pueda decir. Por supuesto, con lo de la sentencia del Fiscal General del Estado ha echado el resto, poniendo a Isabel Díaz Ayuso como centro del debate que para él es una expresión de la lucha entre ideas y partidos.
Y así es como piensan los maquetos y los charnegos más relevantes del país. Mientras esta situación sociológica y psicológica no se arregle, España va para el despeñadero. Seguiremos informando.













